Macao se encontraba aún en ese asqueroso y sucio sótano. No sabía con certeza cuánto tiempo llevaba en ese lugar. El sótano no tenía ventanas, y la pequeña luz que había solo alumbraba poco, así que no podía saber con certeza cuanto tiempo ya había pasado.
Pero sí era bastante tiempo, a lo mucho como tres meses. Se había acostumbrado a pasar mucho tiempo dentro de cuatro paredes mohosas y viejas. Para Macao, el tiempo pasaba lento. Pero gracias a la poca cordura que tenía lo hacía mantenerse firmé.
Sus tobillos y muñecas se encontraban adoloridas, debido al roce constante de las pesadas cadenas. Miro su cuerpo cubierto de sangre seca, en su labio se forma una sonrisa triste. No era como su pudiera quejarse. Su cuerpo había quedado en peores condiciones en las veces anteriores. Cada vez que veía las cicatrices y hematomanas en su piel, se encargaba de refrescarle la memoria cada vez que las miraba, o se movía demasiado.
A veces cuando Kim venía a “visitarlo” prendía la luz dejando ver la frio y socio sótano. Cada vez que sus ojos miraban la luz, lo primero que miraba era su reflejo sobre el espejo que tenía en frente. Por más que lo intentaba, no podía reconocerse, casi estaba en los huesos, ya que Kim casi no le llevaba comida. Había veces donde se preguntaba cuando terminara este infierno.
A veces se preguntaba ¿cuándo sería el día en que por fin podría morir en paz?. Pero sabía que Kim no lo dejaría morir tan fácilmente, así que siempre descartaba esa pregunta.
Odiaba con todas sus fuerzas a esa Bestia que día y noche lo atormentaba. Esa Bestia, el cual, es el causante de toda su miseria.
Kim lo visitaba diario, solo iba cuando quería satisfacer sus necesidades, luego se iba, dejándolo solo en ese cuarto con olor a putrefacción, muerte, sangre y sexo.
Básicamente, de eso se trataba su encierro. Kim nunca se iba sin antes humillarlo, tocarlo y abusar de su cuerpo. Siempre le dejaba una cicatriz nueva, recordándole que él era su único dueño.
Macao escuchó el crujir de la puerta abriéndose, sus ojos se cerraron con molestia al ver como la luz de arriba alumbrará el cuarto.
Kim se encontraba frente a él, no hizo intentó de levantar la mirada, ya sabia a que venía y lo único que deseaba más que nada era que todo eso terminará rápido.
—— Buenos días, amor —— la grave voz de Kim retumbó por toda la habitación. —— ¿Pudiste dormir bien? —— a Kim no le agradó el silencio del menor, así que soltó una fuerte patada sobre su rostro para qué lo mirará —— ¡MIRAME CUANDO TE HABLÓ! —— espetó con rudeza.
Macao ya estaba cansado de tantas humillaciones por parte del mayor. Como pudo se arrodilló frente a Kim. Levanto su maltratado y golpeado rostro hacia el mayor para mirarle.
—— Kim —— la voz de Macao se escuchó tan débil que apenas y Kim pudo escucharla —— Por favor… dame una oportunidad de remediar mi error —— paso con dificultad saliva, tenía la garganta seca —— Dame la oportunidad de amarte —— alzó un poco la voz al decir la última palabra, quería que Kim escuchará bien su súplica.
Kim estaba congelado, no podía creer lo que sus oídos escucharon.
—— ¿Qué acabas de decir? —— se sentó frente al menor tomado su rostro para que estuviera cerca del suyo —— Vuelve a decir lo… Quiero escucharte decirlo de nuevo —— susurro cerca de los partidos y secos labios del menor.
—— Prometo ser bueno, nunca volveré a intentar escapar… Pero por favor déjame amarte —— a pesar de que sentía su estómago revuelto por el golpe, pudo hablar.
Kim sonrió de felicidad. Tomo con sus dos manos el rostro del menor para estampar sus labios con los del menor en un beso apasionado llenó de lujuria.

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𝔸𝔻𝕀ℂ𝕋𝕆 𝔸 𝕋𝕀..
Romance𝐬𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐦𝐚𝐥, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐨 𝐞𝐯𝐢𝐭𝐚𝐫𝐥𝐨, 𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐥𝐚 𝐨𝐛𝐬𝐞𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐦𝐢𝐬 𝐟𝐚𝐧𝐭𝐚𝐬𝐢𝐚𝐬.