Capítulo 11

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Amelie Lefebvre....

Okey, eso fue impresionante.

Jamás me había presentado frente a más de 70 personas. Siento que lo hice perfecto, pero algo me tiene inquieta.

Ese algo son los hermanos Salvatore, los dos menores me estaban observando.

Damon me veía asombrado, pero Damen me veía serio, no podía distinguir ninguna emoción.

Bueno aparte de eso todo estuvo bien, menos la parte en la que Dayana casi me golpea a mi y a joyce.

Tuvimos una pelea, porque dayana nos hizo aprendernos unas coreografías en menos de 3 horas.

Osea, ¿que demonios le pasaba?

Joyce y yo tuvimos una idea para molestarla, por que si hay algo que me gusta es estresar a las personas a tal punto de ver lo débiles qué son.

Planeamos qué nos íbamos a besar en una parte de la coreografía para que ella se cabreara tanto que se desconcentrara.

Claro que no pudo ni acercar su mano a mi rostro o al de joyce. Porque nosotras tenemos un entrenamiento qué ella no.

No le golpee pero si le dije algunas cosas. Por ejemplo:

"Si se supone que eres la líder del grupo, hazlo bien"

"Me vuelves a levantar la mano y te la voy a romper"

"Soy nueva, pero te aseguro que yo podría entrenar a estas mujeres mejor que tú"

Y muchas más que no tienen importancia.

Estoy en la mansión, y los hermanos Salvatore se propusieron a invitarme a cenar.

Raro, ¿no? Algo planean.

Ya callate conciencia.

Me encuentro sentada con los dos hermanos menores sentados frente a mi.

Ellos me miran con un chispa en sus ojos, pero no se de que.

—¿Prefieres cenar aquí o en un restaurante?—me pregunta Damon.

—Ve al punto. No se por que demonios me invitaron a cenar, lo único que se es que esto es muy sospechoso—Recalco el sospechoso, quiero que sepan que estoy alerta de cualquier movimiento.

—Mira Amelie, nosotros somos más razonables qué Damián, solamente a la hora de hablar de ti. Damián actúa extraño cuando te mencionamos—la voz gruesa y áspera de damen me toma por sorpresa.

— Se supone que no hablas.

—Se que estabas con Mason ese día, también se que me escuchaste hablar. Lo único que no se es por que no le dijiste a alguien.

Sus ojos grises me ven ansiosos por mi respuesta, mientras que los de Damon me ven curiosos.

—Nadie me iba a creer que tu estabas hablando, además no es mi problema si quieres jugar al niño mudo.

Rápidamente la mirada de él cambia a una de irritación.

Una pequeña vena se veía claramente en el cuello de damen, la cual parecía palpitar.

—El punto es que no queremos ser enemigos, señorita Lefebvre.... Sabemos muy bien de lo que eres capaz, pero también sabemos cuales son tus únicas debilidades.

—Si te unes a nosotros podrás irte de Italia, conseguiremos qué nuestra madre te de la libertad completa. Pero solamente si sigues nuestras ordenes al pie de la letra, ¿entendiste Piccolo?—me pregunta damen con un tono de recelo.

Renaciendo desde lo más profundo	|+21|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora