Capítulo 3... El tiempo juntos

39 8 7
                                    

Después de esa noche nos hicimos oficialmente novios y si les soy sincera, jamás había salido tanto de mi habitación. Podría decirse que ahora conozco mucho más la ciudad.

En la cafetería de siempre:

— ¿Vas a pedir un latte frío con el frío que hace? — exclamaste en una pregunta.

— Sí — respondí segura, sonreíste hacia un lado.

— Está bien, un latte frío y un café bien cargado y bien caliente — dijiste serio, la chica se te quedo mirando hechizada, me di cuenta de eso, pero solo yo puedo caer ante tú hechizo. — No hay mejor cosa que un cafecito bien rico. — le diste un sorbo y lo disfrutaste como siempre. Yo te miraba sin beber mi latte. — ¿Me dirás por qué tú frente esta tan arrugada?

— ¿Por qué dijiste bien caliente de esa forma? — te reclamé.

— ¿De qué forma? — reíste confundido.

— Es como si tuvieras... superardiente intensidad

— ¿Cómo en Jumanji? — ladeaste la cabeza, yo asentí. — Prometo no volver a usar mi superardiente intensidad — dijiste poniendo tú mano en tú pecho, sonreí y bebí de mi latte feliz. —, prometo ser ardiente solo para ti. — guiñaste un ojo haciendo que me atore con la bebida y reíste a carcajadas.

En una fiesta:

De lejos te veía a ti y a Patrick cantar a gritos una canción que no conozco, entonces comenzó a sonar otra música más movida, me sonreíste y me señalaste para que me acercara a ti, negué con la cabeza, asique tú te acercaste a mí.

— Vamos a bailar. — me extendiste tú mano y alzaste las cejas.

— No quiero, no sé hacerlo — dije avergonzada e intenté irme, pero me tomaste de la mano y me arrastraste a la pista.

— Yo tampoco — dijiste y no pude decirte que no. Empezaste a moverte gracioso, yo solo te miraba sin hacer ningún movimiento, entonces me atrajiste hacia ti coqueto, tragué saliva nerviosa y empecé a moverme al mismo ritmo que tú, lento, de un lado a otro a pesar de que la música tiene un ritmo totalmente diferente.

Patrick apareció de la nada gritando y nos abrazó a los dos por los hombros.

— Los amo chicos — exclamó ebrio y luego se fue a bailar y saltar con unas chicas que estaban igual de ebrias que él. Ambos reímos. 

En mi habitación:

Estoy concentrada haciendo unos arreglos de flores y chocolates, pero puedo notar que me miras con atención.

— No sabía que trabajabas, y encima es tu propio emprendimiento — dijiste sorprendido. —, disculpa por llamarte princesa de papi, creí que te aprovechabas del dinero de tu papá.

— No eres el único que trabaja y se esfuerza Dylan

— Lo sé... pero... ¿Qué haces con el dinero de tú papá?

— Lo uso para pagar la residencia, libros, cosas personales que necesito y para comprar mucho chocolate — dije graciosa, reíste por eso.

— ¿Y lo qué ganas con tu emprendimiento?

— Lo estoy ahorrando, no viviré siempre en la universidad y no planeo vivir con mis padres, compraré un apartamento en el futuro — te explique mientras me observabas fijamente.

— Muy bien, mi chica independiente — dijiste con ternura, sonreí sonrojada y continué con mi trabajo. — ¿Y cuáles son tus planes al terminar de estudiar? ¿Vas a trabajar en algún hospital o tendrás tu propio consultorio?

— No lo sé... no quisiera estar en un solo lugar ¿Sabes qué hay muchos pueblos y regiones que no reciben atención medica? Miles de personas mueren por enfermedades en lugares remotos

— Wow no... no sabía eso

— Desde que leí esa noticia, no se me sale de la cabeza y el corazón el deseo de viajar y utilizar mi profesión para ayudar a esas personas, espero poder hacerlo

— Estoy seguro de que lo harás

Otro día en mi habitación:

— ¿Cómo hiciste para tener una habitación solo para ti? — me preguntaste recostado en mi cama leyendo una novela de esas de época, en la portada dice Jane Eyre, yo por otro lado leo mis libros de medicina.

— Fue la primera y última vez que usé mi apellido y a mi papá para beneficiarme de algo — dije defendiéndome, tu reíste. — Para mí la privacidad es esencial, además la idea de dormir con una extraña me parece aterradora

— Pues que bien, no hay compañera que nos estorbe — dijiste sonriendo hacia un lado y guiñaste un ojo como haces siempre, logrando ponerme nerviosa.

— ¿Cómo para hacer qué?

— Estudiar ¡Claro! ¿En qué pensabas? Mente sucia — me regañaste y regresaste tú atención al libro, dejándome totalmente confundida.

— Yo no... es decir, es que yo...

— Qué vergüenza Kristen — exclamaste negando con la cabeza, yo te lancé una almohada y te quejaste por eso; minutos después me ahogaba de la risa porque no parabas de hacerme cosquillas. 

DE VUELTA A TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora