Cuando llegó a la edad de veinte años su padre enfermó. Ella tenía ya un trabajo, era miembro de un grupo de detectives que trabajaba en la torre que cuando era pequeña dijo que tenía un ovni en su techo. Se encontraba intentando averiguar el paradero de un homicida cuando le llamaron, su padre había empeorado.
—Debo irme. —avisó a Eduardo, el que se le podía denominar jefe.
—¿Qué pasó? —dijo sin levantar la vista de unos papeles.
—Mi padre. Ha empeorado.
—¿Qué tenía? —no estaba muy interesado, pero preguntó por amabilidad.
—Neumonía. —respondió Anna con un aire de tristeza. —Y mi madre está en el mismo camino.
—Bueno, ve. —dijo el flaco hombre y ella se fue.
Mientras caminaba pensó en todo, su vida estaba pasando bastante rápido, teniendo siempre algo en lo que preocuparse, más que nada en sus ojos rojos.
En el hospital le esperaba su padre, guardando su ultimo aliento de vida para su pequeña, pues para él, ella siempre lo sería.
Anna lo vio, tenía un aspecto deplorable. Tomó una de sus manos, la otra ya la sostenía su madre, quien intentaba no llorar del dolor.
—Aquí estoy, papá. —dijo intentando no romper en lágrimas, ver a su padre así le dolía más que la muerte de Kevin.
—Hija. —sonrió y luego tosió, un poco de sangre manchó la sábana. —Acércate.
Ella lo hizo, sintió un aire frío en la respiración de su progenitor.
—Estoy orgulloso de ti. —continuó con calma. —Muchas cosas están por venir, tus hermosos ojos negros no dejarán de inspirar miedo, y tienes que encargarte de que no se salga de control. —otro tosido. —Cuida a tu madre, mi Lucy. —sonrió y no dijo más. Había fallecido.
Esa tarde lloró junto a su madre, la consoló y llevó a casa. Ella se hizo cargo del papeleo, y del funeral. La noche que enterraron a su padre, Anna notó que su madre empeoraba.
El muchacho que se le había presentado como mensajero continuó apareciéndose ante Anna, él le explicaba a usar sus habilidades, incluso le ayudaba a practicarlos. Anna insistía en que le dijera su nombre, pero él respondía que no tenía uno. Así que ella decidió apodarlo "Mel".
—¿Por qué ese nombre? —dijo con desaire.
—Dices ser un mensajero, pero no te diré "men". —se rió. —Mejor cambiamos la eme por una ele.
—Bueno. —aceptó Mel.
—¿Hablas con otras personas además de mí? —se interesó Anna.
—No. En este momento solo eres tú.
—¿Y en el pasado?
Él no respondió.
La madre de Anna no mejoró.
—Anna, cuando yo muera tendrás que vivir por tu cuenta, en mi testamento te doy todo lo que teníamos tu padre y yo. —dijo una noche.
—No madre, no digas eso, no quiero que mueras. — Anna estaba sollozando.
—Lo siento, hija. Pero así pasa, gente viene y va, incluyendo tus padres. —la enferma Lucy esbozó una sonrisa. —Estaré bien.
Lucy continuaba enferma con el paso de las semanas, Anna trabajaba bastante para poder pagar las medicinas y comida, en sus escasos ratos libres hablaba con Mel.
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La Chica De Los Ojos Negros
ParanormalNacida con unos misteriosos y particulares ojos negros, Anna intenta desvelar los misterios que estos y sus habilidades únicas ocultan. ¿Será esto un don o una maldición? Portada by: @Bloody_Lady (¡muchas gracias!) Si les gusta no olviden darle cli...