† Wҽɳ Jυɳԋυι

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— Te...¿amo?

La primera palabra que escuché de su parte apenas comprendió lo que había pasado luego de despertar, en un libro de curiosidades había leído que si salvas a una persona que está en una situación de vida o muerte puede que esta desarrolle fuertes sentimientos hacia ti por ser su "héroe", pero esto no me lo ví venir.


— ¿Disculpa?

No creo que esa sea la palabra que haya querido usar, no se veía muy convencido con sus palabras por lo que deduje que tal vez no era coreano.
A pesar de las manchas de barro mezclado con un poco de sangre y lo mojado que estaba su uniforme aún lograba leerse la etiqueta con su nombre Wen Junhui, lo conozco, es el amigo de Minghao y eso confirma mi teoría de que no es coreano, es chino.

— Perdón, quise decir te agradezco, aún no soy muy bueno hablando de forma fluida y suelo confundir algunas palabras básicas. —Sacudía la cabeza y manos rápidamente para negar mientras que en chino se susurraba a sí mismo, que tonto eres Wen.

Está bien, puede pasar, —Palmeé su espalda, para los dos meses que llevábamos del segundo semestre su pronunciación no era tan mala, de hecho, es mucho mejor que la de otros extranjeros con los que he hablado.— pero lo más importante ahora es que te lleve a...¿Hospital? O tal vez quieras que te lleve a tu casa, no lo sé, tú dime que quieres hacer.

— Puedo ir a casa solo no te preocupes, sólo olvida que me viste aquí.—Se levanto rápido pero volvió a caer al suelo.

— Escucha, sé que esos tipos te tienen amenazado para que no digas nada, conozco como son y te prometo que no diré nada aunque sé que eso también me perjudicaría a mi, pero no rechaces mi ayuda porque no suelo dársela a otros, te acompañaré hasta donde vives.

— Te...¿agradezco? —Asentí, lo había dicho bien esta vez y él sonrío levemente.

— Puedes hablar en tu idioma natal si quieres, estudié chino hace unos años, no soy perfecto hablando pero lo entiendo.

Él sólo asintió y comenzó a hablar en su idioma mientras caminábamos, lo llevaba con su brazo sobre mis hombros, íbamos lento por su dificultad al caminar.

Vivo a unas calles de aquí, me sentiría mal por hacerte perder tu tiempo conmigo así que si hay algo que pueda hacer por ti lo haré sin pensarlo. —Aunque no quería pedirle nada a cambio se me ocurrió una idea, algo que tal vez nos haría bien a ambos.

Únete a Pirate King con YeoSang y conmigo, podría ser divertido y...dile a Minghao que también venga, sinceramente no creo que muchos se unan pero las matemáticas y ciencias son aburridas así que sería bueno si nos acompañaran.

Se podría decir que por primera vez desde que lo conozco, sonrió pero no de forma incómoda ni leve, era una sonrisa de felicidad absoluta.

¿En serio puedo unirme?

La verdad no entendí su pregunta, al ser un club de la escuela es obvio que cualquier estudiante puede unirse.

Claro que puedes, ¿Por qué no podrías?

Entonces entendí a que se refería.

Usualmente a nosotros, los extranjeros, nos excluyen de las ceremonias, reuniones, clubes y esas cosas, quise entrar al club de ecuaciones y aunque pasé la prueba no me aceptaron por eso...por ser de China.

Ahora lo comprendía, no era algo que me esperara pero de seguro era cierto.

Comprendo, debe ser horrible...pero no te preocupes que de seguro van a ser aceptados, y si no lo son armaremos nuestro propio club donde cualquiera sea bienvenido, ¿Sí?

Eso pareció gustarle, otra vez sonrió pero fue la última vez que lo ví hacerlo por hoy, habíamos llegado a su hogar, nos despedimos y llegó mi momento de volver a mi hogar.

El cielo ya estaba oscuro y un poco nublado, de a poco pequeñas gotas comenzaron a caer y en cuanto la primera cayó por mi frente me coloqué la capucha, no aceleré mis pasos porque estaba cansado, de todas formas no era una lluvia fuerte ni nada, sólo gotas casi invisibles que casi no hacían ruido al chocar contra el suelo.

Perdido entre mis pensamientos con la mirada puesta en mis pasos noté un ruido, música.

Había tres chicos que pasaban juntos, caminando felices a pesar de como estaba la noche, armonizaban perfectamente sus voces y por un momento los envidié porque adoraría que mis voz fuera tan suave al cantar.

Era agradable la sensación que transmitían, pero no duró mucho, ellos doblaron en la esquina y yo continué mi camino.

De alguna forma todo esto me había servido de algo, me quedó un gran dolor en la espalda pero ahora estaba cansado y estar en casa era lo que quería.

Tan sólo llegué, tomé un poco de agua y entre quejidos me acosté, las voces armoniosas se repetían una y otra vez en mi cabeza.

Y como una canción de cuna para un bebé, me tranquilizaron tanto que me dormí.

Otra noche más en casa.

Otra noche más sin mamá.

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YᴏᴜɴɢBʟᴏᴏᴅ | WᴏᴏSᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora