Capitulo Ocho

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JUNGKOOK

Seokjin insiste en pagar toda la cuenta. Su argumento es que me pidió una cita, así que va a pagar. Quiero dividirlo, pero él no tiene nada de eso. Una vez que todo está arreglado, nos dirigimos al club para ir a bailar. Lo llevo a uno de los clubes gay de la ciudad al que me gusta ir. Pagamos la entrada, nos sellan las manos y luego entramos.

El lugar está lleno porque es viernes por la noche. Hay bailarines go-go en las plataformas alrededor de la pista de baile y camareros poco vestidos que están trabajando en las mesas a su alrededor. Cuando miro a Seokjin, parece que está impresionado por el lugar mientras lo absorbe todo.

Me acerco para que me oiga por encima de la música, y le pregunto: —¿Nunca has ido a un club gay?

Sin mirarme, sacude la cabeza. —¡No! Tendría que conducir hasta Filadelfia; además, nunca tuve a nadie con quien ir.

—¡Bueno, te espera un festín!

Le tomo de la mano y lo conduzco a través de la multitud para llegar al bar. Pido un par de tragos para cada uno para que podamos tomar algo de alcohol y no tener que llevar bebidas a la pista de baile. Ambos los tiramos con facilidad. Le pago al camarero y luego le tomo la mano a Seokjin otra vez. Lo arrastro a la pista de baile y lo tiro contra mi. Gruñe cuando su pecho golpea el mío.

—¡Pero bueno! No soy una puta, Dr. Jeon. Mantén tus ojos aquí arriba —dice con un notable ceceo femenino mientras señala con dos dedos mis ojos a los suyos un par de veces.

Echo la cabeza hacia atrás y me rio. Dios, a veces me mata.

—No se preocupe, su virtud está a salvo conmigo, señora —le respondo, aun riendo.

Seokjin ladra una risa y luego me palmea el culo con ambas manos. —Es bueno saberlo porque no estoy tan seguro de la tuya.

Mi polla tiembla al pensar en dónde podríamos terminar esta noche. Las sábanas despeinadas del hotel me parecen un buen plan. Parece que Seokjin piensa lo mismo porque está rozando con su nariz la piel expuesta de mi garganta.

—Hueles tan bien —gruñe y me aprieta el culo.

Gimo, mi polla se vuelve más gruesa cada segundo.

—Si quieres quedarte a bailar, tienes que dejar de excitarme —le digo.

Hace un ruido agravado. —Bien.

Empezamos a bailar juntos, nuestros cuerpos separados por un pelo, con el espacio suficiente para movernos al ritmo de la música. Seokjin es un bailarín tan sexy como lo recuerdo; siempre sabe cómo mover su cuerpo con el ritmo. Cuando miro al hombre, que es unos centímetros más bajo que yo, me doy cuenta de que esta noche no va a ser suficiente tiempo con él. Una cita no va a ser suficiente.

Después de algunos bailes alegres, el DJ lo ralentiza, tocando una canción para "todos los amantes". Seokjin envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y presiona su cuerpo contra el mío. Serpenteo mis brazos alrededor de su cintura y dejo caer mi frente sobre la suya. Nos balanceamos lentamente con el "Pensando en voz alta" de Ed Sheehan. Mi corazón palpita mientras escucho las palabras de la canción; siento como si estuviera cantando sobre nosotros. Me trago con fuerza las emociones para las que no estoy listo aun.

Los dedos de Seokjin se introducen en el cabello en la parte posterior de mi cabeza, enviando escalofríos de placer por mi columna vertebral. Mis brazos se tensan alrededor de él y muevo mi cabeza de su frente para meter mi cara en la curva de su cuello. Bailar así con Seokjin nos trae recuerdos de nuestro baile de graduación. Obviamente no fuimos a la cita del otro, pero fuimos con un grupo de nuestros amigos, en lugar de traer citas. La pasamos muy bien a pesar de que escondimos nuestra relación de todo el mundo. Cuando terminó, Seokjin volvió a mi casa para quedarse a dormir. Arriba en mi cuarto, quería un baile lento que no podía tener en el baile de graduación, así que encendí una canción lenta y le pedí que bailara allí mismo en mi cuarto.

Salvando una vida #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora