Su padre la dejó en el Kínder al llegar el lunes. Ella estaba lista, intentaría actuar normal, sus ojos no le impedirían hacer amigos.
—Vendré por ti en la salida. Si tardo no te asustes, ¿sí? —le dijo Richard al verla llorar.
—Si. —un terror le invadió de repente. Estaría sola por varias horas, rodeada de gente desconocida. —Pero regresa, por favor. —en ese momento su mayor temor era que la abandonaran.
—Tranquila, hija. Siempre regresaré para recogerte. —su padre le sonrió y ella entró.
Dentro, Anna pudo ver mejor las instalaciones de la pequeña escuela: vio los seis salones que había y se encaminó al primero que decía en su puerta: "1°A". Sus manos le temblaban y le sudaban de los nervios; sus ojos no dejaban de ver hacia el salón, por lo que no se percató de que Peter la vigilaba desde detrás de un árbol cerca de la pared. La veía con miedo y curiosidad.
Ya estando dentro, Anna vio el interior del pequeño salón. Tenía cuatro filas de cuatro mesas personales cada una, pero solo quedaban dos asientos vacíos: uno en la esquina del salón y el otro en la otra esquina al lado de la puerta.
Anna se sentó en esta última silla, entonces un timbre sonó, el cual anunciaba el inicio de clases. Escuchó murmullos detrás de ella, no sabía si era por su presencia o porque el maestro llegaría pronto.
—Tranquila—se decía a sí misma—Nadie te hará daño, además, sabes que decir.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando entró Peter al salón. El niño vio a Anna con cierto temor y se sentó en silencio en el asiento que quedaba, la maestra entró unos minutos después y las clases comenzaron. A los cinco minutos Anna se encontraba ya aburrida, las dos horas antes del recreo se le hicieron eternas.
Para cuando llegó esa media hora de descanso, ella se encontraba ya deseosa de salir de ahí, por lo que se decidió a intentar socializar para despejar su mente. Intentaría hacer amigos o al menos jugar con alguien. Fracasó rotundamente ese día. Las únicas palabras que recibió fueron "aléjate monstruo". Niños como Peter simplemente se apartaban de su camino, negándose a hablar.
Así pasó el primer año. Llegando al salón para sentarse en la misma silla, escuchando al mismo maestro e intentando hablar en los recreos con cualquier persona. Hasta que llegó la mitad del año y se rindió. Era inútil, a pesar de explicar que era única, nadie se atrevía a jugar con ella. Se sentaba sola en el arenero, ya nadie se atrevía a usarlo. Hacía castillos y figurillas para luego destruirlas y volverlas a armar. De vez en cuando caminaba sin rumbo dentro del espacio limitado de la escuela. Entraba a los salones vacíos y observaba los dibujos que hacían los maestros y niños en el pizarrón, abría los cuadernos abandonados en los pupitres y leía los garabatos de los pequeños. Se aburría mucho, pero era lo que tenía.
Para cuando llegó el segundo año ella ya se había rendido de intentar hacer amigos. Se sentaba fuera de su salón a comer su almuerzo, hecho con el característico sazón de su madre, y veía a los demás jugar, se imaginaba estando entre ellos, saltando la cuerda o jugando a las escondidas; se veía hablando con las niñas de su edad y contando chistes, aunque no se sabía ninguno. Sin embargo, un día se le acercó un grupo de niñas, el miedo se les notaba, pero hablaron con ella y le acompañaron, le compartieron de sus almuerzos y le sonrieron. Anna tuvo que contener las lágrimas para no asustarlas. Les trató con amabilidad, contándoles que ella había nacido así de pálida y con esos ojos negros.
Poco a poco fue siendo aceptada. Sus compañeros de clase comenzaron a hablarle, a disculparse por la mala actitud que habían mostrado e invitándole a jugar. Incluso Peter se le acercó a disculparse y a darle un abrazo, cosa que ella atesoró en su memoria. Por primera vez en mucho tiempo, Eunice le vio sonreír desde su oficina.
Pasado un año, toda la escuela ya se había acostumbrado a ver esos ojos negros, sumando que Anna solía ser muy sociable, le gustaba escuchar las historias que inventaban sus compañeros y compañeras. También le gustaba gastar algunas bromas inocentes con los que ella consideraba sus amigos: unos gemelos, Peter y dos niñas.
Anna también uso la frase que le enseñó su padre para justificar sus ojos a los que conocía por primera vez. Aun así, aquellos tres años pasaron lentos para ella.
Era ya el día de graduación y Anna estaba sentada en su silla cerca de la puerta, había sentado ahí desde el primer día. Peter se le acercó, la saludo y ella le respondió con un saludo acompañado de una sonrisa. Ella llevaba la túnica de graduación, que le quedaba grande. Varios le dijeron ese día que se veía adorable.
Ese último día ella vio a un niño que no se le hacía familiar, se le acercó y saludó.
—¿Me hablas a mí? —respondió el niño de un sobresalto.
—Claro, ¿a quién más? No hay nadie alrededor—dijo Anna un poco confundida, pero riendo.
—Ah, perdón. Hola, me llamo Kevin—dijo haciendo un ademán de saludo.
—¿Vas en esta escuela? —preguntó Anna. —Nunca te había visto.
—Sí, también es mi último día aquí. —la miró con curiosidad. —No te había visto antes, digo, sabía que existes, pero nunca te vi. Eras como una leyenda o un fantasma.
Anna se rió.
—Mira quién lo dice. —le sonrió y el le devolvió la sonrisa.
—Ya sé, casi nadie nota mi presencia, pero no me molesta. Soy como un fantasma. —dijo Kevin emitiendo una risa.
—Eres divertido. —respondió Anna riendo con él.
El resto del día lo pasaron juntos, hablaron de todo, desde sus anécdotas en clases hasta cosas de sus familias. Eran diferentes, pero congeniaban bien. Anna aprendió que Kevin era el hermano menor de los otros dos que tenía; vivía en un departamento en el centro de la ciudad, con su madre y uno de sus hermanos, pues el otro ya vivía sólo, fuera de la ciudad.
Recibieron sus felicitaciones y diplomas, y cuando se dieron cuenta, ya se encontraban de vacaciones, parados afuera de la escuela; esperando que sus padres terminaran de despedirse entre ellos. Ya se conocían, más que nada por los festivales que organizaban los maestros.
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La Chica De Los Ojos Negros
ParanormalNacida con unos misteriosos y particulares ojos negros, Anna intenta desvelar los misterios que estos y sus habilidades únicas ocultan. ¿Será esto un don o una maldición? Portada by: @Bloody_Lady (¡muchas gracias!) Si les gusta no olviden darle cli...