Capítulo 2... ¡Novio falso a la orden!

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Caminaba de un lado a otro en mi habitación «¿Por qué me suceden estas cosas a mí?» «Le dije que no volvería a molestarlo» Tomé mi celular con mala gana, no creí volver a pedirle un favor «¿Por qué tuvo que ser él?» Busqué su nombre en mis contactos.

— ¡Dylan! ¡Mi persona favorita! — exclamé apenas contestaste.

— Siempre — dijiste; puedo imaginar tus labios curveándose en una sonrisa coqueta. — Apuesto cien dólares a que me necesitas de novio otra vez

— ¿Cómo lo sabes?

— Tienes esa voz, esa de cuando quieres pedirme un favor, es algo chillona

— Entonces... ¿Me ayudarás?

— Para eso vivo. — sonreí y colgamos, me tiré a mi cama y sobre toda la ropa en ella.

                                                               [...]

Tocaron un par de veces a la puerta.

— ¡Ya voy! — grité desde el baño, hoy quise vestirme bien y según yo, me maquille, pero solo es rubor; tocaron otra vez con más fuerza. Deje todo y abrí la puerta.

— ¿Por qué tardaste tanto? — te quejaste entrando a mí habitación como si fuera algo de lo más normal. — Ni que te estuvieras arreglan-do. — abriste bien los ojos y alzaste las cejas sorprendido. — Te ves bien

— ¿Solo bien? — inquirí acomodando mi vestido y llevando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

— Te ves hermosa — dijiste viéndome con ternura, yo sonreí feliz sintiendo mi cara iluminarse «Me veo hermosa» — ¿Nos vamos? — me ofreciste tú brazo, enredé mi brazo con el tuyo y salimos de la habitación. - Si esto se vuelve algo de todos los días, empezaré a cobrarte — me dijiste al caminar, yo reí a carcajadas.

Ya en el restaurante, Elizabeth no dejaba de hablar de lo mucho que ama su nuevo apartamento en la ciudad, es muy Chic según el idioma de ella. Dylan a veces me mira y hace unas muecas extrañas, yo hago lo posible para no reírme, pero no hago milagros.

— ¿De qué se ríen? — preguntó Irene molesta porque la interrumpimos al no aguantar la risa, no dejaba de hablar de lo mucho que ama su nuevo auto. Siempre de trata del amor a lo material cuando se habla con ellas.

— ¿Ah? — dijimos los dos al mismo tiempo.

— ¿De qué hablas? ¿Quién se está riendo? — dijo Dylan haciéndose el desentendido.

— Ustedes...son muy raros. — nos miró con incomodidad y sacudió su rostro. Miré a Dylan el cual me guiño el ojo haciéndome sonreír otra vez.

Después de cenar, las chicas se fueron a una fiesta, nos invitaron, pero no quisimos ir, más bien me llevaste por un café y volvimos a la universidad.

— Realmente amas el café — dije sonriente al ver como bebiste un poco y cerraste los ojos respirando satisfecho, me miraste sonriendo y asentiste; seguimos caminando por la universidad un rato más, esta es la quinta vez que hacemos el mismo recorrido, de una esquina a la otra. Ninguno quiere irse. — ¿Dylan?

— Si, señorita Sawyer. — Te detuviste frente a mí, me detuve de golpe con la mirada en tus labios, luego la alcé a tus ojos que me miraban en un intenso y muy brillante azul. — ¿Me ibas... a decir algo?

— ¿Ah? Si, perdón, ehmm... — respiré profundo. — ¿Por qué me ayudas siempre? Es decir, jamás dices que no ¿No te sientes obligado o sí?

— ¿Cómo puedes decir algo así? — respondiste con rapidez y molestia. — ¿Obligado yo? Nadie me obliga a hacer nada. — yo te miraba asombrada. — ¿Eso responde a tú pregunta?

DE VUELTA A TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora