La Cuarta Biblioteca

F u e g o

Con la temporada invernal acercándose al campo, los signos de Fuego se congelaban de frío por las bajas temperaturas del otoño en su terreno. Desde que inició el mes, no había un solo día sin la fuerte lluvia inundando el valle. Detestaban que todo lugar cálido al que iban, eventualmente sufriría por un cambio en la temporada.

Summer: Ya era hora que nos convocarán a una reunión— cubrió sus hombros con una pequeña manta —Ñaño, la próxima vez, vámonos a las islas Margaritas.

Axel: Sabes que nosotros no elegimos el lugar que nos asignan.

Summer: No jodan, solo falta que nos envíen al polo norte por los siguientes siglos.

Luke: No creó que Lena sea tan extrema al castigarnos — pasaba de una mano a otra el pergamino —Axel, ¿Estás seguro de que mi informe está bien? No estoy dudando de tu criterio, solo siento que no hice mi mejor esfuerzo.

Axel: Sí, no te preocupes.

Luke: Si usted lo dice.

Summer: Tranqui, Luke. No sea tan norio— codeo amigablemente al chico —Después de tanta chamba es imposible que no hicieras un trabajo fenomenal.

Luke: Gracias— sonrojado.

Axel: Voy a extrañar este lugar, Ecuador fue un lindo hogar para vivir. Creo que nos hizo madurar, aunque sea un poco.

Summer: Ñaño, no se ponga sentimental.

Axel: ¿Trajeron sus maletas?— veía su reloj —En diez segundos partimos.

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Summer: Yo ya estoy.

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Luke: Verá que esta vez no olvide nada— dudoso —Chuta, mejor me regreso a revisar.

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Summer: No hay tiempo— lo tomo del brazo —Vamos.

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Luke: Pero no quiero ir chucha, de ley los del Agua nos harán caras feas toda la reunión y los de Tierra se van a quejar por horas porque los de Aire llegan siempre de últimos.

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Axel: Traten de ser fuertes, panas— tomando la perilla de la puerta, ingreso la llave en la cerradura —Digan adiós a Ecuador.

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Summer: Nos vemos— agito su mano tristemente.

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Luke: No me quiero ir.

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Summer: No digas huevadas, siempre dices lo mismo de todos los hospedajes a los que vamos.

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Luke: Ya recordé que se me había olvidado, la merienda.

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Summer: ¿¡Qué!?

Axel abrió la puerta rápidamente y tomando la mano de sus compañeros, cruzaron el portal de la entrada a la Cuarta Biblioteca, dónde Lena los esperaba con un par de abrigos, observando su reloj de bolsillo.