•❅──────✧✦✧──────❅•Una llamada. Una simple llamada había sido suficiente para mover todo su mundo al suelo y retorcerlo como lo habían hecho en esas húmedas y frías celdas. Incluso se sentía peor, podría afirmar, y eso era más que suficiente para volverse loca.
El tren se había tardado más de lo normal y estaba a punto de salir gritando, profiriendo insultos tan impropios de una dama como ella, pero apropiados para su estado actual.
Estaba ansiosa y muy molesta; odiaba perder el tiempo y mucho más, cuando sabía que su vida pendía en un hilo si ese maldito tren no aparecía.
Tenía que llegar a tiempo.
Tenía que verlo.
Tenía que salvarlo.
La llamada había sido directa. «—Haymitch enfermó. Se lo llevan al 4. —» Por lo que no dudó en salir de su feo departamento, aún cuando su aspecto era tan, o incluso, más deplorable del que quizás él pudo haber mostrado durante esos días. Pero la diferencia es que ella no sabía exactamente el estado en el que se encontraba el hombre, gracias a la insistencia de no querer saber nada más de su paradero, por mucho que eso le quemara por dentro.
Había sido decisión de ella no querer saber nada de Haymitch, por lo que Peeta en sus llamadas no tuvo remedio de cumplir su pedido. Ambos ahora formaban esa extraña relación madre-hijo que ninguno se detuvo a evaluar con detenimiento; simplemente surgió de la nada, como todas sus conversaciones, así que no había razón para discutirlo. Ella era su madre ahora y él su hijo.
Pero dentro de esa dinámica se escondían secretos; aquellos que se guardan los padres y que los hijos irremediablemente tendrán que ignorar.
Effie lo hacía, ella era consciente de que le mentía a Peeta al contarle esas tontas historias de su nueva vida en el Capitolio. Le había asegurado que estaba bien, que tenía un empleo increíble y que los fines de semana se reunía con una vieja amiga con la que se había reencontrado, por lo que solían ir a tomar el té o pasear por las calles del Capitolio. Sin embargo, todo eso eran puras historias falsas, nada había sido cierto y ella solo se lamentaba tener que llegar a ese punto para no hacerles más daño. O más bien, no hacerse daño ella misma.
Su vida en el Capitolio era miserable, por no ser más exagerada. Se había convencido de que ese era su lugar, que no debía irse y que allí pertenecía, por lo que había intentado en los últimos dos años ser alguien más, cambiar por completo. Sin embargo, ahora no podía seguir ese guión por mucho que quisiera, porque estaba a unas estaciones de tren de lo que sería la despedida más dolorosa de su vida.
Consideró llamar a Plutarch de nuevo para ver si existía la posibilidad de viajar en aerodeslizador, pero de inmediato se negó al entender que eso le costaría caro, en especial con todos los favores que tiene en lista que todavía no ha podido pagarle. Por lo que viajar en tren era la única opción, el Distrito 4 no estaba tan lejos después de todo.
Cuando pudo sentarse en su vagón tuvo la oportunidad de respirar, pero cuando el tren fue acercándose irremediablemente al distrito pesquero, su corazón comenzó a latir tan fuerte que sentía que sus oídos se taparían.
¿Qué diría al llegar? ¿Sería recibida? ¿Cómo reaccionarían al verla allí? Sabía que no era moneda de oro y que el trato con las vencedores que allí vivían no era del todo familiar, pero en seguida tuvo que mentalizarse que nada pasaría, sobre todo cuando Katniss y Peeta fueron los que le advirtieron del estado de Haymitch.
—Calma, Effie… calma — se repetía una y otra vez —. Calma…, estarás bien.
Abrió los ojos en el instante en que el inmenso mar azul se impuso frente a su ventana, una vista hermosa que alejaba de su mente cualquier mal pensamiento, aunque en su situación era más que deseado. Quería venir a este lugar de vacaciones, no a ver a quien fue su amor postrado en una cama.
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Promesas [Historia Hayffie]
Fanfic«-Haymitch enfermó, se lo llevan al 4.» Una simple llamada logra reconectar el mundo de Effie Trinket que hasta ahora lo veía perdido, llevándola directo hacia la persona que prometió amar, aún cuando las diferencias entre ellos seguían siendo notor...