poemas De Terror, Suicidas Y De Amor

Cap. 20 Suicida

Duele,
la sangre fluye deslizándose por mi mano llegando hasta las puntas de mis dedos,
la herida recientemente abierta,
siento con cada movimiento la carne abriéndose,
no hay preguntas,
se muy que lo merezco,
es ésta la decisión que tome,
cuando al final mi mente se ponga en negro y todo desaparezca ante mi atenta mirada,
solo entonces seré libre,
el mareo es intenso y me arrastro cómo puedo hasta llegar a mi balcón,
el sufrimiento es lento,
he llegado al punto en que ya no escucho nada,
solo siento como la vida abandona mi cuerpo tan tortuosamente,
finalmente veo la luz de mi balcón,
al llegar a este finalmente me siento en libertad con el aire pegando de lleno en mi rostro,
el azul del cielo me da la bienvenida y no puedo evitar el sollozo ahogado que escapa de mis labios.

Recuerdos,
recuerdos que llegan a mi mente uno por uno,
torturando mi mente y jugando con mi débil corazón,
dicen que la vida es el mejor regalo de Dios,
dime entonces,
¿Por qué él nunca respondió mis súplicas?
¿Por qué la vida me asusta más que la muerte?
no recibí nunca respuestas,
y ahora me encuentro aquí sin valor para seguir adelante,
sin deseos de frenar la sangre que fluye por mis venas y se escapa de mi herida más profunda,
siento la vida abandonar mi cuerpo lentamente,
siento mi alma ser reclamada,
no hago nada para evitarlo,
la sonrisa que adorna mis labios se ensancha un poco más al escuchar la puerta principal ser abierta,
volvieron,
pero ya es tarde,
mi cuerpo se ha entumecido y mi vista se ha nublado,
el charco de sangre en el cual yace mi cuerpo débil,
mis párpados se sienten pesados,
escucho las voces de mi familia en el piso de abajo,
escucho sus pasos apresurados,
la puerta se abre y un grito de terror abandona los labios de mi hermana,
y eso es lo ultimo que escucho antes de cerrar mis ojos, lo último que sé,
porque nunca me sentí mejor,
porque nunca me sentí tan libre,
pero es el fin,
al menos para mí.

Atte:   Marcela.