Parte cuatro: Flores de Amor.

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  Gabrielle vuelve unas semanas después. Charles sabe que lamentablemente su tiempo de calidad con Erik no podía ser eterno, por mucho que quisiera mantenerlo a su lado. Hacer que el tiempo se congele como las puntas de sus tallos era algo imposible. Aprecia, a pesar de ello, cada uno de los momentos que tuvieron para pasar juntos. Fue poco más de un mes en los que aprovecharon cada oportunidad de acurrucarse contra un sofá, y descansar la cabeza en el pecho del otro. Hermosas tardes en donde sentirse era su única preocupación, con un libro entre sus brazos, y una sonrisa en sus labios. Charles sentía que el invierno era muy fácil de atravesar, cuando un par de brazos cálidos están allí para recibirte.

  Para su pesar, el frío vuelve y permanece durante al menos el próximo mes aún. Gabrielle regresa, mostrando una sonrisa que deja consternado a Charles debido a lo poco usual que es esa expresión en ella. Charles se estremece cuando ella sujeta sus mejillas, sus manos estando frías como tempranos de hielo, y presiona sus labios juntos en un beso que no dura ni tres segundos, pero le hace querer retroceder al tacto.

   ㅡ¡Charles! Estaba ansiosa de verte. Tengo algo para ti.

  Hay signos de interrogación imaginarios que sobresalen en la cabeza de Charles. Captar los patrones del comportamiento de las personas ha sido siempre su mayor habilidad para predecir sus acciones, tener algo que se salga tanto de la rutina, como una Gabrielle que le sonríe y acaricia con sus uñas alargadas como garras, no es sino un cambio abrupto de todo lo que conoce. Ahora, saber que ella trajo algo para él, no lo tranquiliza tampoco.

   ㅡ¿Algo... Para mí?

  Siempre es incómodo cuando ella va a su invernadero. Al menos está vez tuvieron el tiempo suficiente para que Erik se escondiera, siendo que cada vez perdía más la habilidad de cambiar a su forma de flor. Está oculto dentro de uno de los armarios dónde se guardan herramientas y macetas para usar, por lo que Charles sabe que puede escucharlos, y ver por la rendija parte de la situación. Gabrielle sujeta una de sus maletas y la deja caer sin delicadeza sobre la mesa de trabajo, Charles se estremece cuando la fuerza del objeto casi hace que una de las flores se caiga. Gabrielle ni siquiera notó aquello.

   ㅡAsí es. Ya que tu amigo Hank te trajo la otra vez esas flores extrañas de Alemania, decidí hacer lo mismo. Para compensarte por el regalo del año pasado que claramente no te gustó en tu cumpleaños, y dado que se acerca en dos meses de nuevo de cualquier forma, he decidido hacerte el mismo favor.

  Oír la voz de Gabrielle se siente como bajar un interruptor en su cerebro. Algo simplemente se apaga, para poder entender las palabras que dice. Con todo eso, Charles se confunde de oírla, parte de él le cuesta entender y creer que lo dice es real. Supone que eso se refleja en su rostro dado que la mueca usual en Gabrielle regresa para suplantar esa falsa sonrisa.

   ㅡ¿Qué? ㅡes lo único que atina a decir luego de un largo silencio. Gabrielle suelta un bufido.

   ㅡUna flor, Charles. Traje una flor de Asia ㅡGabrielle busca entre la maleta, sacando una descuida flor que es evidente no fue tratada con la delicadeza apropiada para un viaje, que ya está perdiendo algunos de sus pétalos cuando la mujer la deja sobre la mesaㅡ. De nada. ¿No es hermosa?

  Acercándose, guiado por la preocupación del pésimo estado de la planta, Charles comienza a revisarle. No le toma mucho tiempo notar el tipo de flor que es. Una de sus manos se pasa por su rostro, restregándolo para concentrarse. Es una flor hermosa sin duda, pero solo con verla sabe que fue una mala decisión traerla acá.

   ㅡGabrielle, esta es una camelia.

  Fue su error hablarle por el nombre de la flor a alguien a quien nunca le interesaron las flores más allá de las que necesitaba comer. Gabrielle hace un gesto con sus manos, indiferente al tipo de flor del que Charles habla.

The Day Dream - CHERIK WEEK [2023]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora