Capítulo 7: Un suceso inesperado...

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Luego de que algunos minutos pasaron, después del grito ocurrido, escuché un profundo silencio y decidí ver qué estaba pasando.
No ví a nadie, ni una sola alma estaba en aquella cocina en donde habían estado antes Abel y Aarón. Sentí un gran pánico pensando en que los nazis se los habían llevado como a mi familia y el trauma volvió.
Recordé esos sentimientos e impotencia al huir sin poder ayudarlos, mientras una camioneta alemana se los llevaba después de haber sido golpeados y puestos con esposas.
Volví a sentir un fuerte miedo, al pensar que ellos podrían correr el mismo riesgo de tuvieron mis padres y rápidamente me arregle para ir a buscarlos... Pensé que estaba molesto por lo que habían hecho pero no, no estaba molesto ni mucho menos, me sentí agradecido con Adolf por habernos ayudado pero mi orgullo hacía que no lo reconociera en su cara.
Al terminar de ponerme la ropa, salí y comencé a gritar sus nombres, todo ese vecindario se me quedó mirando sin decir alguna palabra. Tenía miedo de ser llevado pero nadie llamaba a nadie, solo miraban atónitos lo que hacía y lo que gritaba con fuerza.

-¡Aarón! ¡Abel!- gritaba y gritaba sin tener respuesta.

-¡Aarón! ¡Abel! ¡Vuelvan por favor... Se los suplico!- al decir esto, me desplomé en el suelo, llorando por sentirme culpable de no haberlos ayudado.

No sabía dónde estaban, no sabía si estaban bien, no sabía absolutamente nada... Solo el grito de ayuda que ignoré y por el cual, me comencé atormentar pensando que yo tenía la culpa.
Me sentía frustrado, no tuve apetito y solo me la pasé llorando algunos días en mi cama, era tan culpable por no ayudarlos cuando pude.

-Maldita sea, yo soy el culpable de que ahora ellos no estén. Necesito saber donde se encuentran o si están bien...- después de gritar tanto hasta quedar sin voz, volví a salir a la calle para buscarlos una última vez.

-Si ahora no los encuentro, oh Dios mío, juro que acabaré con mi vida esta misma noche y no tendré vuelta atras-. Después de decir esas palabras, empecé una búsqueda frenética por todos lados.
Desde un pequeño bosque hasta la ciudad más grande de los alrededores.

Ya empezaba a darme por vencido y sentía que mi suicidio se acercaba rápidamente, hasta que sentí como unas manos me agarraban, me tapaban el rostro y me subían a una camioneta.
No supe que hacer, sentí pánico y perdí el conocimiento.

Al despertar, estaba amarrando en una silla sin poder moverme, de los pies a la cabeza, me vaciaron en la cabeza una cubeta con agua fría para despertarme. Estaba aterrado, quería morir pero no de esta forma, ni siquiera supe porque no me desmayé ya que era de carácter débil, cuando ví a Aarón y a Abel salir de una puerta cercana... Mi temor incrementó aún más al ver como los sentaban y amarraban justo enfrente de mi.
Sus rostros expresaban terror absoluto y yo no podía hacer nada.

Abriéndose otra puerta más alejada de nosotros, salió Adolf...

—Hola Abner, ¿cómo haz estado?

—¡Estúpido! ¿¡Cómo pudiste fingir ser bueno cuándo en realidad no lo eres!?

—Abner, tranquilízate amigo. No es lo que estás pensando— me decía mientras se acercaba con una jeringa en la mano, mientras se ponía guantes.

—¿¡Qué mierda me vas inyectar!? Si quieres matarme... ¡Hazlo ahora!

Unos oficiales nazis se sujetaban más fuerte mientras Adolf seguía caminando hacia mi, venía despacio, muy seguro de si mismo, mientras que yo estaba aterrorizado con lo que podría suceder. Cuando cambió de dirección...

—¡Hey, si vas a matar alguien, mátame a mi y no a ellos! ¡Mátame a mi! ¡No tienes la suficiente valentía de hacerlo contra mi!

Yo seguía gritando y gritando hasta que dos oficiales me golpearon fuertemente y me dejaron inconsciente, antes de perder mi consciencia logré escuchar.

—¡Imbéciles! ¡Esto no sería así! Dijeron que no le harían daño.

—Pequeño Adolf, ¿cómo prefieres vivir?

—¿¡A qué mierda te refieres!?

—¿Qué es lo qué prefieres? ¿Morir como bueno o vivir como malo?

Con esto último, desmayé. Mis ojos se cerraron y dejé de escuchar a mi alrededor. No supe si le habían hecho algo a Aarón o a Abel, ni siquiera supe que tan fuerte me habían golpeado o si Adolf estaba de mi lado o no.

Entré en algún tipo de sueño con mi madre y mi padre dentro. Estaban en mi antigua casa antes de la cacería judía. Nos encontrábamos en unos viejos columpios, estaba nublado justo mi clima favorito, nos estábamos comiendo un helado de fresa y riendo juntos cuando mi madre empezó a intentar decir algo:

—Adolf... ...o quiere dañar... Y no se preoc.... por el.

Cuando desperté no sabía donde estaba, intente ver si conocía algún lugar cercano, también ví a Aarón y a Abel junto conmigo, y en una silla sentado estaba Adolf con un rostro serio, medio molesto y no entendía que pasaba.

—Adolf, ¿en dónde estamos?

—Tranquilo Abner, estás en un lugar seguro lejos de cualquier nazi. Solo intenta reincorporarte.

—Gracias a Dios, están aquí Aarón y Abel, estaba muy preocupado por ustedes.

En eso, vino un tipo recuerdo del sueño donde mis padres me decían algo pero no alcancé a entender nada y unos gritos interrumpieron sus palabras y desperté de golpe...

—¡Ayúdenos, por favor!

Escuché gritos provenientes de afuera de la casa y no reaccioné por unos minutos intentando descubrir el mensaje del sueño.

—¡Adolf! ¡Ve ayudar a esos niños, ya!

—No puedo hacer eso Abner, mis jefes son quienes los están persiguiendo. Lo hacen cada que están aburridos, esa es su forma de distraerse...

—¿¡Osea qué se divierten atrapando judíos!?

—Me temo que si, Abner.

Después de eso, salí dispuesto ayudarlos pero fue demasiado tarde... Ellos ya habían sido capturados y llevados al campo de concentración más cercano que tenían.
Aún así, no lograba sacar la duda de cual es el significado de aquellas palabras y con el sentimiento de ver a dos más de los míos ser llevados a esos espantosos lugares, menos podía concentrarme...

—Oye, Abner.

—Dime Adolf, ¿qué ocurre?

—¿No haz sabido aún nada de tus padres?

—No, aún no he podido encontrar nada que me indique que sigan con vida.

En eso, Adolf me dió una carta...

—Mira, hace poco reconocí a tu padre y me dió esto, hmm ¿cómo decirlo? Es difícil, ¿sabes?

Tomé la carte y la leí.

“Para mi querido hijo Abner:

______________________________________

Hijo, no tardo en irme, no sé nada de tu madre y he estado muy preocupado por ella pero debo aceptar que quizás ella ya no pueda encontrarse con ella. Solo cuidate mucho y si llegas a leer esto recuerda:

"Adolf no quiere dañarte, y no te preocupes por el".

Te amo hijo, espero puedas escapar pronto, aquí la vida es un infierno y nunca olvides a tu familia quien te amó demasiado... Eres el mejor

Con cariño:
Papá.”
______________________________________

Al terminar de leerla, solté un par de lágrimas, me derribé en la cama y comencé a llorar.

—¡Maldita sea! Odio, aborrezco y maldigo a todo alemán nazi. Ellos son el peligro en la humanidad.
¡Lárgate de aquí Adolf, no quiero verte!

—Esta bien Abner, te quiero y espero podamos vernos después...

Lo interrumpí y abrí la puerta de un solo golpe.

—¡Solo lárgate de aquí, imbécil!

Saliendo, azote la puerta y continué llorando sin parar, evitando a los demás.

Entre el amor y la guerra...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora