No voy a negar que camino a la casa de Andrew me la pase pensando en lo que dijo Sídney, pero también en que actuamos como si fuéramos novios, aunque no lo somos o por lo menos él no me lo ha pedido, supongo que quizás él no creé que sea necesario o no lo sé, no pude dormir bien esa noche, me la pasé observándolo dormir mientras me hundía más en mis pensamientos, odio sobre pensar tanto, es una sensación horrible.
Han pasado semanas desde ese día, ya casi estamos en vísperas de San Valentín, todos los centros comerciales están decorados para la ocasión y la maestra nos puso a escribir nuestros nombres en un papel para luego echarlo en una funda y sacar otro papelito con el nombre de un estudiante, ella hace eso todos los años, por lo menos siempre me sale alguien ajeno a los imbéciles, este año me toco Clara, quizás le regale un libro de romance de esos que le gusta leer.
Andrew me mandó un mensaje hace una hora diciéndome que me pasará a buscar para llevarme a un lugar secreto, tengo mucha curiosidad, así que me aliste con anticipación, papá anda muy pendiente de mí porque me ve saliendo más a menudo, me ha cuestionado por qué y también con quién, le comenté que estaba conociendo a alguien, que quizás muy pronto lo traería a la casa, aunque parece que no le gustó.
Su respuesta fue que soy una niña todavía y que tengo permiso de tener novio, pero cuando cumpla los cuarenta, eso hizo reír a mamá, la verdad amo las ocurrencias de mi padre, él siempre sabe cómo hacernos feliz, al final solo me dijo que me cuide y que, si en algún momento ese chico me hace sufrir o algo así, que se lo cuente que él se encargará de desaparecerlo sin dejar rastros, mi papá es único en su especie, por eso lo amo.
Me acerco a la ventana y justo en ese momento veo el auto de Andrew estacionándose en la entrada de mi casa, me apresuro a recoger mis cosas y salir, me despido de mamá con rapidez, son las cuatro en punto pronto oscurecerá, así que tengo mucha curiosidad de saber a dónde él me llevará, cuando me subo en el auto, sus manos acunan mi rostro besándome con suavidad, que me hacen suspirar de ternura.
—Me hiciste mucha falta.
—Pero si nos vimos hoy en la escuela.
—No importa, todo el rato que paso alejado de ti me hace extrañarte, ¿tú no me extrañaste a mí?
—Solo un poquito.
Se ríe mientras pone el auto en marcha, me muerdo los labios conteniéndome para no preguntar, pero no me aguanto.
—¿A dónde iremos?
—Es una sorpresa.
—No me gustan las sorpresas.
—Si te gustan.
—Bueno sí, pero me inquieta no saber, así que dime.
—No.
Lo fulmino con la mirada, trato de cruzar mis brazos, pero él me lo impide agarrando mi mano, besando el dorso de esta y entrelazándola junto con la suya, no negaré que me derrito cada vez que me toca, aunque no se lo demuestro, el camino entero voy mirando por la ventana, veo como salimos de la cuidad, frunzo el ceño, no tengo ni la más remota idea de a dónde nos dirigimos, Andrew va manejando por un camino boscoso.
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Un deseo prohibido ✓
Teen Fiction«+18» Él es la personificación de un dios griego. O eso dicen todas de Andrew Basset, el apuesto mariscal de campo, el chico que con una mirada hace que se te mojen las bragas, aunque es un gruñón, malhumorado e inquieto de primera, que va por la vi...