12 Layla

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Maikel estaba muy raro, había momentos en los que se quedaba mirándome un rato, no entendía porque y me ha empezado a llamar enana, nunca me había puesto un apodo. Algo le pasaba. Dejando eso a un lado, Peter nos había invitado esa mañana a una fiesta el sábado por la noche, en su casa, era un buen momento para conocer a mis compañeros. Es cierto que a mi no me gusta socializar mucho, pero me estoy dando cuenta que Londres me esta cambiando. Se me apetece conocer gente, sobre todo a mis compañeros de clase, con los que comparto bastantes horas al día. Pase la mañana muy bien, en las primeras horas en clase me costo mucho concentrarme pero después después fue a mejor. Llego la hora del almuerzo, iba a estrenar la cafetería, le mande un mensaje a Maikel para saber si él iba a ir, ahí a comer, quería esperarlo en la entrada. Pero paso un rato y no me respondía tenia 1 hora y media para comer antes de que empezara la siguiente clase. Así que decidí entre en la cafetería yo sola. Vi que había una gran cola donde se encontraba la zona de recoger la comida , cogí una bandeja y me puse en la cola. De repente siento que alguien me toca el hombro, me doy la vuelta y era Peter.

-no sabia que ibas a venir a comer aquí.

-Peter, que bien encontrarte, te confieso que estoy muy nerviosa.

-normal, es la primera vez que vienes no suele estar tan concurrido, la verdad.

-vaya me toco a mi el día que se tenia que llenar de gente.

-si,-se reía bajito-¿nos sentamos juntos? Así te presento a unos amigos.

Llego mi turno para escoger la comida, cogí una hamburguesa que tenia muy buena pinta con un salteado de verduras. Sali de la fila y espere a que Peter terminara. Nos dirigimos a una mesa donde habían dos chicos y una chica. Cuando nos sentamos Peter hizo las debidas presentaciones se llamaban Dylan, Nicolas y Dayana.

Maikel no se presento en la cafetería, tampoco respondió mi mensaje. Estaba en la puerta de la universidad para irme quería esperarlo para irnos juntos a casa, me encantaba esa pequeña caminata que nos dábamos. Aunque por el camino, la mayoría de las veces no hablábamos mucho, porque la verdad es que como nos lo contábamos todo ya no había mucho que decir. Pasaron unos minutos y no sabia nada de él, así que lo llame. Al tercer toque cogió el teléfono: 

-¿que pasa enana?

-eso digo yo estas un poco desaparecido hoy, no respondes a mis mensajes y te estoy esperando aquí en la salida.

-lo siento, ya voy dame 10 min mas y enseguida estoy ahí.

-ok-y colgué.

Se me hicieron eternos los 10 min, cuando llego al lado mío, mire el reloj y habían pasado mas de esos 10 min.

-cuéntame. ¿Qué tal?-mientras nos echábamos a caminar a la calle.

-me entretuve un poco hablando con algunos compañeros.

-al mediodía te espere en la cafetería ¿con quien comiste?-¿Qué te pasa Layla ahora lo controlas? el puede hacer lo que quiera no te tiene que dar explicaciones.

-¿me echabas de menos enana?-ese guiño y su sonrisa picara que me derretía y se me aflojaban las piernas.

-déjate de tonterías solo era para charlar un rato contigo y ponernos al día de la mañana que habíamos tenido. También es que no quería estar sola, al final comí con Peter y sus amigos.

- no estuviste sola, lo siento mañana prometo comer contigo enana. Por cierto me estaba proponiendo apuntarme a un gimnasio que he visto por aquí cerca. ¿Quieres ir conmigo?

-sabes que no me gusta mucho el deporte.

-venga así no voy solito-me puse cara triste y morritos no podía resistirme a eso.

-valeeee me apunto ¿Cuántas veces en semana es?

-solo dos, una horita, ¿Qué te parece?

-esta bien.

En ese momento llegamos a casa, empezamos a subir las escaleras.

-un momento enana, se me ocurrido una cosa, el primero que llegue arriba paga la cena esta noche ¿que dices?

-pero son cuatro pisos cuando llegue arriba voy a necesitar respiración asistida.

-entonces lo hacemos no te preocupes yo te hago el boca boca si hace falta- ahí estaba de nuevo su sonrisa picara y me puse roja al momento. Definitivamente Maikel estaba muy raro.

-no quiero que me hagas el boca a boca.

-tu te lo pierdes enana. Empiezo a contar, a la de 3 empezamos a correr.

-venga estoy preparada te voy a dar una paliza ricitos de oro.

-espera ¿que?-riéndose a carcajadas-¿ricitos de oro? Que cutre ¿no tienes otro apodo mejor?

-¡cuenta ya!

1. ..2...3, empecé a correr como una loca, llegue al segundo piso asfixiada, hiperestesiando, él me llevaba ventaja. Cuando ya estaba en el cuarto piso, lo vi a apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados. Me guiño un ojo.

-ricitos de oro te ha ganado enana, te toca pagar a ti hoy.

Abrimos la puerta, fui directa a beber agua, estaba en muy baja forma creo que al final me ira bien ir al gimnasio. Esta vez para cenar pedimos pizza, del restaurante italiano que nos gustaba. Mientras comíamos le pregunte

-oye ¿Qué tal con, Paola se llamaba? Alguna novedad.

-no la verdad es que estamos hablando menos, ella esta muy ocupada con su trabajo y bueno yo ahora con la universidad tampoco tengo tiempo.

De repente me invadido la felicidad, hablaba menos con ella que alegría ya podría no hablar absolutamente nada con ella. Lo prefería así.

-ricitos de oro-le di con el dedo en el brazo-que te parece si hoy vemos una peli de Disney.

-vale como has pagado tu te dejo que elijas la peli. Y no me llames mas ricitos de oro.

Terminamos de comer, recogimos todo y nos acomodamos en el sofá a ver Alicia en el país de las maravillas me encantaba, ver como Alicia se internaba en ese mundo de locura y caos, representaba mi mente, así era yo en mi interior aunque por fuera pareciera tan ordenada y escrupulosa.

Llego el sábado por la noche estaba muy emocionada. Maikel no tanto, había estado todo el dia de morros diciéndome que no era necesario ir. Yo repitiéndole que sí, pero que tampoco estaba obligado a ir podía quedarse. Iba a ir con Joseph a él también lo habían invitado. Por un momento pensé que Maikel no iba a ir pero cuando ya quedaba solo una hora para irnos se ducho, se afeito y se vistió. Yo me estaba dando los últimos retoques de maquillaje cuando Joseph nos empezó a meter prisa por irnos. Ya estaban sentados los dos en el sofá esperando a que yo terminara de arreglarme. Salí de la habitación y las dos cabezas giraron hacia mi.

-estas muy guapa enana-me echo una mirada que nunca la había visto, hizo que me diera un escalofrió por todo el cuerpo y un calor a la vez, sus ojos brillantes se posaron en mis labios. Así nos quedamos hasta que Joseph rompió el hechizo.

-vamos chicos ya tendréis tiempo de miraditas.

Me puse roja al instante, y camine hacia la puerta con Maikel y Joseph detrás de mi. 

Apartamento 401 en LONDRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora