2- Fracasos amorosos

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13-08-20

Cuando era niña me imagine a mí misma en distintas situaciones con veinte años, como yendo a la universidad, viajando o en una fiesta con amigas, jamás me visualice escondida en un armario de la esposa del hombre que me dijo estaba soltero.

– ¡¿Dónde está?! – Le escuche gritar. – ¡Voy a romperle la cara!

Mi corazón late de forma acelerada, quiero salir y decirle a la mujer que yo no sabía que tenía esposa, pero me asusta que no me crea. Sabía que aceptar ir a casa de un chico que conozco hace unas semanas no era muy buena idea.

Escucho golpes afuera, al parecer está tirando objetos al suelo. Es cuestión de tiempo que abra la puerta y me vea. Necesito hacer algo ahora.

Pensé en mandarle un mensaje a Vallea, pero ella rara vez ve los mensajes y si la llamo voy a hacer ruido; Chiara está en un viaje sin señal e Yvonne mañana tiene un examen, mi única opción es James.

Me apure a escribir, le mande mi dirección y explique lo más resumido posible la situación.

Mi celular suena, su mensaje dice que estará cuanto antes y que salga en cuanto toque el timbre de la casa, va a distraerla.

Cruzo los dedos, le pido en voz baja a todos los Dioses que recuerdo que no tarde mucho.

La voz de Mark se escucha afuera, quien trata de convencerla de que no hay nadie afuera y que la ama demasiado como para hacerle eso. Aprieto mis manos, quiero salir a decirle que es un mentiroso, pero mi integridad física está en juego.

El sonido del timbre me hace saber que James está afuera, espero a escuchar la puerta abrirse y su mensaje avisándome que está afuera y que en cuanto salga corra a su auto me llega.

Tengo una oportunidad, me recuerdo.

Aún tengo miedo de salir, pero lo hago lo más silencioso que puedo. Avanzo hacia la ventana y salto, maldigo estar en el segundo piso, pero me adentro hacia el techo y camino a un costado de la casa. Consigo aferrarme a la rama de un árbol cercano y bajar.

Me escondí en un arbusto y escuche como James se hacía pasar por un vendedor ambulante, el papel no le duro mucho porque le cierran la puerta en la cara, lo veo caminar hacia el auto. En cuanto él se sube salgo corriendo tan rápido como puedo hasta el copiloto, detrás de mí escucho algunos insultos, ella sale detras de mí, incluso me tira su zapato, por suerte, le erro al tiro. 

James prende el auto, mi respiración esta agitada.

– ¿En qué problema te metiste ahora? – Interroga.

Llevo mi mano hacia mi corazón, late tan fuerte que siento que podría salirse de mi pecho, antes de darme cuenta comienzo a llorar, no sé si es por el miedo o el enojo.

– Rubia, no llores. – Intenta animarme. – ¿Qué sucedió?

– Íbamos a ver películas, pero él salió porque escuchó la puerta, me di cuenta que era su esposa y quería salir a decirle algo, no sé, no sé qué le iba a decir no lo pensé...

– ¿Sabías que estaba casado? – Pregunta.

– ¡No! – Respondo. – Me escondí porque me asuste, comenzó a decir que me iba a golpear.

La pregunta me ofende, somos amigos hace bastante tiempo, el suficiente para que sepa que no me metería en una relación.

Intente calmarme, me sigue resultando difícil. Veo el camino, no estamos yendo en dirección a mi departamento, no hago preguntas al respecto, tan solo asumo que estaba ocupado y vamos en dirección a su trabajo.

Trato con la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora