"No lo esperábamos"; 2 días

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—¿Qué tanto planeas Feng Xin?—.

Si, esa fué la pregunta que resonó en mí cabeza desde que Dianxia me confirmó la existencia del plan. Opté por aguantar, ya que tan sólo faltaban unos 3 días para aquel banquete. Hasta ese entonces, mantendría una expectativa. A lo mejor, Feng Xin junto a Dianxia planean algo inesperado.

Papeles y más papeles fueron los protagonistas del día de hoy, lamentablemente, tuve que hacer muchas cosas. Unas para ayudar a Dianxia, y otras para Ling Wen. Me explico, Xie Lian necesitaba que arregle a Ruoye, ya que por un descuido terminó por abrirse la tela y cortarse por la mitad. Dianxia me rogó por mí mano, agasajó mis bordados, e incluso me prometió lo que yo quisiera después de arreglar su desastre. Accedí porque otros oficiales celestiales me observaban con expectativa, no podía rechazar su propuesta después de tanto escándalo;en cuanto a Ling Wen, bueno, desde que Dianxia nos dirige, la ayudo con su trabajo. Y aunque soy un dios marcial, me colocaron como uno de los más aptos para aportar en ese trabajo.

Horas pasaron y una llovizna reemplazó el calor de la tarde. Una gota rozó mí mejilla que no mucho después sequé. Un pequeño viento llevó consigo el frío del agua, mientras el olor a tierra mojada refrescaba los sentidos.

—Ahhh, la lluvia me encanta —pensé.

Con mí mano, quise sentir las gotas cayendo, y muchos inventos que de niño viví volvieron a mí presente. Tales como atrapar gotas con la lengua, o pararse bajo la lluvia mojándose cuando no me daban permiso. Y también, aquellas corridas que daba una vez tocaba el suelo una gota.

Miré hacia un lado, hacia el otro. Nadie venía. Rápidamente caminé por el jardín mojado,  saqué la lengua y atrapé unas cuantas gotas. Abrí los brazos dirigiendo mis palmas al cielo, y sonreí. La llovizna pegaba en mí frente, luego se escurría por mí cara, y finalmente goteaba en mí mentón. Tan fría pero tan tranquilizadora.

Estuve así por un buen rato, hasta que caminé nuevamente al sitio de partida pero esta vez tranquilo. Al abrir las puertas, mí cuarto se refrescó un poco, seguidamente, tomé un baño, para cuando llegue la noche, indicar que tan sólo faltaban dos días.

La noche pasó y un inmenso desgano se apoderó de mí. Hoy era la entrega acordada de Ruoye y de manuscritos para Ling Wen. Los manuscritos estaban para corregir, y Ruoye...Ni siquiera pensé en el.

Me apuré a corregir los manuscritos, y una hora después comenzé a cocer. El poder espiritual de Ruoye se sentía bastante, pese a estar cortado, aún prevalece su poder. Tardé bastante en unir sus partes, pero debo admitir que no es nada fácil restaurar un dispositivo espiritual;La mañana pasó como un rayo, de idas y vueltas rápidas, muchas charlas de trabajo, y escuchar las plegarias de mis devotos. Entre eso, buscar a Dianxia, quien brillaba por su ausencia. Buscándolo en la fuente, palacio de Nang Yang, de Ming Guang y en otros sitios más.

Fui dónde Ling Wen nuevamente, pero no estaba.

—¿Dónde está? —dije frustrado.

Caminé unos pasos más hasta el gran salón marcial. Abrí las puertas y...

Oficiales celestiales reunidos, discutiendo sobre un tema en particular, que por cierto al aparecer mí persona, callaron.

—¡Señor Xuan Zhen! —saludó Shin Quing Xuan.

—No lo esperábamos —dijo el viejo Pei.

—Mu Quing, ¿Cómo estás? —dijo Dianxia con una sonrisa falsa, de aquí hasta el mundo de los mortales.

—Mu Quing...—mencionó el idiota.

Los miré a todos, y solo pude acercarme hacia Dianxia, para entregar a Ruoye.

—Ten.

Mis pasos se volvían cada vez más inconclusos. —¿Debía quedarme?—pensé —No, si hubieran querido mí presencia, yo estaría allí.

—¡Mu Quing! —llamó Dianxia.

Me asomé a la puerta y con media vuelta la cerré.

—No me quedaré en donde no me llamaron —pensé.

🍁Festival del Medio Otoño🍁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora