Capitulo 1: pensamientos

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Medea

   
    Es medianoche y todavía no puedo dormir, pero no es porque esté preocupada por cómo resultará mi plan para ascender a Duquesa o por las intenciones de mi padre de matarme. Lo único que resuena en mi mente sin descanso son las palabras de Eros: "Te daré un título y nadie podrá tocarte, cásate conmigo".

Esas palabras peligrosas y poderosas parecen estar atrapadas en un bucle infinito, no sé qué me sorprendió más, cuando me prometió el título de emperatriz, que es lo que más anhelaba, o lo que pasó después, ese beso.

Aún más sorprendente y muy a mi pesar.Mis labios y mi memoria trabajan juntos para mantener ese sentimiento, y cada segundo que pasa me hace sentir más culpable por no sentir asco. Al mismo tiempo,me doy cuenta de que  Eros es un buen besador. ¿Que estoy diciendo? Lo niego repetidamente mientras toco mis labios.

Necesito distraerme para no pensar en lo que ni siquiera debería pasar por mi cabeza. Dejo el territorio de Solon para ir con la única persona que espero pueda hacerme olvidar lo que pasó hoy.

Cuando entro a la mansión por una ventana, tratando de no hacer ningún ruido, me doy cuenta de que no necesitaba buscar mucho porque Heli está en la habitación.Tiene un brillo en los ojos al verme.

—Heli— digo y él se acerca rápidamente  a donde estoy ayudándome a bajar de la ventana, aunque no necesito ayuda.

—Espero que no te importe que haya venido a visitarte— le digo a él, aunque sé que nada de lo que hiciera le molestaría jamás, y menos esto.

  —Claro que no, puede venir cuando quiera, lo sabe perfectamente— me dice besándome la mano y haciendo una pequeña reverencia.

—Iré directo al grano— le digo de repente, poniendo mis manos en su cabello para jalarlo hacía mi y besarnos, simultáneamente me levanta en sus brazos y yo enredó mis piernas alrededor de su cintura.

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  Mientras regreso a casa, estoy luchando mentalmente por concentrarme en lo que hice con Helio para no volver a pensar en lo que me mantuvo despierta   toda la noche. Aunque no puedo hacerlo, porque mientras estuve con Helio, solo podía imaginarme a Eros en su lugar.

Es preocupante porque mi intento de evitar pensar en el príncipe heredero resultó completamente al revés y ahora es mucho peor. Mi mente está llena de escenarios de lo que sucedió con ese peliblanco que dejé profundamente dormido en su cama, pero reemplazado por el motivo de mi nueva preocupación.

Y aún peor, no solo lo imaginé, también fantaseé con él en formas que ni siquiera había explorado con Heli.

Entro en mi habitación y lo primero que hago es cambiarme y acostarme para intentar obligarme a dormir al menos las horas que quedan antes del amanecer. Doy vueltas en la cama por un rato y mi mente inevitablemente hace lo que me esfuerzo con todas mis fuerzas en evitar.

Pienso en todo el viaje en bote, desde la ira que sentí al recordar su calma y despreocupación a pesar de que arruinó mi reputación hace tres años, hasta reflexionar sobre lo descuidado y arriesgado que fue el acto de Psyche al omitir el pequeño detalle de su beso con Eros mientras ella estaba en mi cuerpo. Ironicamente, esto me tranquilizó, ya que mientras más emociones negativas tenga al recordar ese encuentro, mejor será para mi cordura.

Mi tranquilidad dura poco porque una vez más mi cerebro trae las palabras de Eros, sumando ahora los momentos que mi mente se imagina creando una sensación en la zona entre mis muslos, esa sensación me asusta por ser todo lo contrario a lo que debería sentir por Eros.

  A pesar de mí misma, encuentro que mis manos se mueven hacia el dobladillo de mi camisón de dormir.

—Tal vez solo un poco...—Susurro para mis adentros mientras levanto lentamente la tela, exponiendo mis suaves piernas.

— Hmm... —Paso mis dedos a lo largo de mi piel, sintiendo la textura suave.

— Esto está tan mal... —Pero no me detengo. En lugar de eso, deslizo mi mano más arriba, debajo de mi ropa interior, hacia el calor húmedo de mi núcleo.

—¡Oh!—Me muerdo el labio, tratando de reprimir un gemido mientras me toco íntimamente. Hago círculos en mi clítoris con mi dedo, estremeciéndome ante la sensación.

— Eros... —Su nombre se escapa de mis labios involuntariamente mientras lo imagino aquí conmigo.

Debería detenerme. En cambio, aplico más presión, frotándome cada vez más rápido.

— Esto se siente tan bien... —Jadeo, mis caderas se sacuden en la cama.

— Yo simplemente... No puedo evitarlo...

  Estoy perdida en una neblina de placer, mi mente consumida por pensamientos sobre el príncipe heredero y el beso que compartimos e inició todos estos pensamientos y sensaciones.

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