Juntas

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𝐏𝐀𝐋𝐀𝐒 𝐘 𝐀𝐓𝐄𝐍𝐄𝐀

Durante el alba fue cuando recobré la conciencia, desperté al lado del cálido cuerpo de Atenea, ella aun dormía apaciblemente, su respiración era calmada y lenta, la preocupación me invadió cuando me di cuenta de lo que habíamos hecho, pero el ver...

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Durante el alba fue cuando recobré la conciencia, desperté al lado del cálido cuerpo de Atenea, ella aun dormía apaciblemente, su respiración era calmada y lenta, la preocupación me invadió cuando me di cuenta de lo que habíamos hecho, pero el ver a Atenea durmiendo tranquilamente, me calmo.

Por minutos me perdí admirando a Atenea dormir a mi lado, detalle su rostro y su cuerpo. Pequeños destellos de luz entraban e iluminaban mechones de su cabello, ahí yacía yo junto a una de las diosas más hermosas e inteligentes.

— Palas — murmuro Atenea sumergida en sueños

Al escuchar mi nombre salir se sus labios sonreí, ella me llamaba aun en sus sueños y eso hacia saltar a mi corazón.

— Atenea — susurre mientras tocaba con delicadeza su brazo — Atenea... despierta

Quisiera admirar por la eternidad el sueño de Atenea, se veía tan en paz y tranquila, era una pena para mi tener que levantarla, pero pronto seria hora de nuestras lecciones con mi padre, y faltar no era una opción.

— Palas — volvió a pronunciar mi nombre pero ahora abriendo lentamente sus delicados párpados

— hola — murmure un poco avergonzada — no quería despertarte — confesé sintiéndome cohibida por los ojos grises que me observaban intensamente — pero pronto sera la hora de nuestras lecciones

— lo comprendo — dijo Atenea mientras asentía levemente con la cabeza — Palas ¿tu...? — Atenea detuvo su pregunta

— ¿que pasa? — pregunte con calma viéndola

Atenea poso su mano sobre la mía, pude sentir de nuevo el cálido toque de sus manos, el mismo toque que la noche anterior me había hecho delirar y derretirme bajo ella.

— ¿te arrepientes? — pregunto mientras envolvía mi mano con las suyas

Sentí mi garganta seca, yo no me arrepentía de nada de lo que habíamos hecho, pero temía que ella si lo hiciera.

— yo... no me arrepiento de nada — admití con sinceridad — ¿tu te arrepientes?

— no — dijo con seguridad — claro que no

Atenea se inclino hacia mi y beso mis labios cálidamente.

— hay que prepararnos — dijo Atenea levantándose del lecho mullido — no podemos llegar tarde con Triton

Atenea se puso su tunica blanca mientras que yo me quede aun en la cama, algo perdida por el resiente beso, no importara cuantas veces probara sus labios, estos siempre harían que me perdiera en su calidez y dulzor.

Con rapidez me levante, me puse mi tunica y salí junto a Atenea, las dos caminamos una al lado de la otra, podía sentir su mano rozar con la mía, de manera suave sus dedos jugaban con los míos mientras caminábamos hacia el lugar donde tomaríamos las lecciones.

Palas Atenea Donde viven las historias. Descúbrelo ahora