Luz.

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1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 

2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. 

Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.

Esos primeros cuatro versículos que componen el inicio de Genesis, no solo nos habla de la creación, sino que de nuestra vida misma y de quien es Dios en nosotros. Quizás para muchos sea demasiado fantasioso e incluso pueden pensar que es hasta ridículo creer que el mundo y universo que nosotros conocemos se creó de esta manera, pero en este momento da igual, porque no es la creación de lo que vengo a hablar, sino que, de como Dios en medio de la nada, en donde todo era oscuro, vacío y sin forma, Él hizo luz.

Nuestras vidas antes de conocer a Cristo eran exactamente eso. Tú y yo, éramos almas vagabundas que se perdían en medio de la oscuridad, danzábamos entre tinieblas creyendo que aquello era lo correcto. Fuimos tan engañados y cegados por la carne que jamás dimensionamos el hecho de que estábamos viviendo de mala manera.

Aquellos que ya hemos conocido a Cristo, sabemos cuan bueno ha sido con nosotros porque nos arrebató de lugares que, si por un segundo más lo hubiéramos seguido habitando, quizás y no estaríamos aquí para contarlo.

Lo cierto, es que a lo largo del mundo hay millones de locos apasionados por Cristo, porque vimos su grandeza y entendimos que su mucha Luz es mil quinientas veces mejor que la oscuridad que gobierna la tierra y quieren hacer pasar por claridad, cuando no es más que el engaño que ciega y esclaviza a la gente. 

Si hay una historia en la Biblia que puede mostrarnos tal resplandor y el cómo nos cambia la luz de Dios, esa es la historia del apóstol Pablo.

Pablo, un varón sumamente sabio, que hablaba tres idiomas, que tenía buen estatus, un hombre con estudios y conocimientos, alguien que pese a poseer tres nacionalidades y cargos importantes, era un sujeto que vivía en escasez de luz y en sobreabundancia de tinieblas. Pablo, cuando aún era llamado Saulo de Tarso, era uno de los perseguidores más temidos de la iglesia de Jesucristo.

Cuando uno lee la biblia, más allá de encontrar todas esas maravillas que hizo nuestro Señor Jesucristo por medio del apóstol Pablo, también leemos sus inicios y un poco de su trayectoria como persecutor y opresor de la iglesia. Pablo se presentó a sí mismo como alguien que fue fariseo desde su juventud y para quienes no sepan, los fariseos que como bien lo dice su significado eran un grupo social político y religioso separados o separatistas de la gracia de Jesús siendo la principal oposición del Maestro en aquel tiempo. Los fariseos eran hombres muy regidos a su interpretación de la ley de Moisés. por ende, opositores y enemigos fervientes de Cristo.

Aparecen varios versículos en la biblia, donde Cristo se refiere a ellos como unos hipócritas, entre esos, Mateo 23.

Mateo 23:23-36.

23 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. 

24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello! 

25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia

Luz en tinieblas: Dios lo sigue haciendo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora