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El viernes paso muy rápido. Pase todo el día en el  garaje de Ferrari, y no sé como lo hice pero no me cruce con Carlos en ningún momento.

El sábado acompañé a Charles al circuito.
Vi el primer libre del día  y luego comí con Pierre. Pero no puede ver la calificación entera porque mi agente me llamo y estuve horas hablando por teléfono par arreglar un problema con los pagos de una sesión de fotos.
Después de tanto rato al teléfono me dolía la cabeza y busque en mi bolso una pastilla para que el dolor parara. Tenia la pastilla pero no el agua. Así que salí del garaje y me fui a la cafetería de Ferrari a buscar una botella de agua o zumo.

Entré y busque agua por todos lados pero no encontré. Ví a una mujer detrás del mostrador de la comida y le pregunté. Le hablé en inglés, porque así es cómo la gente se suele comunicar en los circuitos, ya que todos hablan un idioma diferente, y pocos español.
La señora no parecía entenderme, yo se lo seguía repitiendo. Me empecé a estresar porque no sabia que idioma hablaba. Después de intentar explicárselo con gestos, caí en que podría ser que hablara en italiano.
Yo no se italiano, pero el español se parece mucho. Justamente en el momento que le iba a pedir agua en español, la mujer giro la cabeza hacia mi izquierda.

— Una bottiglia d'acqua, per favore, Maria.

Imité a la señora, y me encontré a la persona que menos quería encontrarme estos días.

La señora le dio una botella de agua y él volvió a hablar.

— Grazie.

Se giró hacia mí y me ofreció la botella de agua. Yo la cogí.

— Gracias.— me tome la pastilla y me fui hasta la puerta para volver al garaje.
— Emma, espera.—me agarro del brazo antes de que pudiera salir.
— Que quieres— respondí un poco borde.

— Quedamos esta noche y hablamos.

Me quede en silencio un rato mirándolo, pensando si era buena idea. Obviamente quiera arreglar las cosas con él.

— Por favor— volvió a hablar él.
— Esta bien— me volví a girar par salir de la cafetería.

Oí que me seguía.
— ¿Te recojo en el hotel de Pierre a las 8:30 ?.—sugirió, yo me reí silenciosamente, sabiendo que lo que estaba apunto de decirle no le haría mucha gracia.
— De hecho, me estoy quedando en el apartamento de Charles, recógeme allí.— me quede mirándolo esperando una respuesta, no sé porque pero me divertía ver cómo se ponía celoso.

El aparto la mirada un segundo, apretando la mandíbula.

Me apetecía chincharle.

— ¿ Pasa algo ?
— Nada- respondió, molesto?
— Bien, nos vemos luego.— termine de bajar las escaleras y volví al garaje de Ferrari. Él andaba detrás mía, porque los dos íbamos al mismo lugar.

Cuando llegué, Charles estaba rodeado de mecánicos que le daban palmadas en la espalda. Probablemente haya ganado la pole, iba muy bien en la Q1. Me vio llegar y se aparto de los mecánicos.  Me acerqué a él y lo saludé dandole un abrazo. Él hizo lo mismo. Notaba la mirada de Carlos en mi espalda mirándonos.

— Porque tanta celebración.— pregunté.
—Aquí tu servidor, es el numero uno, mon amour. 
— Enhorabuena, presumido.—  le volví a dar un abrazo, pero esta vez lo apreté más fuerte y le di un beso en la mejilla. Estaba contenta por él .

Él me devolvió el beso en la mejilla. Y ahí es cuando me puse roja de verdad. De reojo pude ver que Carlos también lo hacía pero este de ira o celos.

—Vienes a celebrarlo con el equipo, esta noche, vamos a ir a cenar.

Yo giré la cabeza para mirar a Carlos, que hablaba con su ingeniero.

Quien lo diría - Carlos Sainz Jr.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora