Capítulo 10.

119 16 26
                                    

DOLOROSA VERDAD (Parte dos)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

DOLOROSA VERDAD (Parte dos)

Cindy.

«Te olvidaste de mí»

Así que, esta será la última carta que te escriba. Desde lo más profundo de mi corazón, espero que estés muy bien y seas feliz, aunque no sea conmigo mi bello Ángel.

Te amaré por siempre, incluso después de la muerte porque eres y serás, "el ángel de mis sueños"

Adiós Cindy.

Marlon, tu esgualamido.

«¡Dios! No puedo con esto»

No se cuántas veces he leído esta parte sin parar de llorar. Me siento terrible, mientras yo lo odiaba, él sufría mucho encerrado en ese lugar.

¡Que injusta he sido!

Estaba tan enojada, ardida, dolida por su abandono y tan desilusionada que no vi más allá de mi propio sufrimiento. Solo pensé en mí y en mi dolor.

—¡Hey! Ya no quiero verte llorar así, no de nuevo, ya no leas eso. Dámelo —pide Damián, se sienta junto a mí en la alfombra, recuesta su espalda al sofá para quedar en la misma posición que yo.

—Lo abandonamos, él siempre estuvo ahí para nosotros y cuando nos necesitó, no estuvimos para él. No estuve a su lado para ayudarlo —Me desahogo con un horrible ardor en mi garganta, limpio las lágrimas que continúan saliendo y tambien mis mocos.

—No lo sabíamos, igual nada hubiésemos podido hacer —Su voz, aunque suena calmada, se escucha con gran tristeza.

—Sabes que hubiese vendido mi alma al diablo, prostituido o hecho cualquier cosa con tal de sacarlo de ahí.

—No digas tonterías, él no te lo hubiera permitido, no te lo habría perdonado. Marlon hubiese preferido quedarse ahí, a qué tú hicieras tal cosa —dice. Sé que intenta animarme, pero no lo está consiguiendo y ahora me siento mucho peor.

—¡Es que fue mi culpa! ¿No lo entiendes? —Levanto la voz para dejar salir la frustración—. Fue por mi inmadurez, yo no te dejé buscarlo cuando quisiste hacerlo, y todo por mi maldito orgullo.

—Damian tiene razón, en ese entonces no hubiesen podido hacer nada por él y menos si ese general usó todas sus influencias, desafortunadamente vivimos en un mundo dónde tú posición económica pesa —dice la Susi uniéndose a nosotros en el suelo, luego la taniecita que toma mi mano y acomoda mi cabello detrás de mí oreja.

Me quedo en silencio un rato, luego diviso a la Kiracita venir con un té en sus manos, me lo ofrece y aunque no quiero beberlo, lo recibo.

—Te hará bien —menciona para terminar uniéndose a nosotros.

Nos quedamos así un buen rato, solo se escuchan nuestras respiraciones, de repente mis párpados comienzan a pesar, empiezo a sospechar que lo que bebí era más que un simple té de hierbabuena.

Rayo de Luz (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora