MI ESPOSA

CAPÍTULO 76. CHOQUE DE LAS ESCENAS (1)

A primera hora de la mañana siguiente, unos cuantos coches de policía estaban aparcados bajo cierta comunidad de la ciudad A. Había un gran grupo de personas a la entrada de una habitación del cuarto piso. La línea amarilla de la policía les separaba del exterior y todos estaban discutiendo.

La habitación principal estaba llena de un fuerte olor a sangre. El olor era incluso peor que el del matadero. Las cosas en el dormitorio estaban todas colocadas como si la dueña acabara de terminar de limpiar.

La escena del crimen estaba más limpia y ordenada que cualquier lugar que hubieran visto donde se hubiera producido un asesinato. Los cuerpos que yacían en el suelo habían sido cubiertos por la policía con una tela blanca. A través de la tela blanca aún se podía ver vagamente el contorno de los fallecidos. El resto de los policías estaban ocupados investigando la escena del crimen y algunos tomaban notas en el pasillo.

Llevaba un uniforme de policía negro que hacía resaltar su figura alta y robusta. La carretera por la que venía estaba un poco congestionada y acababa de llegar al lugar de los hechos.

"¿Qué tal?" Tan pronto como Gao Jian llegó, empezó a preguntar sobre la situación en la escena. El oficial de policía informó del caso con honestidad.

"El método de cometer el crimen fue extremadamente cruel. El cuerpo fue desollado y el asesino era hábil. Es probable que la víctima aún estuviera viva cuando fue desollada y muriera debido a la excesiva pérdida de sangre. Extrañamente, no había signos de lucha en la escena del crimen. El fallecido no tenía heridas externas y no había droga en su cuerpo."

Gao Jian frunció el ceño y pareció confuso. "Es un asunto tan doloroso de pelar. ¿Ni siquiera gritó?"

Incluso los policías que tomaron las notas se sorprendieron, pero la verdad era que "sus vecinos no oyeron nada anoche."

Gao Jian se puso en cuclillas y abrió la tela blanca. La escena del interior era tan insoportable que no pudo soportar mirarla directamente. La piel del cuerpo del difunto estaba pelada, dejando sólo carne ensangrentada. La escena era un poco chocante. Algunos policías apartaron la cabeza y no se atrevieron a seguir mirando.

"¿Con quién vive actualmente la víctima?"

El oficial de policía hojeó el registro y dijo: "El nombre de la fallecida es Yu Xiao Li. Está casada pero actualmente está separada de su marido. Debe vivir sola en esta casa."

"¿A qué se dedica su marido?"

"Doctor, pero anoche, el doctor Lu estaba ocupado con una operación. Cuando nuestra gente le encontró, acababa de salir del quirófano, así que tenía coartada."

Gao Jian frunció el ceño. El hecho de que pudieran hacer un corte tan preciso era la mayor sospecha para su marido. Lo espinoso era que su marido tenía coartada.

"Xiao Luo, ¿hay alguna posibilidad de que sea otra persona la que realizó la operación, y que volviera al hospital después de consumado el crimen?"

"Líder, todas las enfermeras están aquí. Ellas pueden probar que el Dr. Lu estuvo operando todo el tiempo y que no se fue a mitad de camino. A menos que las enfermeras mientan, su hipótesis no será válida."

El caso empezó a caer en un estado de ansiedad. Gao Jian sintió de repente que no estaba en buena forma. Xiao Luo miró a Gao.

"¿Podría haber sido esa cosa?"

"¡¿De qué estás hablando?!" Como oficial de policía, ¡creía en tales tonterías!

"¡Prefiero creerlo a no creerlo!"

"¿Quieres que le pida a un sacerdote taoísta que venga y lo vea?"

Xiao Luo sonrió y agitó la mano. "No hace falta, no hace falta."

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Después de todo un día de investigación, Gao Jian no encontró ninguna razón. Cuando volvió a casa, se tumbó en el sofá y gritó unas cuantas veces, como desahogándose.

Mu Peici, que estaba arreglando la habitación, oyó volver a su marido y se desató rápidamente el delantal. Pasó una ráfaga de viento y un trozo de papel blanco entró flotando por la ventana y cayó al suelo sin hacer ruido acababa de ser arrastrada por el viento.

El viento iba y venía rápidamente. Cuando paró, cerró la ventana y vio por casualidad el papel blanco en el suelo. El papel era increíblemente claro y fino, casi transparente.

Mu Peici se agachó a recoger el papel y lo puso de nuevo sobre la mesa. Apretó un bolígrafo en la parte superior, salió de la habitación y cerró la puerta. No sabía que, al salir, el bolígrafo sobre el papel empezó a moverse y rodó lentamente hasta el suelo.

Cuando Mu Peici bajó las escaleras, vio a su marido con el ceño fruncido en el sofá. Normalmente, sólo se ponía así cuando le dolía la cabeza. Mu Peici se quitó el delantal y se acercó suavemente.