•❅──────✧✦✧──────❅•
Ella arrastraba los pies por todo el camino de vuelta sin molestarse en revisar lo que dejaba detrás. Sus manos temblaban por el peso de la bolsa que llevaba a cuestas, la cual tenía las pocas pertenencias que le quedaban de su ahora antiguo trabajo.
En lo que iba de año ya la habían despedido de dos en los que se había desempeñado medianamente bien, teniendo en cuenta que se obligaba a mejorar cada día para ofrecer un mejor servicio. Sin embargo, sus esfuerzos siempre fueron insuficientes para sus jefes y compañeros de trabajo; por mucho que lo hiciera, siempre lograba capturar esas muecas de desagrado que venían acompañados por cuchicheos poco disimulados, mismos que la hacían quedar como una idiota frente a todos, claro está; porque ellos sabían que ella sabía que hablaban a sus espaldas de lo mucho que detestaban tenerla cerca.
Se lo había ganado, había sido una traidora después de todo.
La guerra acabó hace dos años y todavía los cimientos no estaban sólidos en ningún rincón de Panem, en especial en el Capitolio, en donde las personas seguían mostrando sus apariencias para poder sobrevivir, aún cuando el nuevo gobierno se complacía en mostrar las nuevas leyes, en donde las diferencias no serían el pan de cada. Pero al final estaban gobernando dentro del Capitolio y la mayoría de sus habitantes todavía no estaban del todo convencidos con la famosa Democracia que Paylor había implementado.
Pero se suponía que ahora podían elegir libremente y esa oportunidad le brindaba a ella el chance de ir donde quisiera y cuándo quisiera, pero todavía no estaba preparada; así como sus jefes no lo estuvieron al tener dentro de sus empleados a la última escolta con vida, quien se había vendido a los rebeldes por un par de besos.
Eso era lo que se regaba por la calle y no tuvo más remedio que aceptarlo. Ya estaba cansada de corregirles, estaba agotada de aparentar. Ellos ganaron esa guerra contra ella, ¿qué valía contradecirlos? Al final tenían razón, solo había sido una querida a sus ojos. La utilizaron y dejaron los pedazos. Estaba sola, su familia le había dado la espalda y no podía hacer nada al respecto. Su madre se lo demostró al cerrarle la puerta en su cara, así que de ellos no conseguiría consuelo; por lo que tenía que conformarse con eso y con los favores que Plutarch le daba, aunque ya con menos frecuencia.
Ese era su fin, no tenía nada más que hacer allí.
Empujó con la cadera la fuerte puerta del edificio, para luego hacer malabares con la bolsa para no dejarla caer. Nadia salió a su ayuda y ella tampoco lo esperaba, así que se tragó su orgullo y prosiguió su camino hacia las escaleras para subir a su piso. Odiaba los ascensores y todo lo que podía dejarla encerrada.
Cuando por fin llegó a su destino ya había hecho una lista mental de las cosas que haría a partir de ahora. Tendría que buscar un lugar en donde empeñar la última prenda de valor que le quedaba para poder cubrir con lo último del alquiler y el costo del viaje hacia un nuevo destino. Lo había considerado antes en sus noches de abatimiento, cuando el hipo producto del llanto la ahogaba y le impedía dormir. Estaba segura esta vez que lo lograría, que tomaría un tren hacia cualquier distrito y se perdería allí para siempre. Sin embargo, estaba consciente que no en todos sería recibida como deseaba, y por supuesto dos de ellos eran los últimos en la lista.
El 13 lo descartaba, incluso ni lo había considerado antes. Pero el 12... ese era otra historia.
Solía hablar con Peeta por teléfono, dos veces al mes para ser exactos, pero con todo eso no se sentía del todo segura de que ese lugar sería el indicado. Se había convencido de que quizás los chicos la recibirían en su casa, ya sabiendo que Katnnis y Peeta vivían juntos; pero aún así había una voz en su cabeza que le recordaba que esa no era exactamente la casa en donde quisiera vivir. Y estaba en lo cierto por mucho que lo ignorara; la casa en donde quisiera estar no está permitida, en especial por órdenes de su dueño. No podía quejarse, al final de cuentas se lo merecía, ella le había cerrado la puerta en su cara, por lo que no esperaba que él estuviera del todo contento con su presencia.
ESTÁS LEYENDO
Promesas [Historia Hayffie]
Fanfic«-Haymitch enfermó, se lo llevan al 4.» Una simple llamada logra reconectar el mundo de Effie Trinket que hasta ahora lo veía perdido, llevándola directo hacia la persona que prometió amar, aún cuando las diferencias entre ellos seguían siendo notor...