Lucerys, el joven príncipe, se debatía con desesperación en la penumbra de su alcoba. El omega, un desconocido, lo tenía atrapado, sus dedos apretando implacablemente su garganta. Al principio, Lucerys había creído que era su madre quien lo asfixiaba, pero al abrir los ojos, se encontró con una realidad mucho más siniestra.
El desconocido estaba decidido a arrebatarle la vida. Lucerys luchaba con las pocas fuerzas que le quedaban, sus pulmones ardiendo por la falta de aire. Extendió la mano hacia unas velas que reposaban sobre una superficie pesada cerca de la cama. Con un esfuerzo sobrehumano, las tomó y las alzó como arma improvisada. El omega, sorprendido por la inesperada resistencia, recibió un golpe certero que lo hizo tambalear.
El príncipe aprovechó la oportunidad y se liberó del agarre. El desconocido cayó de la cama, aturdido. Los guardias, hasta entonces distraídos, finalmente reaccionaron al escuchar la pelea. Irrumpieron en la habitación y se abalanzaron sobre el omega, sometiéndolo y apartándolo de Lucerys.
Lucerys se sentó en la cama, jadeante y herido. El guardia examinó las marcas en su cuello, acariciándolas con suavidad. Lucerys gimoteó del dolor mientras el guardia le ofrecía un poco de agua y revisaba que no tuviera más heridas. Pero antes de que pudiera decir algo, una fuerte mano detuvo al guardia. Era Aemond.
"¿Qué estás haciendo?" Aemond demostraba celos en su mirada y feromonas que marcaban territorio. Detrás de él, Aegon sostenía a Maegor, y una nodriza permanecía a su lado. Lucerys no se sentía seguro aún y se levantó para abrazar a Aegon, quien le correspondió.
"¿Qué sucedió?" Aegon preguntó a Lucerys, pero este no podía responder. Solo quería consuelo y la cercanía de alguien en quien confiaba.
"Aegon, un omega intentó asesinarme. Tuve demasiado miedo", murmuró Lucerys, sin soltar a Aegon. Sabía que Aemond lo juzgaría por ir tras Aegon en lugar de protegerlo.
"Yo me encargo del omega", declaró Aemond, esperando llamar la atención de Lucerys. Sin embargo, el príncipe continuó con Aegon, quien limpió sus lágrimas y lo besó en la boca.
Aemond, visiblemente incómodo, no quiso presenciar más esa escena. Golpeó el hombro de Lucerys antes de marcharse.
Antes de abrazar a Aegon, Lucerys sintió el impulso de abrazar a Aemond. Pero observó a su pequeño Maegor y todos estaban mirando. ¿Por qué Lucerys se lanzaría a un alfa que no era suyo? ¿Por qué prefería a otro en lugar de a su esposo Aegon?
Lucerys contempló a Aemond mientras se alejaban elegantemente. El alfa era perfecto en todos los sentidos de la palabra: su forma de actuar, su comportamiento ante las personas, su hermoso cabello platinado largo y su forma de hablar. Aemond era todo lo que Lucerys necesitaba, pero sabía que nunca sería posible a menos que Aegon desapareciera, como Aemond deseaba. Por ese milésimo de segundo, no parecía una mala idea.
"Lucerys, hueles bien," susurró Aegon, acariciando su cintura. Lucerys se alejó de él para tomar a Maegor, que aún estaba en brazos de la nodriza.
"¡Madre!" Finalmente, su madre estaba allí, y esta vez no era un sueño. Lucerys la abrazó un poco, pues Maegor aún estaba en sus brazos, y ella le besó la mejilla.
"Lucerys, ¿te encuentras bien?" preguntó Harwin. Lucerys asintió, sintiéndose apenado por haber tratado mal a Harwin en su última visita.
Pero para Harwin, no fue suficiente. Inspeccionó al pequeño omega con cuidado. Lucerys tuvo un déjà vu: recordó cómo Harwin lo cuidaba de manera tan sobreprotectora cuando era un niño. Era extraña la sensación de calidez que sentía en su pecho. Rhaenyra le dio una mirada suave a Lucerys, permitiéndole que Harwin lo cuidara.
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Me perteneces Lucerys [Lucemond]
FanfictionLucerys Velaryon, un hermoso omega, es unido en matrimonio con Aegon para unir a las familias y terminar con las diferencias. Aunque inicialmente parecen estar encantados el uno con el otro, Lucerys tiene que soportar la infidelidad de su esposo, Ae...