10. California.

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Me abracé a mi misma al entrar a casa. No podía dejar de llorar durante todo el camino a casa.

Subí las escaleras rápidamente hasta llegar a mi habitación. Tengo esta idea loca en mi cabeza, un impulso que me esta llevando a meter todas mis cosas en un bolso.

Arranqué mi ropa del closet y la metí al bolso sin siquiera doblarla. Un par de zapatos, algunos jeans. Todo parece tan innecesario pero tengo que llevar algo. Tal vez esa voz de mi cabeza que quiere detenerme.

En el transcurso en el que caminé nuevamente a mi closet me crucé con mi reflejo en el espejo. Me veo desastroza, la mascara de pestañas se corrió por mis mejillas. Me limpié con el brazo.

El sentimiento de enojo se apodera de mí. Siento rabia por como Eddie me trató, por lo que dijo pero más por permitirme haberlo querido. Por dejar que me convirtiera en el peón. Ningun hombre jamás me volverá a  hacer sentir así. Eddie me destrozó peor que Daniel Bennett.

Saqué el estupido vestido de mi cuerpo y cambié mi ropa nuevamente. Lavé mi cara y entonces tomé todas mis cosas.

Bajé las escaleras tan deprisa. No quiero encontrarme con mi madre y que me detenga. Un segundo más en este pueblo se siente como estar condenada al infierno.

Salí de casa rumbo a la estación de autobuses, compraría un boleto a indiana y de ahí otro más a California.

La noche es fresca. Me aferré más a mi sudadera. Quise subir el zipper pero este se atoró y dejó de funcionar.

¡Maldita mierda! - Grité desesperada en medio de la desgracia. La lluvia amenaza con llegar. Y lo hace, apenas unas cuantas gotas caen del cielo.-

Respire molesta. Todo parece empeorar. Quiero llorar pero me obligo a no hacerlo, esto no va joderme más. Tengo que tomar control de la situación y no dejar que ella me consuma.

Un claxon suena, unas luces me ciegan. El auto de detiene detrás de mí. Yo golpeo el frente de una patada.

¿¡Que carajos haces!? - Un chico se asoma por la ventana dejando salir la mitad de su cuerpo.-

Cállate imbecil. Casi me atropellas.

— Es la puta calle maldita, los autos circulan por ella no las personas, para eso esta la banqueta. - Me dice molesto.-

Tapo la luz que me ciega con la palma de mi mano. Veo al chico molesto detrás de esas luces. Lo reconozco.

Me giro y sigo caminando por la calle sin importar que dice. Él no se queda contento y avanza y vuelve a sonar el claxon.

¿¡QUÉ!? - gritó dando vuelta.-

— ¡Muevete! - Grita.-

Me quedo parada ahí. Su claxon horrible vuelve a sonar. Furiosa vuelvo a pegarle a su auto. El tipo hace sonar su auto con ayuda del mofle amenazando con que acelerará y me arrollará. No hago caso y no me muevo.

Sube su música a un volumen alto. Retrocede y sigue su camino. El tipo saca el brazo y me enseña su dedo medio.

Seguí andando hasta que la lluvia me alcanzó. Me quedan un par de calles al sitio de autobuses. En cuanto llego veo que está cerrado. Golpeé la ventana.

Frente al sitio hay un restaurante para viajeros. Caminé hasta el lugar y me adentré. Hay hombres por todos lados, camioneros de paso. La unica mujer es la mesera de edad mediana.

Me senté en una mesa junto a la ventana. La mujer se acerca. Estoy mojada y el agua chorrea hasta el suelo.

¿Te dejo la carta o ya sabes que vas a ordenar? - Sus animos son nulos.-

𝐂𝐀𝐙𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐀  𝐋𝐀  𝐙𝐎𝐑𝐑𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora