Un destino sellado

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Era ella, era ella la mujer que él quería. En el momento en que la vio pudo sentir su sangre hervir. Sus manos hormigueando por tocarla. Y cuando la tomo entre sus brazos para bailar el vals antes de que algun otro hombre se atreviera siquiera a acercarse, lo supo, supo que jamás la podría soltar.

No, se rehusó a dejarla para que se entregase a los brazos de otro hombre que no mereciera ni siquiera un vals con ella. Lady Fairy Ferya era suya, sería su esposa y dios sabía que la pobre mujer no tendría escapatoria.

Sabía que no era correcto. Sabía que solo provocaría habladurías de su futura esposa pero poco le importaba. No la dejó en toda la noche y cuando el baile acabó, le rogo por llevarla a su casa, porque no podía soportar apartarse de ella. Estaba como en un trance, olvido todo, absolutamente todo, incluso por que estaba ahí.

Todo lo que quería era ella, era tocarla, su miembro dolorido por la rigidez, porque desde el momento en que la vio la deseo como jamás había deseado a ninguna mujer jamás.

La beso. No pudo evitarlo había planeado cortejarla al menos un par de días. No asustar a la pobre chica, ganarse su confianza... pero fue inútil.

-Cásate conmigo - susurro contra sus suaves labios rosados - cásate conmigo o moriré.

Fairy lo miro, con sus enormes ojos verdes llenos de inocencia. Y le sonrió. Le sonrió como un ángel.

-¿De verdad? ¿Lo... lo dices en serio?

-Si. Cásate conmigo Fairy... por favor...

Y la beso de nuevo.

Sabía que no podría sobrevivir si se apartaba de esos labios. En realidad, no entendía como es que había vivido treinta y cinco largos años sin esos labios. Pero sabía que de hoy en más, no se alejaría de ellos.

-Cásate conmigo mañana... te llevaría ahora mismo a una iglesia y te haría mi esposa si pudiera... te llevaría a una iglesia y luego a mi cama, donde perteneces...

Fairy se escandalizó, abrió mucho sus ya de por sí enormes ojos verdes y miro en todas direcciones, esto lo hizo reír y no pudo más que abrazarla.

-No me has respondido Angel mio... ¿te casaras conmigo?

-Si - respondió con esa hermosa sonrisa y esa sonrisa selló su destino.

No pudo casarse con ella al día siguiente como hubiera querido. Tuvo que esperar dos largas semanas. Los padres de Fairy no estaban contentos por el corto lapso de tiempo pero poco le importaba, en lo que a él respectaba mientras más pronto mejor, tenía más razones además de su deseo por Fairy para casarse lo antes posible pero de eso se encargaría después. Después de haber consumado su matrimonio tantas veces como le fuera posible.

Sabía que ella no estaría feliz pero planeaba decírselo hasta que estuvieran en sus tierras, en su casa en donde tendría el control. Dios sabía que lo último que quería era lastimarla pero se consoló diciéndose a si mismo que este seria el único golpe que daría contra su esposa en toda su vida. Que esto le dolería pero pasaría el resto de su vida haciéndola tan feliz, que lo olvidaría y seguirían adelante, y él la amaría como a nadie.

Si, lo superarían y él se encargaría de que lo perdonara y lo amara tanto que ni siquiera esa traición importaría.


El Secreto Del DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora