Roces

506 72 3
                                    

𝐂𝐎𝐌𝐏𝐀Ñ𝐄𝐑𝐀𝐒

Los fuertes lanzamientos de Atenea llegaban a mi con rapidez, era capaz de bloquearlos todos y esquivarlos pero era muy difícil encontrar una abertura en su guardia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los fuertes lanzamientos de Atenea llegaban a mi con rapidez, era capaz de bloquearlos todos y esquivarlos pero era muy difícil encontrar una abertura en su guardia. 

— se han vuelto muy buenas — dijo mi padre apareciendo en el lugar e interrumpiendo nuestro entrenamiento — ya ha pasado mucho tiempo desde aquel primer encuentro — recordó viéndonos

Las estaciones siguieron pasando, con rapidez ya habían pasado dos años más, en total Atenea llevaba en el lago Tritonis tres años.

— he hablando con Zeus — dijo Triton viendo a Atenea — tu padre cree que tal vez el próximo año puedas ir al Olimpo y tomar tu lugar

Al escuchar eso Atenea se emocionó un poco, rápidamente busco mi mirada y yo lo sonreí, me gustaría que las cosas pudieran seguir justo como hasta ahora, pero sabia que no era posible, lo único que calmaba a mi mente y corazón era el hecho de que seguiría a Atenea al Olimpo.

— tómense el día libre hoy — dijo padre viéndonos

Triton se fue dejándonos a solas, ya sin nadie que nos viera rápidamente corrí hacia Atenea y la abrace, su cuerpo cálido contra el mío era un deleite, su olor dulce como frutos del bosque o como las flores en primavera, era algo embriagador.

Desde el extraño momento que habíamos tenido  en el lago ya tanto tiempo atrás las cosas entre Atenea y yo cambiaron un poco, desde entonces los abrazos eran algo regular entre nosotras, mientras que mi corazón se descontrolaba solo con ver a Atenea o sentir su cercanía, era como si mi cuerpo anhelara estar en contacto con Atenea, como si fuera una necesidad.

— ¿a donde vamos? — pregunte cuando Atenea comenzó a tirar de mi mano

— quiero darme un baño — dijo Atenea con tranquilidad

De esa forma Atenea me llevo hasta el arrollo donde solía tomar baños para limpiar su cuerpo, en aquel lugar no habían presencias de Ninfas, ni de dioses o mortales, no muchas personas solían acudir a aquel lugar por lo que Atenea lo tomo para sus baños.

— ¿que pasa? — me pregunto cuando desvíe mi mirada

Atenea había entrado al agua sin su tunica, mi corazón latió descontrolado, no podia verla, no en el estado en que me encontraba.

— Palas — dijo curiosa mientras tiraba de mi hasta meterme en el agua junto a ella — últimamente estas extraña — dijo mientras buscaba mi mirada

— creo que te equivocas — murmure esquivando su mirada

— si es así mírame — pidió — Mírame Palas

Respire para poder controlarme y luego lentamente lleve mis ojos hacia los de Atenea.

— ahí estas — dijo divertida para luego hundirme en el agua

Juguetona Atenea me sumergió en el agua y luego ella se sumergió, jugamos debajo del agua, chapoteamos y nadamos mientras reíamos con tranquilidad y felicidad.

— ¿Vamos por unas frutas? — pregunto Atenea mientras salía del rió para ponerse su tunica

— lo que quieras — dije con una sonrisa y con mis mejillas de un tono rozado por nuestros recientes juegos en el agua

Atenea sonrió y extendió su mano hacia mí, sin dudar la tome y así juntas, tomadas de la mano fuimos hacia la parte de la arboleda donde se encontraban algunos arboles frutales.

El lugar olía dulce por las frutas y las flores, era un olor delicioso pero no se podía comparar con la esencia natural del cuerpo de Atenea.

— Atenea — dije llamando su atención

Atenea se encontraba acostada en el suelo, con su cabeza recostada en mi regazo, sus ojos estaban cerrados y su rostro se veía relajado y hermoso.

— ¿si, Palas? — murmuro Atenea con tranquilidad

— abre — pedi tocando sus suaves y cálidos labios con la punta de mi dedo indice — prueba esto

Como le pedí Atenea entreabrió sus labios por los cuales pase una pequeña fruta silvestre, Atenea cerro sus labios antes que mi dedo indice estuviera por completo fuera por lo que sentí la calidez de sus labios envolver la punta de mi dedo, mi respiración se agito y mi corazón dio un salto, pude sentir la punta de su lengua rozar con mi dedo y eso genero una extraña descarga en mi cuerpo que me recorrió completamente. La fruta mancho de rojo los labios de Atenea, haciendo que lucieran aún más apetitosos.

Fue ahí que un extraño torrente de deseo, como si de las aguas embravecidas de un río se trataran, me llevo a tener la necesidad de probar aquellos labios rosados que ahora estaban pintados de rojo.

Me incline en un movimiento delicado y sutil hacia Atenea, la cual seguía con los ojos cerrados, pude sentir su dulce y cálida respiración chocar contra la mía, fue ahí cuando Atenea abrió los ojos, pero no actuó sorprendida, como siempre parecía que iba dos pasos adelante de todos, Atenea solo me observo, sus ojos grises estaban fijos en mi, expectantes. Con valentía o locura corte la distancia entre mis labios y los suyos. Fue un mero roce, torpe y cálido, dulce y pausado. Los labios de Atenea eran suaves y dulces, sabían a frutas y eran tan suaves y aterciopelados como los pétalos de una flor.

El deseo comenzó a gotear de mi, mi corazón, cuerpo y alama solo me pedían más, más de Atenea, más cercanía, más contacto, más, más, más y más. Mi propio deseo me sorprendió.

La mano de Atenea se poso en mi cuello y me atrajo más hacia ella, la calidez de su mano, sus suaves labios y su olor tan embriagante me transportaron a otro mundo, a un lugar que ningún mortal o dios podría acceder, pues la llave para entrar se encontraba en los labios de Atenea.

Mi mente estaba nublada, por el deseo que florecía en mi interior, fue cuando Atenea mordió mis labios arrancándome un pequeño jadeo de deleite cuando fui consciente de lo que estaba haciendo y me separe.

— Palas — dijo Atenea con los labios rojos pero ahora no por la fruta sino por el contacto de nuestros labios

— lo siento — murmure confundida

No podia pensar con claridad, así que sin meditarlo me levante y corrí hacia el lago, Atenea vino detrás de mi, pero yo era más rápida y no pudo alcanzarme, desaparecí en el lago, me sumergí en las profundidades, para poder pensar, yo la había besado, ella era una diosa y yo solo una divinidad menor, me había dejado guiar por el deseo y temía que Atenea me despreciara por eso.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Palas Atenea Donde viven las historias. Descúbrelo ahora