Under pressure |01

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Narra Camille

Enero 7 del 2021

Montecarlo, Mónaco 🇲🇨

Todo a mi alrededor daba vueltas, giraba con rapidez y rogaba para no marearme. Y sí, sonaba ridículo, aún sufría de náuseas por tantos giros después de tanto tiempo en el ballet. Quizás eso significaba que no mantenía mi cabeza donde debía estar, pero a este punto, el cansancio era tan grande que ya no quería esforzarme más.

¡Pirouette! Sin embargo, debía hacerlo bien si quería ser excelente. —Más rápido, Camille —dijo Tamara cuando me detuve; al mismo tiempo, me observó de manera crítica—. No estás completando el giro. No pares, Camille. ¡Debes ser perfecta!

—Eso intento, Tamara —respondí de manera cortante, lo cual empeoró la situación—, pero es difícil este paso y me duelen los pies.

—No se nota que lo intentes y no me importa que sea un desafío para ti —se acercó hasta mí y comenzó a ajustar mis brazos, cabeza y piernas en la posición que buscaba. Me sentí como un títere bajo su control.

—Necesito que cada vez que hagas la pirueta, finalices en cuarta posición.

Al verme en el gran espejo que cubría toda la pared del salón, siendo manejada por alguien más, brotaron en mí las ganas de rendirme. ¿Debía hacerlo? No. ¿Quería? Quizás. Pero solo imaginar la decepción que traería a mi abuela, a mis padres y a mi instructora, me devolvía el enfoque de querer estar en las zapatillas todo el tiempo para practicar y así nunca fallar.

—Hazlo de nuevo, y podrás irte —Tamara me miró y noté un leve arrepentimiento en su rostro por su trato; por lo tanto, suspiró suavemente antes de hablar—. Sabes que esto es para que te conviertas en una de las mejores bailarinas, Camille. Eso es lo que sueñas, ¿verdad?

Cada parte de mis pies ardía, quemaba, clamaba a gritos que los dejara en paz, pero solo le di una media sonrisa y asentí, intentando convencerme de que eso era lo que quería.

—Claro, es lo que siempre he soñado.

Ella retrocedió unos pasos, dándome la señal para comenzar. Tomé aire y lo solté. Solo debía seguir el orden en mi mente y todo saldría bien.

—Que tu rostro refleje lo que sientes al bailar, Camille.

La música sonó. Mi cuerpo se movió delicadamente al principio, luego tomé más impulso, decidida a expresar lo que realmente sentía para que mi cara lo demostrara. Me dejé llevar y seguí todo lo planeado, pero no paré hasta que reinó el silencio. Podía ver en el espejo la expresión de Tamara, quien me observaba orgullosa, como si al fin lo hubiera logrado. Luego la perdí de vista.

Di unos cuantos giros bruscos, pero gradualmente disminuí el ritmo, moviéndome por todo el salón y extendiendo mis brazos y piernas, formando delicadas figuras invisibles y realizando pequeños saltos. Volví a mi posición inicial, ejecuté la pirueta y terminé en cuarta posición. Algunos mechones rebeldes estaban pegados a mi frente por el sudor. Realicé una pequeña reverencia y me volteé para buscar a mi instructora, pero ya no estaba. Sonreí feliz porque eso significaba algo. No había fallado.

Esa coreografía era parte de una audición que grabaron para mostrársela a la academia; era mi primer papel importante en el mundo del ballet y, si lo hacía bien, mi carrera alcanzaría su punto más alto. Era parte de la Royal Ballet School en Londres, y unas dos o tres veces al mes tenía presentaciones en el Royal Opera House que no eran muy serias o formales. Como vivía en Mónaco desde hacía muchos años, Tamara decidió abrir una academia de ballet aquí por varias razones, entre ellas, poder estar en mi proceso y ayudarme a mejorar. Ella también participaba en los espectáculos.

𝐌𝐄𝐋𝐎𝐃𝐈𝐄𝐒 𝐎𝐅 𝐒𝐏𝐄𝐄𝐃 |Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora