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—El gran Leonardo Da Vinci, estoy segura de que era un hechicero aunque nuca se demostró... —dijo Myrtle mientras hacia los aperitivos.
Estábamos todas en la mesa sentadas como en la última cena.
Era la noche anterior a la prueba.
—...En su obra maestra la última cena pinto anguila a la parrilla, pan y vino sobre la mesa. Yo escogí caviar del Mar Caspio servido sobre blinis acompañado con champaña. —comenzó a pasar los platos. —Como substitutos dignos mientras compartimos nuestras propia última cena. Para una de ustedes, es el último momento de libertad y anonimato antes de asumir la Supremacía. Para alguna de las demás tal vez su última cena. —
