Capítulo 2: Mis sentimientos y yo...

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Ví esa camioneta pasar otra vez...
El miedo me volvió a invadir, y esos malditos recuerdos no dejaban de estar en mi mente. Quedé traumado con el saber que mis padres necesitan ayuda y su hijo es un cobarde.
Volví a caminar, pero ahora trate de ir por la ciudad intentando no ser descubierto, fui lo más tranquilo que pude, y comencé una caminata, buscando algo de comer ya sea en la basura o en cualquier otro lugar.

–Esas malditas camionetas no dejan de pasar. Necesito calmarme o voy a explotar, sin importar que me vaya a un campo junto con los demás judíos–. No lo sé, pero dentro de mi existía una rabia gigante hacia los nazis y no me importaba nada más que el querer verlos sufrir, desgraciadamente, eso no pasaría pronto.
Volví a sentirme mal y lloré nuevamente, mientras las personas que pasaban me miraban extraño, sin saber qué ocurría en mi cabeza...

–Debo irme, necesito desahogarme, quiero aventar algo y desquitar todo...– comencé a pensar y me fui hacia un lago, tome unas piedras y mientras gritaba lanzaba las piedras, lloraba de dolor... –Necesito a mis padres de vuelta–, gritaba mientras cada vez, lanzaba cosas más pesadas hasta que pude cargar una roca de al menos unos 40 cm por el coraje que me causaba el pensamiento nazi.
Después de eso, me volví a dirigir hacia el bosque, sin antes cazar un pescado y tenerlo entre mis manos, mientras me dirigía al bosque para poder buscar algo con que encender una fogata.

–¡No puedo, maldita sea, no puedo!– gritaba, ese día estuve muy temperamental.
Nada podía calmarme, tenía ese deseo de acabar con los nazis y a la vez el querer ayudar a mis padres. –Si tan solo, no hubiera salido cobarde, otra cosa sería.–
Decidí volver a dormir, sin comer nada, para intentar prender alguna fogata al día siguiente. Esa noche no pude dormir, tenía tantos recuerdos de mis padres antes de que Hitler llegará al poder, eramos tan felices y sin hacerle daño a nadie. Mi vecindario era de los más limpios de la ciudad, mi familia y yo íbamos a caminar al centro, hacíamos tantas cosas juntos que las extraño demasiado.

–¿Y si mejor, acabo con mi vida? No creo poder seguir con este miedo y presión. Quiero calma y tranquilidad, y solo en la muerte estaré bien.– pensaba mientras caminaba al lago de ayer, tal vez podría estar cerca de alguna cascada o algún lugar alto y tirarme.
Comencé a caminar por unos 20 minutos hasta que encontré un pequeño cerro, de unos 10 metros de alto, –Este será un buen lugar para ya terminar con mi sufrimiento– decía mientras cerraba los ojos, listo para tirarme... Me acerqué hasta lo máximo que pude pero, de pronto, me entro la valentía y el deseo de ver felices a mis padres. –¿Qué pienso hacer? ¿Realmente soy un cobarde para no afrontar mis problemas?– empecé a reírme de mi mismo, y de mi debilidad. –Vaya cobarde que soy si me tiró de este lugar– decía mientras me retiraba un poco nervioso pero con la actitud necesaria para ir algún campo cerca e intentar rescatar a mis padres.
Mi mente volvió a idear y me puse a pensar:

~La vida no es fácil, pero es un riesgo que no todos están listos para afrontar... Todos cometemos errores y yo cometí el error de huir de aquella escena en lugar de ayudarlos, ahora me toca ir por ellos y rescatarlos y nada ni nadie me va detener. Está fuerza que estoy sacando es porque Jehová me va ayudar, estoy seguro de eso, y si no me ayuda al menos lo voy a intentar y que sea lo que él quiera. Padres, los amo y prometo hacer lo posible por verlos bien y sacarlos de ahí...~

Finalmente, logré hacer una fogata y cociné el pescado que tenía guardado. Disfrute tanto de esa cena que volví a tomar otros 3 y los guardé, luego me bañé ya que me sentía sucio, fue el mejor baño que haya tenido en mi vida o al menos, así lo sentí. El baño y la comida me dieron fuerzas para seguir adelante e intentar ayudar a mi familia.
Seguía caminando, todavía con la misma sudadera obscura del inicio y con el gorro puesto cuando los ví, volví a ver una camioneta nazi llevándose a más judíos.
Solo pase de largo, aunque quisiera ayudar, necesitaba cumplir mi objetivo y después ayudaría a los demás.
Entonces, mientras caminaba por algun colonia de lo más pobre, escuche por la radio:
"Hitler acaba de anunciar una operación militar contra Austria. No descansará hasta que éste país, sea parte del 3° Reich..."

Con eso me bastó para saber que la misión sería casi imposible. Pero todo vale la pena, si no me arriesgo no voy a ganar. Necesito encontrar a mis padres si o si, por eso contra todo pronóstico, voy a entrar como nazi y sacaré la mayor información posible.
Ya con mi supuesto plan perfecto hecho, solo quedaba noquear algún militar y sacarle su uniforme, pero esa parte también era suicida, ya que ningún militar estaba solo, siempre habían tres juntos o más.
Y... Volví a recaer, mi ánimo volvió a irse por el suelo, aún sabiendo que tenía pocas probabilidades de lograrlo... En este punto, ya no sabía que hacer, si realmente solo escapar o seguir con mi idea. Mi mente decía que debía escapar pero mi corazón, decía que tengo que ir por mis padres. Solo le daba tantas vueltas porque a pesar de tenerles resentimiento a los militares nazis, seguía con miedo a que me pasara algo y eso no lo podía evitar. Solo estaba confundido sin saber a dónde ir... Necesitaba ver qué es más importante, si yo y mi escape o el rescate.

–Oh, Abner, decide que es lo más importante para ti y toma una buena decisión–. Me decía mientras volvía a esconderme pero ahora, en un callejón obscuro. Me dormí.

Al amanecer, ví el cielo tan lindo y perfecto que ahí supe que debía hacer, sin importar cuántas veces recayera, tenía que hacer lo que mi corazón mandara porque solo así conseguiría la felicidad que tanto anhelaba y para eso, encontraré a mi familia y nos largaremos de Alemania. –Nos vamos a ir a otro país lejano donde el nazismo no haya y podamos vivir tranquilos como era antes de esto–. Con eso dicho, comencé una búsqueda en toda Alemania hasta encontrar alguna pista que me llevará a ellos.

–Oh, Dios mío–. Suspiré nervioso pero emocionado a la vez, –Encontré mi primer campo de concentración–. Es una buena forma de empezar el día, trate de acercarme lo más que pude hasta ver frente a frente, a mi pueblo, al pueblo que Jehová dió al mundo. Al pueblo que secuestraron en campos de trabajo obligatorio.

Todas estas emociones acumuladas, tanto felicidad como nervios, emoción, y preocupación hicieron que me desmayara...

Entre el amor y la guerra...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora