La embarcación es algo que disfrutan. Pero MinGi nunca se había sentido tan ansioso después de esta. La noticia de que el Jeong YunHo, había encontrado a alguien digno de él, lo había puesto los pelos de punta.
Sabía que él le había dicho que tenía que buscar a alguien más. Él en fondo esperaba que no. Él le había mentido al decir que ya tenía a alguien, cuando al único que siempre tenía en mente, era al mismo rey. Se sentía con ganas de ir y decirle que no podía hacerlo, pero se detenía al darse cuenta, que no podía y no porque no quisiera.
Pero aun así el reino fuera muy abierto, sabía qué no sería bien visto que un pirata se casará con un rey. Y tampoco podrían, porque MinGi no podría dejar lo que más gozaba y era viajar por los mares, pelear, robar y tener un vocabulario nada digno de la realeza. Por mucho que su corazón latiera por YunHo, no iba a renunciar al mar.
Pero en estos momentos, solo quería ver con sus propios ojos, si es que el chico que había ganado el corazón de su rey era digno. Para MinGi no existía alguien, que estuviera a la altura de su rey, y no era hablando por su estatus. Era porque YunHo merecía alguien que lo cuidara, que lo acompañará en sus locos sueños y entendiera la forma tan bonita que tenía al ver la vida. Porque YunHo para MinGi era como un niño, un niño lleno de curiosidad, pero también tímido.
Estaba muy agradecido, porque su capitán había decidido ir al reino Jeong, para cambiar el oro y también, felicitar al rey.
Habían pasado seis meses desde que se enteraron de lo que pasaba en los reinos.
Toda la tripulación había festejado, incluyendolo. Cuando su corazón lo sintió pesado y tuvo ganas de llorar, solo pensar en que YunHo, su amado rey, por fin había encontrado a quien darle sus ramos.
Era algo con lo que aún no podía lidiar.
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—Supongo que es cosa de ver cómo queda— YeonJun se encontraba frente a San, quien miraba igual las cortinas nuevas que habían mandado hacer para regalo de bodas, del reino Kim.
Yunho le había explicado, que dar cortinas de parte de su reino, era una tradición, si bien podía interpretarse como algo muy poca cosa, en realidad era lo opuesto. Que el reino Jeong regalará cortinas, era algo extravagante, porque solo en aquel reino, existían los mejores diseñadores. Y las telas que se ocupan siempre son de las más preciosas y únicas. Porque solo son personalizadas.
—Los colores son cálidos. Me gusta— YunHo dio su opinión, después de mirar el resultado.
YeonJun inclinó la cabeza. La verdad no era algo, que fuera con sus gustos, pero tenía razón, los colores daban la sensación de cálido.
—Solo ahora falta ver con qué moño lo envolvemos.
San saco una tira de muchos colores. YunHo se puso a inspeccionar cada uno de ellos, detenidamente.
—Este— El color según indicaba era moka. YeonJun estuvo de acuerdo.
—Perfecto su alteza.
YeonJun rio ante la cara que hizo YunHo, al ser llamado así por San.
—Me retiro.
San se retiró con los dos criados que lo habían ayudado a llevar las cortinas.
YunHo miró a YeonJun, quien miraba por la ventana.
—¿Quieres salir? Podemos caminar cerca del pueblo— propuso YunHo, ganándose la atenta mirada del contrario.
—Me encantaría.
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Rosas blancas. |SooJun|
FanfictionUna idea, y una decisión, podrían llevarlos a nunca más volver a dar un ramo. Historia de mi completa Autoría. No se permite, traducciones, re subir, adaptaciones en este u otra plataforma distinta El material que se ocupa para las portadas no me...