En qué Gasta Dinero Lan Wangji (parte 3/4)

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—¿Cómo te sientes?—, preguntó Lan WangJi mientras el auto cobraba vida. Wei WuXian respiró hondo, como si estuviera haciendo un inventario.

—¡Bastante bien!— Wei WuXian pareció decidir con una sonrisa.

—¿Quieres recoger algunas cosas esenciales?— Lan WangJi preguntó. Había recogido algunos regalos de bienvenida, pero no sabía qué aromas o tipos de objetos higiénicos prefería Wei WuXian. Vaciló al ver que Wei WuXian ahogaba un bostezo mientras asentía. —Primero iremos a casa.

—No, estaré bien—, Wei WuXian lo rechazó.

—No tienes que esforzarte—, respondió Lan WangJi. —Puedes descansar y luego nos iremos.

—Pero ya estamos en la ciudad—, se quejó Wei WuXian.

—Yo vivo en la ciudad—, refutó Lan WangJi.

—Una parada—, refutó Wei WuXian. —Me vendría bien algo de ropa interior, y a menos que quieras que use tu shampoo y acondicionador, lo necesito. De acuerdo, también podría usar tu ropa interior—. Guiñó un ojo.

—Creo que hay un centro comercial en el camino—, Lan WangJi sintió que sus orejas también se sonrojaban. Intentó no pensar por qué le gustaba la idea de que Wei WuXian usara su ropa interior. Por otra parte, la idea de Wei WuXian usando cualquier cosa de él prácticamente hizo que su sistema ronroneara. Cambió de marcha.

—Me gustaría decir que un supermercado funcionaría igual de bien—, tarareó Wei WuXian. —No necesito nada lujoso.

—No creo que haya ninguna por el camino—, tarareó Lan WangJi en respuesta. Sabía perfectamente que lo había, pero así mimaría más a Wei WuXian.

—Supongo que entonces bastará con un centro comercial—, Wei Wuxian se encogió de hombros. Se movió y miró hacia el asiento trasero, donde habían metido las flores. —¿Van a estar bien las flores?

—Abriremos una ventana—, respondió Lan WangJi, con la comisura de los labios torciéndose hacia arriba.

—Oh, genial. No sabía que bastaba con hacer eso—, Wei Wuxian tarareó. —¡Lan Zhan!— Jadeó al ver la pequeña sonrisa en el rostro de Lan WangJi.

—No les afectará a las flores—, respondió Lan Wangji. Incluso si lo hiciera, estaba más que feliz de conseguirle más. —Con o sin la ventana abierta.

—Malvado—, Wei Wuxian hizo un puchero. —Sólo porque nunca antes me habían regalado flores.

—¿Nunca?— Lan WangJi preguntó. Su mente se debatía entre el orgullo y la pena. Wei WuXian merecía ser bañado en flores, sólo tendría que rectificar el error del pasado.

Wei WuXian se extendió sobre un lecho de pétalos de flores. Los pétalos rojos se desgarraron cuando las manos de Lan WangJi se clavaban en su piel bronceada...

Lan WangJi cortó la fantasía antes de que pudiera llegar más lejos.

—Nunca—, asintió Wei WuXian. —YanLi solía hacerlo todo el tiempo—, suspiró. —Ella siempre tuvo a alguien intentando ganarse su afecto—, se rió entre dientes al recordarlo. —En una ocasión, tres personas diferentes le enviaron tres arreglos florales distintos. Por supuesto, siempre fue amable al rechazarlos. Porque tenía su corazón puesto en ese maldito pavo real—. Resopló mientras miraba por la ventana.

—¿Pavo real?— Lan WangJi preguntó.

—Oh, sí, supongo que no lo sabrías—. Wei WuXian suspiró. —Jin ZiXuan, él y YanLi tenían un contrato matrimonial desde el día en que Jin ZiXuan nació. Desde que Madam Yu y Madam Jin eran amigas cercanas.

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