Capítulo 45. Contraataque

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Vega Crux

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Vega Crux

Camino de un lado a otro, tengo tres soldados inhabilitados, y esto no es divertido. En camino se encuentran Yara, Gustavo, y mi prima, Jose dice que está en optimo estado y podrá purificar este lugar, en conjunto a Zunú, quien por cierto ni bien llegó y envió a volar a Paulo a su casa.

No es que le caiga mal, pero como él dice, estamos demasiado desprotegidos como para tropezar en falsas amistades, y mucho menos tenemos la gracia de regalar confianza a nadie. Concuerdo.

Cenit sale de mi habitación, su traje de combate está desajustado, los cinturones de seguridad desabrochados y la cadena del brazo cuelga con despropósito.

—¿Cómo está Vega? —Pregunto casi con desesperación.

—Bien, pero no puedes entrar aún, Rodrigo se está encargando de quitar el vapor que aspiró de esa carta. 

—¿Y Juanjo? 

—Con Nauseas, pero bien, no perdió la conciencia, sin eembargo se está dando otra ducha, el hechizo es poderoso Luriel. Si lo hubieras abierto tú...

—No quiero que nadie, en absoluto vuelva a recibir ningún objeto, recado, carta o lo que fuere de las personas que nos rodean, es más estoy pensando en que la discoteca no debería funcionar.

Cenit, niega, respira profundo, pone una mano en mi hombro y con toda la sinceridad del mundo habla.

—No te vamos a dejar hacer eso ¿Crees que nos va a ganar el pánico? —niega y hace un sonido con la lengua—Aquí somo leales, eso nos diferencia de ellos, y dejar que se cierre la discoteca, cuando vamos a usar la fiesta de inauguración para festejar el Aretéguasú, ni locos, hemos trabajado un montón. 

>>En serio Luriel, no dejes que te gane, ¿Le vas a dar el gusto a Iracema y a Franco?

Trago fuerte, y suelto el aire que tengo retenido, aprieto mis puños y niego. 

—Eso pensé, Luriel, no queremos que ellos nos ganen.   

—No, no queremos. Solo que si les pasa algo... si les pasa algo Cenit.

—Es bajo nuestra responsabilidad, no tuya, ni de nadie más ¿Ok?

—Ok —respondo.

Pero la verdad es que estoy demasiado preocupado por Vega y Juanjo, mis dedos tamborilean en la mesa de mármol, y los nervios me ganan.

—Voy a ver a Juanjo —digo y ella me ataja.

—No, yo me encargo de Juanjo. Tú, vas a volver con Vega y Rodrigo al salir de allí va junto a Anastasia que sigue débil ¿Ok? Quiero que te centres, que recuerdes que nuestro objetivo es destruir a Franco, recuperar el alma de tu madre y liberar a La Colmena y sus dioses.

—Qué paguen, es lo que queremos.

Cenit me da un golpecito en la espalda e ingresa a la habitación de Juanjo.

Los rebeldes [Libro 4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora