Capítulo Segundo

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Capítulo Segundo

Christina

Mirarlo pelear era algo divino, casi surrealista, pero ahí estaba, de pie, combatiendo a los orcos, a hechiceros, a todo lo que se le pusiera en el camino. Era un semidios. Observé sus movimientos, eran perfectos, con la espada veía sus cabellos castaños ondearse al aire, los tenía atado a una coleta baja. Su armadura relucía sobre las demás y su capa ondeaba más que las otras. Solo tenía ojos para él.

Cuando superé las pruebas de acceso para luchar en combate me alegré muchísimo. Era el sueño de mi vida, además lo vería con un poco de suerte. Tan solo tenía dieciséis años, pero me aceptaron igualmente. En ese momento no había muchos magíster y los que había tenían heridas, es decir, que me aceptaron casi obligándome. No me importaba, quería salvar vidas, ese era mi sueño.

El primer trabajo que tuve era con mi querido teniente, se llamaba Diego Sanjuán, y era respetado por todos. Había oído que tuvo una novia pero la mataron hacía solo dos años. La verdad es que era algo mayor para mi, pero no me importaba, yo lo quería. Fue amor a primera vista y lo quería conocer, fuera cual fuera el precio.

Nuestra misión era llegar hasta la fortaleza de uno de los líderes de los hechiceros, Freichfer, y matarlo. Era complicado, pero si íbamos con Diego lo lograríamos, seguro.

Al comienzo de la travesía era invisible para él, como no, pero un día, luchando contra los orcos me vio, supuse que sería porque llevaba un buen rato observándolo y mi mirada no pasaba desapercibida. Decían que tenía la mirada más atrayente de todas, unos ojos azules y grandes, pestañas largas… pero en fin, sea como sea, se fijó en mí y hasta me salvó de un orco que me iba a matar. Luego fue grosero conmigo, pero tenía razón, había sido una insensata al despistarme como lo hice.

Más tarde lo salvé yo, no fue casualidad que lo salvara, pues mis ojos siempre estaban con él. Pero eso no lo sabría nunca.

Acabó con el orco, pero tenía una herida bastante grave en el abdomen, por lo que pude observar por encima. Apoyé su cabeza en mi regazo y entonces me llamó María. ¿Sería su ex novia?

En cualquier caso, lo alejé del tumulto y lo llevé a una tienda de campaña de los hechiceros. Como ya se alejaban no hubo problema, lo tendí en una cama y le quité la armadura poco a poco. Debajo de ésta tenía un vendaje que ocultaba en el lado izquierdo un charco de sangre. Le quité el vendaje suavemente hasta dejarlo desnudo, era un corte profundo, pero yo podía regenerar su piel y parte de su sangre. Solo podía darle sangre a alguien por medio de un conjuro blanco que nos enseñaron para casos extremadamente urgentes. Este era uno de ellos, mi teniente se iba a morir si no lo hacía. Además, ese corte afectaba a uno de sus órganos vitales.

Me relajé, esta era la primera vez que hacía algo así de importante, pero lo haría con éxito. La técnica consistía en cortarme alguna vena para así, por medio de la magia, transferirle mi sangre a sus órganos y regenerarlo. Solo un magíster podía hacerlo.

Recité las palabras clave y me corté las venas de la muñeca, no era un gran corte, pero serviría para la ocasión. Luego acerqué mi muñeca a su herida y comenzó la transfusión de sangre. Sentí como mi sangre se fusionaba con la de ese hombre tan fuerte, contuve las ganas de llorar por el dolor, aun así se me escaparon algunas lágrimas. Cuando hube terminado, vi como la piel de Diego ya no presentaba ninguna cicatriz y mi piel se volvía pálida. Luego me curé la herida con la poca energía que me quedaba y me recosté a su lado, solo dormiría un poco… solo…un… poco.

Continuará...

Autora: A continuación subo el tercer capítulo ^^ (ya que este es muy cortito) ¿Comentarios? ;)

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