#. 5 Natalan

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Natalan después de haber convivido con Aquino después de un largo rato sabía que podrían tener una buena conexión, una química única y divertida

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Natalan después de haber convivido con Aquino después de un largo rato sabía que podrían tener una buena conexión, una química única y divertida.

Pero jamás pensó que esa "química" serían ellos besándose salvajemente cuando se separaban de su grupo de amigos. Ni siquiera recordaba como habían llegado a esta situación, que no era la primera y ni probablemente la última. Aún así a ambos les gustaba.

Aquino juraba no sentir ningún tipo de atracción hacia el pelinegro, pues solo le gustaba besarse con el por mera diversión, en cambio, Natalan no pensaba igual pues sabía cómo eran los besos con sentimientos más allá de la amistad por parte de Aquino. Pero jamás decía nada pues no quería arruinar esas largas sesiones de besos.

Un día como cualquier otro en una salida normal con sus amigos, Natalan notaba demasiado juntitos a Lucasta y Aquino, esto realmente no debería importarle o molestarle ya que él y el castaño son solamente amigos. Pero no, él se sentía en el derecho de celarlo pues el moreno no había besado lo suficientemente a Aquino como para hacerlo.

Lucasta era coqueto por naturaleza, todos lo sabían pero a nadie parecía importarle más que al pelinegro de Natalan cuando su amigo decidía que era buena idea intentar besar a su castaño. Eso no le agradaba para nada pues las dos horas de karaoke en las que estaban Mictia, Duxo, Locochon, Aquino, Lucasta y él parecían serle eternas y sobre todo molestas gracias al moreno.

Así que aprovechó en una movida donde Aquino se tomó un descanso para dirigirse al baño y refrescarse. Natalan lo siguió muy de cerca hasta que llegaron y cerró la puerta con seguro, según él.

—¿Qué me sigues Nat?– Preguntó confundido pues esto no era normal en él.

—¿Por qué ese pendejo de Lucasta puede besarte con los demás ahí y yo no?– Habló finalmente después de pocos minutos de un silencio extraño.

Aquino ahora molesto suspiró y decidió ignorarlo haciendo sus cosas de lavarse las manos. Natalan solo se posó detrás suyo recargando sus manos a los costados del menor. Aquino se exaltó pero decidió no hacer nada y seguir con lo suyo.

El pelinegro optó por besar su cuello y dejar pequeños rastros de saliva, esto al castaño no le molestaba, le gustaba ser acorralado y tener la sensación de adrenalina de poder ser descubierto a pesar de que no tenía nada de malo su relación.

El menor optó por dejar salir gemidos de la excitación que le estaba llegando por los besos y arrimones que el contrario le estaba dando, ahora Natalan con sus manos recorría el cuerpo ajeno en desesperación por hacerlo suyo.

Estuvieron así unos minutos hasta que escucharon el tocar de una puerta para después ser abierta. Natalan no había puesto el seguro correctamente y cuando iban a alejarse fue demasiado tarde pues Duxo los había visto en la prometedora posición en la que estaban, además de que Aquino no era muy silencioso que digamos.

Él simplemente con mucha vergüenza les dijo: — L-los estamos esperando, ya nos queda media hora de karaoke– Y se fue sin decir más, sin comentar nada acerca de lo que había visto. Esto Aquino lo agradecido pero lo odió porque se quedó con las ganas de algo más con su pelinegro, este en cambio ya estaba con una erección y molesto apartó con cuidado a Aquino del lavabo para refrescarse la cara. Cuando menos lo esperó vió al castaño retirarse lentamente en espera de él. Esto lo hizo sonreír para acercarse y llegar a darle besos por el rostro.

Llegando a la sala de karaoke vieron a Duxo algo incómodo, no por su relación, sino por haber visto a dos de sus amigos en esa situación tan íntima.

Continuaron hasta que terminó su media hora de karaoke y ya saliendo del lugar todos se despidieron hasta que quedó la pareja, Aquino y Natalan.

Este último acompañó al contrario a su hogar para que fuera más seguro. Y ya en la puerta ni siquiera se dijeron más y comenzaron a besarse dulcemente para entrar al hogar del menor y continuar con lo que habían dejado momentos atrás.

Amaban poder comunicarse sin necesidad de usar palabras.

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