Festival de Atletismo

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𝐀𝐆𝐔𝐀

Suaves toques en mis labios hicieron que saliera de mi profundo sueño, mis ojos se abrieron con letargo por el sueño, pero aquel cansancio rápidamente se fue al notar a Atenea frente a mi

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Suaves toques en mis labios hicieron que saliera de mi profundo sueño, mis ojos se abrieron con letargo por el sueño, pero aquel cansancio rápidamente se fue al notar a Atenea frente a mi.

— Palas — me llamo con cariño — arriba, Triton nos espera

Atenea se encontraba ya vestida frente a mi, de nuevo me había vuelto a quedar en el lecho de Atenea, y ahora era tiempo de acudir a nuestras lecciones.

— ya inició mi quinto año aquí — dijo Atenea mientras besaba mi hombro — aun no tengo noticias de mi padre

— pronto te llamara — la tranquilice — ya podrás tener tu lugar en el Olimpo, no desesperes

— lo se — Atenea suspiro — estaremos juntas... iremos al Olimpo y cuando sea necesario acudiremos a guerras

— que así sea — murmuro mientras me inclinaba hacia ella para besar suavemente sus labios — bueno, ahora vayamos con padre

Cuando termine de vestirme las dos fuimos hasta el lago donde padre nos esperaba.

— aquí están — dijo Triton viéndonos — tengo noticias de Zeus

A mi lado Atenea observo a Triton con curiosidad, Atenea quería saber si por fin se le daría su lugar en el Olimpo.

— luego del festival de Atletismo podrás ir al Olimpo — anunció padre feliz, pues después de todo este tiempo le había tomado cariño a Atenea

Atenea sonrió, estaba feliz y emocionada, yo también sonreí, me alegraba saber que Atenea por fin tendría su lugar correspondiente en el Olimpo, junto a los demás dioses.

— ahora, es momento de que ustedes entrenen para el festival — dijo padre — tendrán algunos juegos aquí mismo, carreras, lucha y ese tipo de cosas

— esta bien — dijo Atenea más calmada

Cada una fue por sus armas y armadura, yo esta vez tome una lanza, llevaba tiempo usándolas y mejorando notablemente en su uso.

— ¿lista? — me pregunto Atenea ya en posición

— siempre — conteste sosteniendo la lanza con fuerza

En menos de un segundo las dos nos movimos, pasábamos tanto tiempo juntas que nuestros movimientos y forma de luchar se volvieron muy parecidos, Atenea se movía y yo me movía, nuestros movimientos eran acompasados, nuestras lanzas crujían al chocar, mis pies se hundían en la arena y el sudor cubría mi cuerpo, mis músculos se tensaban y el cansancio comenzaba a inundar mi cuerpo, pero mientras luchaba contra Atenea nada de eso importaba, pues me divertía como nunca, luchar contra ella me daba vida, mientras nos enfrentábamos era como si solo yo y ella estuviéramos, como si nos comunicáramos de una forma que nadie más sería capaz de entender.

Palas Atenea Donde viven las historias. Descúbrelo ahora