Kateline se encontraba en una cafetería, bebía su capuchino mientras revisaba en su teléfono el chat grupal con los chicos.|¿Nos reunimos hoy?
Nickolandio:
Tengo planes.Alecksito:
¿Qué planes?Nickolandio:
Bebidas, putas, perreo.Alecksito:
Debí suponerlo.Yo ando entregando un
cargamento de armas Kati.|Entiendo, no te preocupes.
Bombóm:
Estoy en el laboratorio.Perra:
Dereck se enfermó.
No podré salir de casa.|Genial, me tocará divertirme sola.
Al sentir como alguien se sentaba frente a ella apagó el teléfono y alzó su mirada encontrándose con Tracy.
La contraria se quitó los lentes de sol dejándolos sobre la mesa y miró a la rubia.
—Buenos días, vieja.
—Anda princesita. No te esperaba por acá. Tampoco puedo decir que me dé gusto verte —se recostó a su asiento cruzándose de brazos.
—Tenemos cosas pendientes —sonrió de lado mientras subía su pie por los muslos de la rubia haciendo que el vestido de Kate se subiera un poco.
—¿A qué juegas, princesita?
—Te dije que si salíamos vivas, tú y yo íbamos a follar. Estoy aburrida así que pensé en pasar el día entre tus sábanas. Aprovecha la oportunidad, a tu edad ya no se te ofrecerán jovencitas tan hermosas como yo.
—Solo tengo 24 años.
—Y yo 19.
—Eres tan terca —Kate se puso de pie y dejó algunos billetes sobre la mesa como pago por el café.
Tracy también se puso de pie dejando ver aquel short corto de mezclilla que apretaba de forma deliciosa su enorme trasero.
Kate mordió su labio viéndola, a pesar de ser joven tenía un cuerpo jodidamente excitante y su actitud era demasiado atrevida.
A la mierda, ya es mayor de edad.
—Sígueme —la pelinegra se colocó las gafas y le siguió sonriendo triunfante—. Da gracias que no tengo nada que hacer.
Ambas montaron en el auto de la mayor y condujeron hasta la casa de esta. Al llegar ambas entraron y se dirigieron hasta el cuarto. Tracy se sentó en la cama con sus piernas ligeramente abiertas y miró sonriendo a la rubia.
—¿No harás nada? —sonrió de lado con un toque de maldad.
Kate fijó su mano en la barbilla de la menor, la hizo ponerse de pie, cambiaron de lugar y la hizo arrodillarse mientras ella se sentaba en la cama, bajó sus bragas hasta dejarlas tiradas en el suelo, subió su vestido y abrió sus piernas para la menor.
—Te equivocas en algo princesita, yo no me arrodillo ante nadie, las personas se arrodillan ante mí —apretó su cabello y acercó el rostro contrario a su intimidad.
ESTÁS LEYENDO
Hollan
AksiLa venganza puede ser vista como lazos de maldad que te rodean por completo, estrujan tu corazón hasta reducirlo a la nada. Y allí estaban los siete, sobre una cuerda floja a punto de caer por el precipicio, arriesgándolo todo, deseando ver quien c...