Lucy y Richard decidieron llevar a Anna a una famosa playa en México. La pequeña niña estaba emocionada, sentiría la arena real, vería el mar con sus ojos, estaría por unos días en un lugar donde no le conocían, o eso creía, pues todos en el aeropuerto los detenían para ver sus ojos; le tomaban fotos y le preguntaban acerca de ellos. Incluso los policías se detenían a verla, asombrados por ver a la niña en carne propia. Aquello molestó tanto a Anna como a sus padres y después de varias horas llegaron.
Era un hotel hermoso. Tenía una vista al mar que dejaba a Anna impactada, pues no se imaginaba lo grande que era. Lo que más le gustó del lugar fue la enorme cama destinada a ella, suave como las nubes y grande como para extenderse a su gusto.
Estuvieron ahí una semana en la que la mayor parte del tiempo se la pasaron en la playa, pues a Anna le maravilló sentir la arena real. Esa arena tenía algo que la hacía distinta a la del arenero, pero no sabía qué. Y el mar le era aún más grande de cerca, tanto que le temía. Se imaginaba dentro, siendo arrastrada por las olas sin poder hacer nada.
Una noche, a mitad del viaje, tuvo un sueño que la hizo despertar gritando, alertando hasta a un guardia que pasaba por el piso: En el sueño ella estaba en una acera, acompañada de Kevin y de Lucy. Su compañero la volteaba a ver para decirle algo y sonreírle, una de esas sonrisas que demuestran felicidad. Entonces, el niño corre al otro lado de la calle sin percatarse de un enorme camión que avanza a toda velocidad hacia él. Y cuando Kevin está por llegar, voltea y ve al camión, quedándose en shock. Anna grita y su madre corre tras él. Es inútil, pues es arrollado.
Los gritos de histeria se escucharon en todo el piso, sus padres acudieron de inmediato a calmarla, lo cual les costó más que cuando tenía pesadillas en casa.
—Solo fue un sueño hija, no te preocupes—le dijo Lucy sentándose a su lado en la cama. Richard se encargaba de calmar a todas las personas alertadas por el grito de su hija.
—S-sí, lo sé, pero fue horrible. —titubeaba Anna. Sudaba frío y agarraba con fuerza las sábanas.
—¿Me lo podrías contar?
—No, es demasiado feo para contarlo. —no podía quitarse de la cabeza la imagen de Kevin al ser arrollado.
—Está bien, hija, intenta dormir de nuevo, no pasa nada, estás con nosotros y siempre te protegeremos.
La noche cuando regresaron a casa, ella volvió a tener el mismo sueño, pero esta vez, Anna controlarse diciéndose que no era real (aunque en el fondo algo le decía que no lo era). Al día siguiente, sus padres le dieron una noticia sorprendente: Se mudarían, por lo que cambiaría de escuela.
La casa nueva estaba hecha de una madera tan resistente, que, según su padre, nunca se quemaría o derrumbaría. Estaba en medio de otras casas, aunque guardaba su espacio para tener un jardín trasero y otro delantero, ambos con unas lindas flores plantadas por los anteriores dueños. Aquella casa estaba al sur de la ciudad, un lugar desconocido para la niña, ya que su hogar anterior se encontraba al norte, en un ambiente distinto. Aún así, la gente la reconocía al salir a la calle, sus vecinos ya sabían de la existencia de Anna, y se maravillaban viendo sus ojos.
Después de dejar el montón de cajas para vaciar en su casa, salieron a buscar alguna escuela primaria que les quedara cerca, o al menos de paso al nuevo trabajo de su padre. Encontraron varias, pero se decidieron por una que se encontraba a algunas cuadras de una enorme torre negra que en su parte más alta parecía tener un ovni, a palabras de Anna. El director de aquella escuela se comportó distinto a la del kínder donde ella estudió. Era un hombre viejo, que ya había oído hablar de Anna.
ESTÁS LEYENDO
La Chica De Los Ojos Negros
ParanormalNacida con unos misteriosos y particulares ojos negros, Anna intenta desvelar los misterios que estos y sus habilidades únicas ocultan. ¿Será esto un don o una maldición? Portada by: @Bloody_Lady (¡muchas gracias!) Si les gusta no olviden darle cli...