Capítulo 6: ¿Qué es lo qué quieres?

16 2 0
                                    

Durante 19 días no supe absolutamente nada de Adolf. No sabía si estaba bien o si estaba mal. No sabía si habían ganado o perdido. Ni siquiera sabía si seguía vivo... Y esto me atormentaba diariamente.
Intenté no pensar en el, durante un tiempo, tenía otras cosas más importantes que atender como, seguir sobreviviendo con escasez de alimentos y ahora teniendo dos personas más, todo se complicaba aún más.
Lo bueno de ellos, es que ahora tenía con quien hablar y desahogarme sin tener que escribir, aunque fue un buen método, pero me sentía bien ayudando a quien lo necesitaban.

—¡Abner! ¡Corre, por tu vida! ¡Nos encontraron nuevamente los alemanes!— gritó Abel mientras tomaba a su hermano y lo subía a su espalda.

—Abel, lleva a tu hermano a un lugar seguro, pronto nos volveremos a ver. Cuida mucho de él—. Le dije y me fui por otra dirección.

Quise que me atraparan a mi para que ellos pudieran escapar, y al menos intenten esconderse.
Justo cuando estaban atrás de mi, por alcanzarme comencé a pensar en lo lindo que sería volver a ver a Adolf...
Después de algunos días con mi mente ocupada, volví a tenerlo en mi memoria y recordé como lo rechazaba cuando se comportaba bueno e intentaba ayudarme aunque sin éxito.
Recordaba sus palabras, cuando choqué contra el y dejo que huyera sin remordimientos; cuando me volví a sentir seguro con alguien a pesar de ignorarlo.

—¡Abner! ¡Estás huyendo, maldita sea! Debo recuperar a mis padres, y me olvidé completamente del objetivo principal...— comencé a regañarme por haber perdido mucho tiempo y ahora con mi mente de vuelta, intenté correr lo más que pude, hasta que por el cansancio me desplomé en el suelo y perdí la consciencia.

Al despertar, ví a Abel y a Aarón a mi izquierda y a mi derecha a... Volví a ver a Adolf.
No supe como reaccionar, estaba sorprendido, habían pasado 19 malditos días sin una noticia de él y verlo ahora aquí... Se me hizo de mal gusto.

—¿Qué es lo qué quieres?— pregunté molesto.

—Oye Abner, tranquilízate. Yo era el conductor de la camioneta y quienes venían conmigo eran unos colegas que ya sabían de ti y aún así me apoyaron a cuidarte. No pensábamos que saldrías corriendo así, te quise dar una sorpresa— contestó con una pequeña sonrisa en su rostro.

Su sonrisa era lo que más me gustaba pero seguía mi lucha interna entre si estar con el y seguir mis sentimientos o dejarlo y seguir con mi religión. Según, había escuchado, un aleman gay también era merecedor de muerte pero veía que a él no le importaba morir con tal de estar conmigo.

—Oigan, Aarón y Abel— dije.

—Mande Abner. ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?— preguntaron.

—Estoy bien gracias pero, ¿Pueden dejarme un momento a solas con el? Por favor— pregunté, ellos consintieron y salieron del lugar.

—Adolf... ¿Por qué te apareces así como si nada? Suficiente sabes que no me importa nada que provenga de ti— le dije volteando la mirada para otro lado.

—Lo sé, pero me gusta ayudarte aunque no la aceptes. Te quiero Abner, y no sé si te diste cuenta pero estoy enamorado de ti—. 

Al oír eso, me tapé el rostro con mis manos y poco a poco comencé a llorar. No podía creer que él estaba dispuesto a morir con tal de estar conmigo y lo peor es que yo seguía indeciso sobre si estar con el o no estarlo.
Me vió llorando, se acercó y me abrazó... Yo también lo abracé y me dijo al oído "Prefiero morir y estar contigo que vivir y estar sin ti". No reaccioné, solo seguí llorando abrazando más fuerte a Adolf sin decir una palabra, me sentía feliz estando a su lado pero aún seguía con mi religión sobre mis sentimientos y no sabía que hacer.
Era tan difícil hacer una elección para mí, porque de ambos lados tendría satisfacción pero... ¿Cuál era la más importante? Eso no lo sabía y sigo sin saberlo pero, si no estaba con el, jamás sería feliz. Lo amo, desde que ví sus buenas intenciones conmigo, comencé amarlo y se volvió una fuente de luz en mi vida.

—Adolf, gracias por estar conmigo a pesar de que ambos sabemos que no es lo correcto. Me temo que debo dejarte ir y no ser una carga para tu vida. Sé que al principio fui lo peor, pero perdóname, jamás quise lastimarte y... Eres importante para mi—.

—Abner, no todo en la vida se basa en si está bien o no para los demás, solo intenta hacer lo que sea correcto para TÚ vida sin importar, quien te apoye o no, vida solo hay una y tú decides como usarla. Si ser feliz con quien amas o ser infeliz estando con alguien que no amas, tampoco es necesario que estés conmigo. Yo te amo y te lo acabo de decir, te lo he demostrado y como el amor que siento por ti es tan grande, si me pidieras que me aleje... Lo haría sin dudarlo, eres tan importante para mí que tú felicidad será la mía, no importa que la compartas conmigo o no. No te diré nada más pero, te amo y lo eres todo para mi—. Terminando eso, Adolf se salió de la habitación.

Solo me dormí, no quería saber nada del resto y cerré los ojos. Una sensación de tranquilidad me invadió el cuerpo al ver todo oscuro, me sentí en calma después de haber pasado dos horas llorando sin parar.
Al siguiente día, solo sentí algunas miradas y me desperté.
No sabía dónde estaba, solo veía una ventana y estaba en una cama, dentro de una recámara y una mesa a un lado de ella.
Intenté levantarme hasta la ventana y ví algunos campos de trigo enfrente. Fui a la puerta y la abrí y ví a Aarón y a Abel tomando algo.

—¿En dónde estamos? ¿Por qué estamos aquí?— pregunté.

—Adolf pagó el alquiler de este lugar, para que estemos más cómodos y nos lleno la despensa del lugar. Ya tenemos para comer y dijo que te cuidemos mucho porque sigues algo débil—.

—¿Y ustedes por qué lo aceptaron? ¡No saben que nos pudo haber llevado a un campo de concentración!— grité molesto porque habían actuado sin mi permiso, al yo ser el mayor creía que ellos estaban a mi cargo.

—Lo sabemos pero nos preocupamos por tu bienestar, y dijo que vendría a verte cuando pudiera—. Al decir esto, solo entre a mi recámara y cerré la puerta.

"TOC, TOC, TOC".
—¿Está Abner ahí? Debo hablar con él—. Se escuchó una voz.

Abel y Aarón abrieron la puerta y...
Solo escuché un grito de ayuda.

Entre el amor y la guerra...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora