17

905 116 14
                                    

—Aizetsu, tenemos que-


Ignorándote, el chico volvió a acercarse para continuar besándote, nuevamente sentiste la presión de sus labios contra los tuyos. Sus manos bajaron hasta tus hombros, rozaron tus brazos y se posaron sobre tus caderas. Ligeros escalofríos de pánico y placer recorrían por todo tu cuerpo. Aizetsu intentó estrecharte contra él, y tú le mordiste el labio. Había algo te impulsaba a seguir con eso. Pero no podía ser. No debía pasar. Tenías que ser más responsable y detener lo que estaba sucediendo.

—No podemos — te atreviste a hablar. Ambos estaban agitados debido a falta de oxígeno.

—T/N, yo lo quiero. Quiero estar contigo, hasta donde me lo permitas. Te entregaría mi vida, mi corazón, todo con tal de verte sonreír.


Escuchabas atenta lo que estaba diciéndote. Tal vez debas darle una oportunidad al amor. 

—No importa si no sientes lo mismo, basta con ver esa hermosa sonrisa tuya.

— Aizetsu, eres realmente alguien especial para mí. 

—¿Pero?

—Pero no quiero una relación en este momento — tenías que ser sincera con él. — Está de más decirte que lo mucho que te aprecio y cuando sea el momento, te lo contaré.


Pasaron el resto de la noche en el sofá de tu sala. Al despertar, alrededor de la tres de la mañana te diste con la sorpresa de tener a Aizetsu sobre tu pecho. 

—Acariciaste su rostro, suavemente, para despertarlo de la mejor manera. — Está por amanecer, creo que los demás estarán preocupados por ti. Yo ya tendré tiempo para hablar personalmente con ellos.

—No quiero irme — empezó a frotar su rostro sobre tus atributos. Le encantaba estar así contigo.

—Te apuesto lo que quieras a que vienen y hacen un escándalo — no tenías pruebas, pero tampoco dudas.

—Supongo que tienes razón — se levantó, no sin antes dejar un beso en tu mejilla — vendré dentro de unos días, ambos debemos pensar en lo que pasó.


Sin decir nada más, salió del lugar. Estabas sonrojada por lo sucedido, tu corazón latía demasiado rápido. Aunque no eras de mostrar tus sentimientos, tal vez era momento de hacerlo.

Días después, estabas en la cocina, preparando un poco de soba para la cena. En cuanto terminaste de lavar lo que habías utilizado, oíste que alguien tocaba la puerta. Caminaste hasta la entrada cuando escuchaste hablar a Sekido.

—¿T/N? — tan solo el hecho de escuchar tu nombre, hizo que sintieras inquieta — por favor abre la puerta, necesito hablar contigo.

—Lo recibiste de la mejor manera — hola Sekido, ¿cómo has estado?, ¿qué te trae por aquí? — a fin de cuentas no tenías nada que ocultar.

—Soy yo el que debería estar haciendo las preguntas — a pesar de haber compartido varios momentos juntos y haber estado varias veces a solas con él, no podías permanecer el contacto visual por mucho tiempo. — Aizetsu me explicó por lo que has pasado, yo... lamento no haber estado contigo.

—No te preocupes — le sonreíste, esperando que Aizetsu no le haya contado lo que sucedió entre ustedes.

—Ya me he preocupado — se le notaba más serio que de costumbre. — Aunque ahora que te veo bien, estoy más tranquilo.

—Eso es bueno, me alegra que te sientas así — dirigiste tu mirada a sus ojos — estoy pensando en varias cosas... creo que no debería darle tantas vueltas al asunto — aún seguías sin poder mantener el contacto visual.

—No lo voy a permitir — se aproximó y sujetó tus brazos impidiendo que te muevas.

—¿De qué estás hablando?

—Sabes perfectamente a lo que me refiero — se acercó aún más — primero fue Zohakuten, después Aizetsu, no quiero que nadie más pueda-

—¿Pueda qué? — fijaste tu vista en él, te percataste cada detalle de su rostro. El color de aquellos ojos, de los cuales no podías descifrar que querían decirte, la forma en que escuchabas su lenta respiración. Su cabello, oscuro y largo. Querías expresar como te sentías. — Ni siquiera sé si alguna vez me apreciaste, sabes.


En cierta parte tenías razón. Habían aprendido a llevarse mejor, pero eso no significaba que en ciertas ocasiones, cuando estabas con algunos de los otros chicos, sentías que Sekido te miraba con una expresión más seria de lo normal.

—Que no te aprecio dices, desde que te vi por primera vez he querido hacer tantas cosas. 

—¿Ah, sí?, ¿cómo cuáles?

—Cosas como esta.


Él se inclina, ahuecando tu cara con sus manos, sus pulgares recorren tus mejillas mientras su corazón se acelera cada vez más. Sentías que el tiempo era lento. Entonces se acerca y te besa.

—Sekido, creo que mi corazón tiene un momento de crisis ahora.

—Está mejor que el mío, de eso estoy seguro. Yo... yo te necesito — parece enfadado y respira hondo, como si fuese a empezar un largo discurso.


Te negabas a continuar con eso. No es posible. Simplemente, no puedes tener una relación con más de una persona a la vez. 


"¿Qué? ¡¿Cómo que no?!"


Mientras te separabas de Sekido, él parecía querer decirte algo más. Te diste cuenta de ello porque todavía seguía parado frente a ti. Esperaste a que hable, pasó un momento que a ambos les pareció casi eterno, suspiraste y recogiste un mechón de tu cabello para acomodarlo detrás de tu oreja e intentaste cambiar el tema. Fue cuando volviste a escuchar su voz.

—Aunque no te lo haya dicho — se armó de valor y realmente no notaste lo nervioso que ahora estaba. — Quiero que sepas que he desarrollado sentimientos por ti. Estoy dispuesto a enfrentar a esos idiotas — reíste — voy a estar a tu lado, te quiero conmigo. 


Finalizo su pequeño discurso con un beso sobre tus labios. Al percatarse de que no te opusiste, sonrió a centímetros de tu rostro. Estaba emocionado, finalmente te había confesado lo que llevaba dentro de él. Y no se arrepentiría de hacerlo.

▪FORMAS▪ | Kimetsu No Yaiba |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora