Capitulo Tres: Emergencias, hospedaje y un par de juegos

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Tuve que ser más rápida y sin dejar de ser precavida al volante, el doctor que me había dicho Betty estaba algo retirado pero más cercano a cualquier hospital, esperaba que pudiera ayudarme, por ahora sólo intentaba hablarle para que no se quedara dormida, el que siguiera rascándose no sé qué tan bueno era pero me ayudaba a que siguiera conmigo. Algo que se me había pasado por alto mencionar era el hecho de que la tarta de Betty era tarta sorpresa, cada rebanada venía con rellenos distintos y tal vez si ella me hubiese dicho sus alergias o yo le hubiera mencionado esto, jamás hubiera pasado.

Por fin llegamos a dicho motel de paso, dejé a Lena en el auto y corrí lo mejor y más humanamente posible hasta la recepción para preguntar por el medico que estaba hospedado ahí, por suerte para mi él estaba tomando el diario en la misma recepción y al escuchar que preguntaba por el, se acercó.

-¿Pasa algo, señorita? ¿Nos conocemos o...?-pero le interrumpí a manotazos torpes

-Por favor, necesito su ayuda, traigo en mi auto a alguien que necesita urgentemente a un doctor, sospecho que es una reacción alérgica-le traté de explicar

Él asintió y se permitió guiar por mi hasta el auto. Le permití hacer lo debido para que pudiera checarla, incluso fue a su habitación por su estetoscopio y una linterna para apuntar a sus pupilas. Al final sólo vi que le hacía unas preguntas breves antes de inyectarle en la pierna y que ella comenzara a respirar mejor.

-Ella necesitará descansar un poco antes de que todos sus síntomas pasen-me advirtió-Tuvo mucha suerte señorita, su amiga la trajo justo a tiempo.

-Muchas gracias doctor-le dije aliviada.

El doctor se despidió y marchó rumbo a su habitación. Por mi parte estuve más tranquila viendo como ella regulaba su respiración aunque su rostro cansado era evidente, necesitábamos descanso, incluso yo lo necesitaba, estábamos más lejos de lo que estábamos hace poco, el viaje sería más largo y aún no sabía de qué manera podría seguir ayudándola.

Me acerqué a su asiento, me incline en cuclillas y la miré dándole una sonrisa que pudiera trasmitirle lo mal que me sentía por lo ocurrido. Ella correspondió el acto.

-Así que, ¿alérgica a los melocotones eh?-solté como comentario, demasiado absurdo pero por algo se tenía que empezar.

Ella ríe, aún débil, inclina la cabeza hacia el frente lo suficiente para que sus ojos choquen con los míos, está muy cansada.

-Supongo que no tengo lo que se necesita para esa gloriosa tarta-comentó en voz baja.

Entonces yo reí, solté la más alegre y resonante carcajada. A mi hermana le encanta cuando lo hago, dice que mi risa esa bastante contagiosa, por lo visto es cierto, Lena también ríe, en un tono más bajo que el mío.

-No es para simples mortales-le seguí su juego, guiñándole el ojo. Sus pálidas mejillas se tiñeron de un rosado dulce y suave.-Escucha, necesitas descansar y, siendo sincera creo que a mi también me vendría bien unas horas de sueño. ¿Qué dices si por hoy nos quedamos aquí y mañana volvemos a la estación para conseguir ayuda con tu auto o un teléfono?

Parecía que se lo estaba pensando, abría la boca y sin decir nada la volvía a cerrar de manera insegura. Gesto bastante adorable para una mujer de su edad, y no digo que sea vieja, me refiero a que, no lo es, de hecho nuestra diferencia de edad no es casi nada.

-Me parece bien-por fin dijo- Mañana buscaré quien pueda acercarme a New York y...

-Espera, ¿y tu auto?-pregunté, más sorprendida porque ella también se dirigía al mismo lugar que yo, y no soy de creer en el destino ni nada parecido, sólo admito que esto ha sido una gran coincidencia.

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