Encounters |02

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Narra Camille

Monte-Carlo, Mónaco 🇲🇨

Enero 7 del 2021

Tranquilidad. Eso fue lo que sentí al llegar a casa. Me encontraba en el sofá junto a la ventana, disfrutando de una gran vista de Mónaco: el mar, los yates y los vívidos colores de todo lo que estaba a mi alrededor alegraban mi día. Vivía en un edificio, en uno de los últimos pisos. Siempre había deseado esto, vivir en un departamento donde pudiera sentir las ráfagas de viento y observar el cielo un poco más cerca. Sin duda, era relajante y ya se había convertido en una rutina para mí.

Eran las 5:30 de la tarde, y supe que era el momento perfecto para llamar a Anya, mi mejor amiga. Gracias a la pequeña diferencia horaria entre nosotros —ella vivía en Londres, por lo que solo nos llevábamos una hora de diferencia— era el momento ideal. La conocí durante una temporada que viví en Londres, ambas estábamos en clases de ballet en nuestra niñez, aunque unos años después ella se enfocó en el patinaje sobre hielo.

Era excepcional. Tuve muchas veces la oportunidad de verla competir y siempre me impresionó su talento. De las dos, ella era la más arriesgada y extrovertida, mientras que yo era más reservada y tímida. Según sus palabras, éramos "el balance perfecto", y estaba en lo correcto.

Tomé mi teléfono y marqué su número. Sonó tres veces antes de que respondiera.

—¡Hola, Millie! —saludó con alegría, y sonreí al escuchar cómo su acento ruso daba forma al apodo que me había dado.

—¡Hola, Nya! ¿Cómo va todo en Londres? —me levanté del sofá y caminé hacia la cocina en busca de alguna fruta para comer.

Desde el otro lado de la línea, se escuchó un resoplido.

—Ya sabes... entrenando mucho —mi amiga siempre había sido de dar lo mejor de sí misma y luchar por sus objetivos; la admiraba por ello—. Estoy intentando llamar la atención de algún patrocinador y espero hacerlo pronto.

—Créeme, captarás la atención de alguno —aseguré mientras veía una manzana. La lavé lo mejor que pude y comencé a cortarla en pedazos, colocando el teléfono en altavoz.

Ella rió suavemente y preguntó:

—Gracias, Millie. Por cierto, ¿qué tal fue la práctica con Tamara?

Carraspeé y guardé silencio por unos segundos, lo que la llevó a soltar un "oh, no", pero inmediatamente le respondí.

—No, no, no. Al principio me costó, pero después de varios intentos, lo logré y me presentaré en el Royal —mordí un pedazo de manzana mientras escuchaba a mi amiga celebrar y felicitarme.

—Te dije que lo lograrías. ¿Ya se lo dijiste a Suzette? —preguntó con sarcasmo, provocando que soltara una pequeña risa.

Definitivamente, Anya no se llevaba bien con mi abuela, y viceversa. La patinadora quería verme haciendo cosas diferentes y trató de enseñármelas cuando éramos adolescentes, pero la persona que me introdujo en el mundo del ballet no lo permitió.

—Aún no, tal vez mañana lo haga porque hoy no creo que tenga tiempo —dije, pasándome las manos por el rostro, notablemente cansada.

—¿Por qué dices eso? —su tono de voz se tornó algo pícaro—. ¿Vas a salir?

Mi orgullo quería decirle que no, pero era inevitable desilusionar a mis amigos.

—Sí, saldré —del otro lado se escuchó un "por fin" en ruso, a lo que yo solté una risa y rodé los ojos.

𝐌𝐄𝐋𝐎𝐃𝐈𝐄𝐒 𝐎𝐅 𝐒𝐏𝐄𝐄𝐃 |Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora