⛸️ ⋆ O4O

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Se detuvieron de forma tan brusca que su cuerpo se desplazó por inercia hacia delante, y luego rebotó contra el respaldo del asiento. Su cuello hizo un movimiento de látigo tan fuerte que su visión se volvió negra por un momento, para luego iluminarse por el estallido de cientos de chispas blancas, antes de volver a recuperar lentamente el contorno de las cosas. De inmediato se llevó una mano a la nuca y otra a la región lumbar, donde un dolor extraño se irradió por toda su columna hasta perderse en intensidad hacia sus extremidades. Aterrado ante la idea de quedar paralizado, exhaló el aire contenido y respiró profundo. Luego, con mucho cuidado, balanceó suavemente la cabeza de un lado a otro. Podía mover las manos y las piernas, electricidad y profundos pinchazos le recorrían las yemas de los dedos. Por primera vez el dolor era un buen síntoma. Vaya que eran drásticas las formas que tenía Dios de demostrarle que sí existía.

Una vez que se cercioró de encontrarse en buen estado, volvió la mirada hacia su acompañante. Hyunjin estaba inmóvil y caído sobre el volante, con un brazo doblado sobre su frente como si hubiera querido protegerse la cabeza en el último instante.

"Se desnucó" pensó con la respiración entrecortada, pues la famosa bolsa de aire no se había abierto y una gruesa gota de sangre chorreaba por su frente. Pero entonces el rítmico movimiento de su espalda le indicó que respiraba. No estaba muerto. Las lágrimas que rodaban suaves por sus mejillas se lo confirmaban.

El silencio fue ensordecedor a comparación de los enloquecidos bocinazos que los habían rodeado en la avenida como un enjambre de abejas enardecidas. Aquella calle estaba oscura y desierta, y nadie venía persiguiéndolos, ni para bien ni para mal. Al parecer, a los ojos de aquellos desconcertados automovilistas, ellos se habían esfumado tan rápido como había aparecido.

Hyunjin cruzó sus brazos y acomodó la cabeza entre ellos, como si se dispusiera a dormir. La luz amarillenta del farol público más cercano alumbraba su rostro, mostrando una herida pequeña aunque profunda en su frente, casi en el nacimiento del cabello, pero él parecía no haberla notado, o la ignoraba por completo. En sus ojos ya no brillaba esa luz demencial; por el contrario, parecía cansado y soñoliento, totalmente agotado.

—Y todo por unas medallas —concluyó casi en un suspiro, abandonado—. Todo por unas malditas y estúpidas medallas.

Jeongin no respondió. Hubiera querido gritarle que no, que no fuera tan idiota, que no se había arruinado la vida sólo por tal ridículo objetivo... pero no pudo. No pudo porque al fin y al cabo era verdad. El dinero de los premios era un incentivo, sí, pero había entregado su vida para obtener el honor que daban esas pequeñas glorias colgadas al cuello, se había manchado las manos y el alma con sangre por ellas, y casi había perdido la vida por esas malditas medallas... ¿o no?

El corazón comenzó a latirle nuevamente con mucha fuerza. ¿Qué competidor se deshace de sus rivales cuando ya ha ganado el premio? Por más infame y despreciable que fuera, él tenía una razón para hacer lo que había hecho. Pero ¿cuál era la excusa de Hyunjin?

—Ahora es tu turno de decirme por qué lo hiciste —exigió al fin, con una voz monótona e inexpresiva.

Hyunjin cerró lentamente los ojos; no parecía dispuesto a responder. Jeongin aguardó, mirándolo en silencio. Le parecía imposible que ese rostro fino pero masculino, en el que tantas veces se había perdido embelesado, que había besado centímetro a centímetro con un amor que quitaba el aliento, ahora fuera capaz de despertar en su interior un fuego tan distinto al de la pasión y el deseo. La intriga había dado paso al odio, y ahora el odio al dolor.

—¿Te lo ordenó Bennet?

Silencio, y una suave negación con la cabeza.

—¿Lo hiciste para sacarme del medio? ¿Te estaba estorbando demasiado en las competiciones?

sangre sobre hielo ✦ hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora