1- Hilos invisibles

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La oscuridad envuelve al bosque en un manto estrellado, luciérnagas centellan y el viento acaricia los árboles. Se puede apreciar el sonido de los grillos, ranas, y si prestas atención, también risas y voces a la lejanía. Provienen de dos personas caminando, una anciana y una pequeña niña que le sigue el paso, aterrada por las historias de fantasmas que leyó horas atrás, pero la mano de su abuela es cálida, segura y reconfortante. Con cada paso una fría brisa desordena su cabello, quien pese al miedo, observa con asombro las maravillas que le rodean.

Ambas se frenan en un claro, la anciana se siente sobre el tronco de un árbol el cual murió algunos años atrás, eleva su vista al cielo, sus ojos se inundan de melancolía. Luar se trepa como puede, mira hacia arriba y en su mirada se reflejan las estrellas, desbordada de sueños.

Ninguna dice palabra alguna, tan solo disfrutan del momento y del olor que ha quedado impregnado en el aire a flores silvestres y tierra mojada.

– Ahora que la luna esta oculta. – Aclara la mujer señalando a la luna nueva. – Te voy a contar a contar un secreto, ¿vas a poder guardarlo?

La niña extiende su meñique, en señal de una promesa, ambas entrelazan sus dedos en un juramento.

– Puedes pedirle un deseo a la luna. – Advierte la mujer, causando una mirada de incredibilidad en su acompañante. –¡En verdad! Hace mucho tiempo atrás, una de nuestras antepasadas lo hizo, y yo, tengo una prueba.

De su bolsillo saco un cofre de terciopelo azul, algo deteriorado por el pasar del tiempo y lo dejo en las manos de su nieta. Luar, lo abrió muy despacio, dejando ver una joya dentro. Se trata de un collar, tiene una piedra blanca marmolada en tonos azules, la cadena y parte del dije son de plata, la cual envuelve la pieza en forma de media luna.

– Es un pedazo de luna, nunca lo digas en voz alta si la luna no está por completo oscura. – Aconseja centrando su vista en ella.

– ¿Cómo puedo pedir un deseo a la luna? – Pregunta Luar sosteniendo el artefacto, aún algo incrédula.

– Veras, debes asegurarte que la luna se encuentre llena, es un paso muy importante. – Aclara, tomando el collar en sus manos. – Luego, dirás tu nombre en voz alta, vas a presentarte y decir lo que deseas, tienes que estar totalmente consiente. – Hace una leve pausa, pasa el collar alrededor del cuello de su nieta. – Y dirás con qué vas a pagar, todo tiene un precio.

– ¿Nuestra antepasada pidió este collar? – interroga la niña.

– No estoy muy segura. – Confiesa apoyando sus manos en el tronco. – Se dice que es de otra realidad, existen tres mundos. El de nosotros es el del agua y tierra; el siguiente es el puente eterno, un camino sin fin rodeado de magia; y el último es el de las almas, destinadas a reencarnar una y otra vez hasta que alcancen la plenitud y puedan descansar.

La niña se quedó en silencio, imaginando como pueden ser los otros mundos, los colores, naturaleza y criaturas.

– Ese collar viene del puente, fue un regalo de la deidad de la luna en agradecimiento por los poemas que le dedicaban. – Saca una flor del canasto y lo coloca en su cabello. – Pero es una historia muy antigua, cuando seas mayor voy a contártela.

Luar sujeta el dije del collar, la sensación es muy familiar. Sus ojos se cristalizan, como si extrañara a alguien, sin saber quién. Esa misma sensación de cuando te despiertas y no logras recordar que soñaste.

– Debes cuidarlo, porque es parte de ti, de la memoria de nuestras ancestras. – Pide con suavidad, la niña asiente con la cabeza.

Esa noche, aunque Luar no lo sabía, su destino fue marcado, como si a su meñique hubieran atado un hilo que le guiara por caminos que nunca antes había imaginado, entrelazando su vida con la de otros. 

Trato con la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora