⛸️ ⋆ O34

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San Petersburgo era una ciudad tan enorme como hermosa, rebosante de historia y belleza en cada esquina, pero Jeongin jamás se había sentido tan extranjero en un lugar. La tranquila naturalidad con que se había amoldado a aquel lejano paraíso austral en nada se parecía a la obligada adaptación a estas frías tierras nórdicas. Todo le era extraño e inusual, a menudo tan distinto a sus costumbres que solía sentirse un extraterrestre. Pero lo más desesperanzador era saberse sólo en aquella lucha cotidiana. Ahora Hyunjin ya no estaba de éste lado de la línea para compartir su aislamiento verbal, ni comprender su asombro o curiosidad por tradiciones que no comprendía. De hecho, la alegría de zambullirse nuevamente en su mundo había puesto al ruso en un estado permanente de excitación e hiperactividad, dedicándose de lleno a recuperar el tiempo perdido, tanto con sus amistades como con su carrera, dejando poco tiempo (demasiado poco) para ayudar a su amante a insertarse en su nueva vida.

La magnitud de todo a lo que debía acostumbrarse hubiera sido desesperante para Jeongin de no haber sido por el cariño y la paciencia que le demostró Mina. De tan buen humor como el primer día, la chica (pues Jeongin descubrió que era apenas un año mayor que Hyunjin) le enseñó todo sobre la casa y las costumbres, atendió sus necesidades y sus preguntas, y ayudó como mejor pudo a cubrir la repentina ausencia de Hyunjin en su vida.

—No te preocupes, está emocionado por volver a casa —lo consolaba ella con una sonrisa cuando Hyunjin pasaba fuera todo el día—. En poco tiempo volverá a estar tan pegado a ti que suplicarás poder quitártelo de encima.

Jeongin sonreía dócilmente, aunque no estuviera de acuerdo. En los diez días que llevaban allí Hyunjin había mantenido casi la misma rutina: levantarse temprano y partir con Christopher a la pista de entrenamiento o a ver a otras personas; luego, con suerte, regresaban a la hora del almuerzo, para volver partir hasta la noche y pasar la cena y sobremesa en conversaciones que no tenía forma de comprender. Jeongin no encontraba la manera de hacerse notar. Las escasas veces que lograba abordarlo a solas, Hyunjin se comportaba tan dulce y cariñoso como siempre, y resumía sus ausencias en que tenía muchos planes y que todo marcharía bien. No parecía ver la soledad en que se encontraba el menor, y éste, desconcertado por el buen trato, no se atrevía a mencionar sus quejas.

—Mina, tú que los entiendes, ¿de qué hablan tanto esos dos? —preguntó una noche mirando con recelo hacia la sala de estar, mientras él y la rubia permanecían en la cocina bebiendo café.

—¿Realmente crees que mi oído es tan bueno como para escuchar lo que murmuran en la sala? —respondió risueña, mientras observaba con ternura cómo Jeongin acunaba a su hijo menor.

—Me refiero en general.

—Oh, de muchas cosas. Están preparando nuevas presentaciones. Tú sabes, coreografías, trajes, música... Y por lo que he oído, cerrando buenos tratos. Tu Hyunjin sabe cómo venderse —agregó con un pícaro guiño, rozando sus dedos en el gesto universal de dinero.

—¿No te da celos que Chris pase tanto tiempo con él? —soltó de pronto, reflejando sus propios temores. La joven se echó a reír.

—¿Celos? ¿De qué? Chris es mi esposo.

—¿La palabra "infidelidad" no existe en el idioma ruso?

—Claro que sí — Mina volvió a reír como si hubiera escuchado una buena broma—. Pero él no es gay —agregó con simpleza—. Aunque así lo quisiera Hyunjin, Chris jamás accedería a tener sexo con él ni con ningún otro hombre. Eso puedo jurarlo.

Jeongin volvió su mirada hacia la ilusa chica y rió como ella, aunque por distintos motivos. Así que Christopher escondía un "pequeño secretito" a su esposa.

[...]

Las risas se dejaron oír desde la cocina y Hyunjin sonrió satisfecho.

—¿Sigues pensando mal de él? —preguntó mirando de reojo a su amigo.

—A Mina le cae bien.

—Te estoy preguntando a ti.

Chris apuró su trago con la vista fija en la lejana figura de Jeongin.

—Al menos es bueno en las tareas domésticas...

—Chris...

—¿Qué importa lo que yo piense? Te gusta a ti, que es lo importante.

—Sabes que todo lo que tú pienses es importante para mí.

—Si es así, ¿por qué aún no me has dicho la verdad?

—¿La verdad sobre qué?

—Sobre Bennet.

El rostro de Hyunjin empalideció sin disimulo. Permaneció un momento inmóvil, y luego volvió a llenar los vasos vacíos que había frente a él.

—¿Qué quieres que te diga? ¿Que admita que tenías razón? ¿Que pasó los últimos doce años acostándose conmigo como antes había hecho contigo?

—No... —la expresión del castaño se había vuelto muy sombría al aceptar el vaso que le ofrecían, como si temiera revolver aquellos oscuros recuerdos de su propio pasado—, y te suplico que no menciones nada de esto delante de Mina. Nunca se lo he dicho y nunca lo haré. La destrozaría — Hyunjin asintió, e instintivamente posó la mano sobre su hombro, acariciando suavemente el nacimiento de aquel cabello chocolate. Chris sonrió en agradecimiento antes de continuar—. Me refiero a una verdad más reciente. Me refiero a cómo murió Bennet.

—Creí que al encargarse del caso, Yael te había mantenido al tanto de todo.

—¿Esperas que me crea ese cuento de la carta de la madre Jeongin?

—No es ningún cuento, esa carta existe y ella la escribió.

—Claro, y por eso desapareciste sin dejar rastro y huiste al fin del mundo en vez de regresar a casa...

—¿Por qué siempre tienes que hurgar en mis secretos? ¿Acaso no sabes que la curiosidad mató al gato?

—Lo siento, pero algún defecto tengo que tener...

Hyunjin sonrió, vaciando nuevamente su vaso, pero pronto no pudo sostener más la fachada de comicidad. Un escalofrío hizo vibrar su respiración.

—Tengo miedo de hablar... —admitió en un susurro aterrado, sus ojos fijos en el vaso que sostenía entre las manos—, porque al mencionarlo lo haré real.

Chan se acercó aún más, acariciando los suaves mechones, rozando las delgadas mejillas con sus dedos, besándolas en un arrebato de cariño por su amigo.

—Hyunjin... lo que sea que haya pasado, hecho está, y esconderlo no lo hará menos real. Si tú no puedes confiar en mí, ¿quién lo haría? Comparto contigo el peor secreto de mi vida, y lo que sea que ocultes dudo mucho que supere lo que ambos hemos vivido. ¿Acaso crees que ya algo podría escandalizarme?

Hyunjin suspiró, sus manos repentinamente temblorosas. Luego alzó sus ojos y los fijó en los claros y brillantes de su amigo.

—Creo que será mejor que abras otra botella...

sangre sobre hielo ✦ hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora