Human

Capitulo Sesenta: La captura

-Qué pintoresco lugar-comentaba Kara con sarcasmo frente a lo que le pareció la más grande cueva cavernosa y lúgubre que jamás había visto. Hasta ahora.

-Debo admitir que esperaba otra cosa-concordó Lena. Miró a su izquierda, tomando la mano de Kara entre la suya. No mentiría, se sentía tan nerviosa y preocupada de que su novia usara el traje de la persona más buscada y odiada de un mundo que no es el suyo, porque, Overgirl podrá ser invencible, pero su Kara no.

-Hey, tranquila-dijo ella a su oído, casi como si pudiera leer sus pensamientos. Aquello le reconfortó más de lo esperado, siempre amó la forma en que se comunicaban sin tener que decir mucho o nada.

Sin más, ambas caminaron mano a mano, adentrándose en la humedad cavernosa del lugar. A Lena le sorprendía que alguien pudiera vivir ahí, estaba segura de que si fuera su caso se hubiera vuelto completamente loca. Por su parte, Kara pensaba, curiosamente, en todo el dolor y angustia que debía sentir la persona que vivía ahí, comprendía lo difícil que era perder a todos sus conocidos, las personas que amaba, sin embargo, no justificaba una vida de rencor guardado y autodestrucción.

El caminar por el camino de piedra húmedo y resbaladizo le erizaba los pelos de la nuca a Lena, sabía que esto no sería sencillo, hacerse pasar por sus versiones de esta tierra iba más allá de su idea de salir con un superhéroe. Pero así era la vida de Kara Danvers ahora y, por lo que pudo ver del multiverso, su destino parecía estar siempre ligado con el de ella, no es que se quejara, por cierto.

-Si escuchas algo, dímelo-pidió a su novia. La rubia le miró con complicidad y sonrió, sentía el nerviosismo de Lena y eso no impidió que se aventurara en formar un plan tan descabellado como este, seguir a su versión de ese universo y querer ayudar. No sabía todo sobre Lena y aún así sentía que no hacía falta, con los ojos cerrados le confiaría su vida.

Continuaron su camino sin hacer mucho ruido, suficiente era el eco de sus pasos por toda la cueva, Kara pensaba que se necesitaría ser sordo para no haberse dado cuenta de su presencia, hecho que la llevó a estar alerta. De vez en cuando, un apretón de manos tranquilizaba su angustia de tanto misterio y el eco de su andar, no se consideraba especialmente nerviosa pero sí tomaba en cuenta el efecto de la magia, no lo había experimentado antes, pero de igual forma sabía su vulnerabilidad hacia ello. A esas alturas temía más de no poder proteger a Lena que de su propia integridad física.

Escuchó detrás de ella un simple resoplido, casi inaudible. Tomó con un poco más de fuerza la mano de Lena y continuaron su camino, ignorando aquello. El corazón de Lena se aceleraba, Kara lo podía escuchar con claridad, al igual que los pulsos de una tercera presencia muy cerca de ambas.

En el próximo paso que ambas dieron, el suelo bajo sus pies se quebró y del lugar de Kara la tierra la sumió hacia adentro, atorando su tórax entre la grieta. De no ser por el anticipado pensamiento de Kara hacia lo que sería el primer ataque, no podría haber salido de ahí casi al mismo tiempo en el que la piedra de ambos lados se cerraba sobre su cuerpo. De un rápido salto levitó sobre la grieta y tomó a Lena en brazos.

El eco de unas pisadas firmes les advirtió de la presencia no tan oculta, la persona que ambas estaban buscando caminaba hacia ellas, mirando directamente hacia los azules ojos de Kara.

Era una mujer joven, no muy alta y de complexión delgada, su cabello negro caía en ondas sobre sus hombros y sus palmas estaban cubiertas por un par de guantes blancos sin dedos. Sus ropas parecían rasgadas y viejas, sus jeans negros estaban polvosos y la blusa blanca que se cernía a su figura tenía una manga cortada.

-Kriptoniana, creí advertirte que jamás quería volver a ver tu cara por aquí-fue lo que gritó en advertencia-Mi padre tal vez haya sido muy blando y comprensivo con tu primo pero yo no soy él y él ya no está más aquí.