9. Kayla y Larissa.

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Me quité el cinturón de seguridad y bajé del auto alarmada.

No había sentido impacto, así que, ¿de verdad lo había golpeado?

En el suelo estaba la bicicleta y a su lado el cuerpo estático de la persona que lo conducía.

Me llevé las manos al cabello y me arrodillé a verificar.

Está persona tenía una sudadera y la capucha le cubría el cabello y apenas se veía de perfil.

—Oye...Oye, ¿estas bien? —Miré a mi alrededor y como era una avenida poco transitada, no había absolutamente nadie. — ¿Estas vivo?

Me tomé el atrevimiento de quitarle la capucha del rostro, y me topé con que era una chica. Parecía inconsciente.

Parpadeé y llevé mis dedos a el punto de su garganta dónde podía tomarle el pulso.

Estaba respirando y su pulso estaba bien, ¿entonces que había pasado?

Tomé a la chica de los hombros y la zarandeé y no despertaba, le toqué las mejillas nada.

—Santa mierda.

La tomé por debajo de los brazos y la apoyé en mi hombro para ponerla la acera y apartarla de todo el paso de los carros, luego fui por su bicicleta y la estacioné al lado de nosotras.

Recordé que aún cargaba el vestido y me sentí incomoda al estar sentada en la acera.

Me quedé mirándola sin saber que hacer.

No debía tener más de 20 años, era rubia con el cabello ondulado. Su piel era blanca ruborizada en las mejillas. Iba vestida con un uniforme de alguna cafetería, supuse.

Miré el lado izquierdo de su pecho, donde tenía el nombre bordado abajo del nombre de la cafetería.

Kayla. U. —Leí y me quedé mirándola un poco más, pensé en algo pero iba a ser poco ético de mi parte pero era algo que hacíamos de niños cuando estaba en Cuba y siempre funcionaba. Me metí el dedo meñique a la boca, lo llené un poco de saliva y lo metí en su oreja.

La rubia teñida pegó un salto en el asfalto y por el susto del tacto vicoso en su oreja, pegó la cara del suelo.

—Au, au, au. —Expresó tomándose la nariz.

—¡Lo siento! ¿Estas bien? No quise romperte la nariz.

Ella se volteó a verme agotada y negó con la cabeza, como si estuviese acostumbrada.

—Estoy bien. —Se quitó la mano de la nariz y la miró. — No hay sangre.

Ella se iba a levantar como si nada y la detuve.

—Espera, ¿no estás herida? creí haberte arrollado, pero no sentí impacto, ¿te caiste? ¿te desmayaste?

—Conformate con saber que no fue tu culpa. —Su voz era la de una adolescente chocante que le chupaba un huevo todos y se sentaba siempre al final de los asientos a fumar.

Ahora que la miraba con los ojos abiertos, tenía los párpados caídos y mire que tenía sombra de ojos abajo de ellos y portaba unos ojos verdes aceituna que me miraban con cansancio.

—¿Te desmayaste, Kayla?

—¿Kayla? —Ella hizo una mueca y después chasqueó la lengua como recordando algo y mirando el nombre en su uniforme. —Eso...no me llamó Kayla, es de la antigua dueña del uniforme.

Yo asentí con la cabeza mirándola desde abajo sin entender del todo.

—La asesiné.

—¿A...a quien?

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⏰ Última actualización: Jun 17, 2023 ⏰

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