Después de esa noche nos hicimos oficialmente novios y si les soy sincera, jamás había salido tanto de mi habitación. Podría decirse que ahora conozco mucho más la ciudad.
En la cafetería de siempre:
— ¿Vas a pedir un latte frío con el frío que hace? — exclamaste en una pregunta.
— Sí — respondí segura, sonreíste hacia un lado.
— Está bien, un latte frío y un café bien cargado y bien caliente — dijiste serio, la chica se te quedo mirando hechizada, me di cuenta de eso, pero solo yo puedo caer ante tú hechizo. — No hay mejor cosa que un cafecito bien rico. — le diste un sorbo y lo disfrutaste como siempre. Yo te miraba sin beber mi latte. — ¿Me dirás por qué tú frente esta tan arrugada?
— ¿Por qué dijiste bien caliente de esa forma? — te reclamé.
— ¿De qué forma? — reíste confundido.
— Es como si tuvieras... superardiente intensidad
— ¿Cómo en Jumanji? — ladeaste la cabeza, yo asentí. — Prometo no volver a usar mi superardiente intensidad — dijiste poniendo tú mano en tú pecho, sonreí y bebí de mi latte feliz. —, prometo ser ardiente solo para ti. — guiñaste un ojo haciendo que me atore con la bebida y reíste a carcajadas.
En una fiesta:
De lejos te veía a ti y a Patrick cantar a gritos una canción que no conozco, entonces comenzó a sonar otra música más movida, me sonreíste y me señalaste para que me acercara a ti, negué con la cabeza, asique tú te acercaste a mí.
— Vamos a bailar. — me extendiste tú mano y alzaste las cejas.
— No quiero, no sé hacerlo — dije avergonzada e intenté irme, pero me tomaste de la mano y me arrastraste a la pista.
— Yo tampoco — dijiste y no pude decirte que no. Empezaste a moverte gracioso, yo solo te miraba sin hacer ningún movimiento, entonces me atrajiste hacia ti coqueto, tragué saliva nerviosa y empecé a moverme al mismo ritmo que tú, lento, de un lado a otro a pesar de que la música tiene un ritmo totalmente diferente.
Patrick apareció de la nada gritando y nos abrazó a los dos por los hombros.
— Los amo chicos — exclamó ebrio y luego se fue a bailar y saltar con unas chicas que estaban igual de ebrias que él. Ambos reímos.
En mi habitación:
Estoy concentrada haciendo unos arreglos de flores y chocolates, pero puedo notar que me miras con atención.
— No sabía que trabajabas, y encima es tu propio emprendimiento — dijiste sorprendido. —, disculpa por llamarte princesa de papi, creí que te aprovechabas del dinero de tu papá.
— No eres el único que trabaja y se esfuerza Dylan
— Lo sé... pero... ¿Qué haces con el dinero de tú papá?
— Lo uso para pagar la residencia, libros, cosas personales que necesito y para comprar mucho chocolate — dije graciosa, reíste por eso.
— ¿Y lo qué ganas con tu emprendimiento?
— Lo estoy ahorrando, no viviré siempre en la universidad y no planeo vivir con mis padres, compraré un apartamento en el futuro — te explique mientras me observabas fijamente.
— Muy bien, mi chica independiente — dijiste con ternura, sonreí sonrojada y continué con mi trabajo. — ¿Y cuáles son tus planes al terminar de estudiar? ¿Vas a trabajar en algún hospital o tendrás tu propio consultorio?
— No lo sé... no quisiera estar en un solo lugar ¿Sabes qué hay muchos pueblos y regiones que no reciben atención medica? Miles de personas mueren por enfermedades en lugares remotos
— Wow no... no sabía eso
— Desde que leí esa noticia, no se me sale de la cabeza y el corazón el deseo de viajar y utilizar mi profesión para ayudar a esas personas, espero poder hacerlo
— Estoy seguro de que lo harás
Otro día en mi habitación:
— ¿Cómo hiciste para tener una habitación solo para ti? — me preguntaste recostado en mi cama leyendo una novela de esas de época, en la portada dice Jane Eyre, yo por otro lado leo mis libros de medicina.
— Fue la primera y última vez que usé mi apellido y a mi papá para beneficiarme de algo — dije defendiéndome, tu reíste. — Para mí la privacidad es esencial, además la idea de dormir con una extraña me parece aterradora
— Pues que bien, no hay compañera que nos estorbe — dijiste sonriendo hacia un lado y guiñaste un ojo como haces siempre, logrando ponerme nerviosa.
— ¿Cómo para hacer qué?
— Estudiar ¡Claro! ¿En qué pensabas? Mente sucia — me regañaste y regresaste tú atención al libro, dejándome totalmente confundida.
— Yo no... es decir, es que yo...
— Qué vergüenza Kristen — exclamaste negando con la cabeza, yo te lancé una almohada y te quejaste por eso; minutos después me ahogaba de la risa porque no parabas de hacerme cosquillas.
ESTÁS LEYENDO
DE VUELTA A TI
RomanceKristen y Dylan se conocen de toda la vida ya que él es el mejor amigo de su hermano mayor. Sin importar que, Dylan siempre ha sido el auxilio de Kristen, siempre ha estado ahí para ella y en todos sus cumpleaños, hasta que no asistió a su cumpleañ...