Fairy se sentó a la mesa esa mañana tan fría como solo una mujer herida puede estarlo. La tensión era palpable entre los Corbeth, desde el pequeño y siempre risueño James hasta el duque que se encontraba serio y con el entrecejo fruncido.
Desayunaron en silencio, el único ruido era el resonar de los cubiertos sobre los platos.
-Bajare hoy al pueblo. - anuncio Fairy antes de levantarse.
William la miro.
-¿Lo harás? Claro... Quiero decir... Iré contigo claro.
-No, está bien esposo, se que tienes muchas cosas que hacer, cosas que atender, iré sola.
-No puedes ir sola - soltó levantándose cuando ella dejo la mesa.
-Ah ¿No puedo? - la duquesa lo miro con una ceja en alto, retandolo.
-No es... Adecuado que salgas sola Fairy.
La duquesa se dió la vuelta y continuo su camino.
-Debo aprovechar el tiempo que tengo antes de confinarme a esta lúgubre mancion ¿No es así? - soltó atravesado el umbral.
-Tiene razón - soltó James.
William lo miro furioso y el chico se metió un huevo entero a la boca.
Fairy miro a la sirvienta frente a ella. Era una chica joven, tan rubia que su cabello en lugar de ser dorado era casi blanco, igual que sus cejas.
-¿Cuál es tu nombre?
-Cissy, mi señora - la chica hizo una reverencia.
-Cissy, no estás casada, ¿cierto?
-No, mi señora.
-Bien, de hoy en más serás mi doncella. ¿Te parece bien?
-¿Yo? Mi señora, por supuesto que si - soltó la chica con una inmensa sonrisa.
-Bien, prepara todo, haremos una visita al pueblo.
-Claro, mi señora.
Cissy se fue a grandes zancadas y Fairy suspiro. Creía que sería una buena doncella pero necesitaba un nuevo guardarropa. No podía ir con ella vestida en harapos.
-Fairy - escucho la voz de trueno de su marido.
Se volvió para verlo.
-Si, mi señor.
-No me llames así.
-Como órdenes, esposo.
-Tampoco así.
-¿Prefieres marido?
-William, llámame William. Cómo siempre has hecho.
Fairy miro hacia el pasillo por el que Cissy se había ido.
-¿Que es lo que necesitas, William?
Su nombre sono aún peor que "señor" o "marido" a los oídos de William.
-Te dije que te acompañare.
-Esta bien, iré con mi doncella.
-¿Doncella?
Fairy asíntio y justo la chica volvió corriendo.
-Cissy, es mi nueva doncella. Me tomé la libertad de aumentar su paga y compraré para ella un nuevo guardarropa ya que tú, con tantas cosas en tu mente, olvidaste conseguirme una doncella.
-Yo... Lo lamento, me olvidé... Si, claro que Cissy es adecuada...
-¿Está todo listo? - pregunto la duquesa a lo que la nueva doncella asíntio - Entonces nos vamos. Nos vemos, esposo.
William regreso a su despacho furioso. No sabía cómo acercarse a su esposa, lo había arruinado todo y ahora vivía con un temor que le carcomía las entrañas. Las mujeres traicionadas usualmente buscan devolver el golpe. ¿Y si Fairy lo que quería era devolver la traición? Quizás con un amante...
El solo pensarlo lo ponía iracundo. Dejarla sola era algo que no podía permitirse. Así que mando ensillar su caballo y salió a todo galope directo al pueblo.
Encontró su carruaje frente a la modista. Seguramente Fairy le estaría comprando vestidos adecuados a su nueva doncella. Espero ahí cerca de tres horas. Cuando la espera se hacía desesperante la vio salir junto a la joven.
No subieron al carruaje, dejaron el monton de cajas al cochero y caminaron unas tiendas más abajo.
La vio entrar al médico por lo que se preocupo, ¿Acaso se sentia enferma?
Después de un rato salieron de nuevo y se dirigieron a una tienda de especias y hiervas.
William las siguió de lejos por todo el pueblo para evitar ser descubierto, evitando parase a charlar con los habitantes de pueblo que lo reconocian y saludaban.
Cuando estaba cayendo la tarde su esposa y la doncella subieron al carruaje y regresaron a casa. William tomo el camino más corto, el que no estaba empedrado y subía por la montaña para llegar más rápido que el carruaje.
Cuando su esposa entro instalo a Cissy en su nueva habitación y se dirigió a la habitación de Debbie.
William una vez más la siguió. Trato de escuchar por la puerta pero no lo logro. Estaba a punto de entrar cuando su esposa salió.
-William... ¿Que haces?
-Yo... Vi que regresaste y... ¿Que hacías tú aquí?
Fairy levanto una ceja y se cruzó de brazos.
-El doctor vendrá mañana temprano.
-¿Que? ¿Por qué? ¿Te has sentido mal? - sin pensarlo sus manos estaban sobre los brazos de su esposa de una manera protectora.
Fairy se deshizo de ellos y nego.
-No vendrá a verme a mi. Sino a Debbie.
-¿Que? Pero...
-Una mujer embarazada necesita supervisión médica. No puede llevar un embarazo solo así.
-Pero... Esto no puede saberse Fairy...
-Cissy me ha asegurado que el doctor Aevery es muy discreto. Y... Debe estar al tanto de esto, de todas maneras se entera cuando venga a recibir el bebé y se de cuenta de que no es la duquesa quien está dando a luz ¿No crees?
William asíntio, pensativo.
-Bien... Pero debemos asegurarnos de que no diga nada.
Ella se levantó en hombros.
-Pagale bien.
William asíntio. El doctor Aevery era un anciano gruñón pero muy bueno en lo que hacía, él había sido el doctor del pueblo por generaciones y tenía la confianza de todos, incluida la familia Corbeth.
-No había pensado que Debbie necesitará un médico. Gracias.
Se miraron unos segundos. Por momento William pensó que la mirada de su esposa se suavizaba. Por un instante pensó que si se acercaba un poco más, podría rozar sus labios y quizás, ella le correspondería.
Pero entonces, Fairy volvió a levantar los hombros y lo rodeo para ir a su habitación.
-Como sea - soltó antes de alejarse.
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El Secreto Del Duque
RomanceCuando Lady Fairy Ferya conoció al duque William Corbeth se enamoro perdidamente, si, solo con un vistazo. Él era un hombre alto, apuesto y en sus ojos había un fuego intenso que la quemaba. Pensó que sus sentimientos eran recíprocos cuando esa mis...