Capitulo 13

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-¿T-tom?...

Esa voz...Esa voz femenina, esa voz que me hacía sentir vivo, esa voz que para mis oídos era como una hermosa melodía...

Ahí estaba ella, esa hermosa chica...MI chica...ahí se encontraba, del otro lado de las rejas, mirándome con esos hermosos ojos brillosos que parecían estrellas, con lágrimas que poco a poco iban cayendo e iban recorriendo sus mejillas, esas mejillas ruborizadas con algunos moretones...Ahí estaba ella, tan tierna e inocente.

-¿P-princesa? -Pregunté dudosamente, aún tenía miedo de que todo fuera una creación de mi mente, pensando en que eso no era real y solo era porque yo la extrañaba muchísimo.

Me acerqué a las rejas lentamente...Tenía miedo de que si tocaba sus suaves manos, desapareciera toda esa ilusión, desapareciera ella...Pero aún así, me acerqué y toqué sus suaves y bellas manos...Aquellas manos tan delicadas, tan femeninas que no necesitaban tener pintura en las uñas para parecer aún más bonitas, aquellas blancas manos, que parecían de una muñeca de porcelana...Esas manos que con sus toques, hacian que mi corazón palpitara aún más rápido y con más fuerza...

-Tom...l-lo s-siento m-mucho -Soltó entre sollozos...Se acercó hacia las rejas y apoyó su cabeza en éstas. Aún sus lágrimas caían sin cesar, dejando pequeñas gotitas en el suelo.

No entendía porque lo sentía, la culpa no era de ella, que yo estuviera ahí no era su culpa, era mía. Era mía por haber llegado tarde, era mía por no estar a tiempo en la universidad, era mía por haber hecho que se preocupara y no haberle respondido el teléfono...

-No. Soy yo quien lo siente, Hannah. -Dije, agarrando su mano con fuerza mientras agachaba mi cabeza. -Fue mi culpa, por mi culpa sufriste todo aquello que te hizo ese hijo de puta. Fue mi culpa y solo mía...Si yo hubiese llegado a tiempo a la universidad, si yo no te hubiese preocupado...No habría pasado absolutamente nada de ésto.

El nudo de mi garganta se hacía cada vez más grande, casi imposible de tragar, casi imposible que desapareciera. Por cada palabra que soltaba, ese nudo crecía y crecía, casi sin dejarme hablar, casi haciendo que se derrame una lágrima por mi mejilla.

Sentí un toque suave en mi rostro...Era su mano, su suave mano que me acariciaba la mejilla. Conectamos miradas a través de las rejas, esos ojos tan brillantes, tan llenos de amor pero que al mismo tiempo reflejaban dolor y tristeza, aquellos ojos eran los que me miraban, aquellos que solo brillaban para mí...Sus ojos.

-Te vamos a sacar de aquí Tom, te lo prometo...Pase lo que pase, cueste lo que cueste, tu saldrás de esta puta celda, de esta asquerosa y repugnante celda. -Dijo con un tono de voz que jamás había escuchado, uno tan decidido y tan fuerte. Sus ojos que antes brillaban, ahora estaban opacos, solo se veía plena oscuridad en ellos, como si tuvieran sed de venganza.

-Se que lo harás, Hannah. Confío plenamente en tí -Acercamos nuestras cabezas a las rejas, casi podía sentir que estábamos frente con frente...

Quería salir de allí en ese instante, quería salir y poder abrazarla fuertemente y pegar nuestros labios en un profundo beso...Haberla visto y saber que estaba bien, ya me había puesto el día feliz, ya sentía que nadie podría arruinarme el día, solo ella podía ponerme tan feliz...Solo ella lo lograba, mi chica.

No sé qué me hiciste Hannah, no sé cómo hiciste para envolverme en tus brillantes ojos, envolverme en tus suaves, rojos y carnosos labios, esos labios que forman una sonrisa inexplicablemente hermosa, envolverme en tus delicadas, suaves y bellas manos...Me envolviste en cada curva de tu cuerpo, en cada vello de tu piel, hasta en el aroma de tu pelo, en cada gesto de tu rostro, en cada lágrima que cae por tu mejilla, me envolviste con todo tu encanto...Me cambiaste para bien y eso te lo voy a agradecer siempre, mi princesa.

Sumisa A Tí...(+18) Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora